“En mis libros yo suelo usarlas como sinónimos: habilidades, competencias, capacidades, procediminetos”, dijo Furman en su columna de No toquen nada.
“Creo que el problema surge de entender que uno va a aprender una habilidad en el vacío, va a aprender a resolver problemas. No, uno aprende a resolver problemas en el contexto de la matemática o cuando tiene que escribir algo coherente, en el contexto de la ciencia, o va a aprender a colaborar. No en el vacío. Voy a aprender a colaborar a propósito de una situación problemática de biología o de lo que fuera. Creo que hay que entender que tanto las habilidades como los contenidos son importantes porque se aprenden en conjunto”, explicó.
No alcanza, según Furman, con impartir contenidos. Lo importante es ver qué hacen los estudiantes con esos “conocimientos profundos” que incorporan.
“Tengo que resolver problemas, tengo que analizar casos, un montón de actividades donde se ponen en juego estas habilidades o estas competencias”, afirmó.
Furman también se refirió al trasfondo ideológico que muchas veces rodea estas discusiones semánticas.
“El término competencia empezó a usarse mucho pensando en la educación para el trabajo. Entonces, venía mucho de la mano de decir que vamos a formar trabajadores para el sistema productivo capitalista. En sus inicios vino desde ese lado, creo que la discusión quedó un poco impregnada en ese sentido. Pero cuando pensás en cómo querés formar a los chicos y chicas para la vida, para la ciudadanía, necesitás que esos contenidos se pongan en juego en un saber hacer. Y esas son las competencias o habilidades. En todas las disciplinas las palabras importan y marcan un origen, desde donde te estás parando, con qué biblioteca, con qué manera de ver el mundo”, señaló.
“Lo que necesitamos es enseñar bien, que los chicos aprendan y que eso les sirva para tener mejores opciones de vida. Estamos necesitando eso y no lo estamos teniendo”, agregó.