Este mes se formó la Red Uruguaya de Lenguaje Jurídico Claro, cuyo facilitador es Santiago Pereira Campos, abogado y columnista de No toquen nada. Además, el Parlamento, el Poder Judicial y la Fiscalía General de la Nación firmaron un convenio para promover la claridad en los escritos.
Es muy frecuente que las sentencias judiciales no sean entendibles para un lector no formado en Derecho y esa poca claridad no contribuye a la transparencia del sistema.
Pereira Campos explicó en su columna que el principal problema no está en el uso de términos técnicos sino en la mala redacción o el uso innecesario de palabras en otros idiomas. Además, muchas veces los textos tienen una extensión desproporcionada al aportar datos que no son relevantes para la causa.
“El recorte y pegue nos ha hecho muy mal a los abogados y a los jueces. Uno a veces ve sentencias y se pregunta para qué cuentan una cosa si no hace a la esencia de la cuestión”, cuestionó el abogado.
También se refirió al uso de términos foráneos.
“Hablamos de 'fojas' en lugar de 'hojas'. ¿Por qué hablamos de 'fojas'? 'Ut supra', 'autos', 'infra', 'supra' en todas las sentencias. 'El tribunal ad quo y ad quem' que quiere decir el tribunal de arriba o el tribunal de abajo, lo que dije arriba o abajo. Expresiones en latín como 'iura novit curia', que quiere decir que el juez conoce el Derecho. ¿Por qué no decimos que como el juez conoce el derecho lo puede aplicar sin que las partes se lo aporten? Todas estas expresiones están colocadas como una especie de chip que traemos desde la universidad”, afirmó Pereira Campos.
“A veces cuando tenemos discusiones sobre esto aparecen las voces de enfrentamiento que dicen que el lenguaje jurídico técnico es necesario. Yo digo que es necesario en situaciones muy excepcionales, cuando tenemos debates técnicos muy precisos. En la mayor parte de los casos los problemas vienen por usar palabras en inglés, en latín, redactar de forma inapropiada las frases y los párrafos, no por el lenguaje técnico”, agregó.
Pereira Campos también aludió a que el uso de estos términos o expresiones desconocidas para quienes no tienen formación en la materia suponen una demarcación de poder.
“El lenguaje es poder también y hay algo muy tradicional, muy estudiado desde la óptica de la medicina, de la ingeniería, de la abogacía: hablar en lenguaje técnico supone marcar un ámbito de poder”, señaló.