Stanham señaló en una entrevista con No toquen nada que es “muy difícil regular, ponerse de acuerdo en el precio” de la carne de pollo.
“Es una producción que se planifica con ocho meses de anticipación y cuando el animal, el pollo, está pronto para faena, más o menos a los 40 o 42 días, no se lo puede dejar en el campo y que siga engordando. Eso se hace por tres o cuatro días, no más, porque ya pierde mucha eficiencia en la conversión”, explicó.
Luego, el 99% de la comercialización se hace con el producto fresco. “Es un producto caliente. Tiene una vida útil más limitada. Cuando hay pollo, hay que venderlo. Entonces en la cadena comercial, con un producto tan caliente, hoy tengo que vender la producción de ayer y mañana tengo que vender la de hoy. No puedo especular con el tema precios. Es muy difícil suponer que cualquier acuerdo de precios se pudiese sostener”, agregó el directivo de la cámara avícola.
De todos modos, al tratarse de un mercado con un consumo que no crece, las empresas sí deciden no aumentar la producción porque esto sería “pegarse un tiro en el pie”.
“No habría ninguna lógica en que una empresa se largara a incrementar la producción", dijo.
La presunción de la práctica de los acuerdos de precios en este sector "siempre existió, es algo que las empresas y la gremial han tenido que enfrentar y no es bueno que exista esa sospecha. Categóricamente es imposible que exista un acuerdo de precios en esta actividad”, afirmó.