"Las autoridades rusas dieron la orden al acusado de liquidar a la víctima", dijo el presidente del tribunal, Olaf Arnoldi, tras la condena de ese ruso por haber matado a un exdirigente separatista checheno de origen georgiano.
Vadim Krasikov fue hallado culpable de asesinar a balazos a Tornike Kavtarashvili, de 40 años, en un parque en pleno centro de Berlín el 23 de agosto de 2019.
El asesinato de Kavtarashvili, ultimado de tres balazos, envenenó las ya tensas relaciones entre Alemania y Rusia.
Moscú ha negado siempre cualquier implicación pero la fiscalía alemana ya había señalado claramente a las autoridades rusas.
"El acusado fue comandante de una unidad especial de los servicios secretos rusos FSB", afirmó el fiscal Lars Malkies en su requisitoria el 7 de diciembre.
"Liquidó a un opositor político como represalia" agregó, aludiendo a "un atentado evidentemente preparado desde hace mucho tiempo" y ejecutado a "sangre fría".
El georgiano, exdirigente separatista checheno, había combatido contra las fuerzas rusas entre 2000 y 2004.
Vivía desde 2016 con su familia en Alemania, donde había solicitado asilo. Su asesino fue detenido poco después.
Aunque el Kremlin siempre negó estar detrás de este asesinato, el presidente ruso Vladimir Putin calificó a la víctima de "combatiente muy cruel y sanguinario". Aseguró haber pedido su extradición, lo que Berlín desmintió.
Este asesinato, además del envenenamiento del opositor al Kremlin, Alexéi Navalni, que fue hospitalizado en el verano boreal de 2020 en la capital alemana antes de su encarcelamiento en Rusia, o el del exespía ruso Serguei Skripal en Reino Unido, generan fuertes sospechas sobre el rol de los servicios de seguridad rusos en operaciones violentas.
La implicación de Moscú nunca ha sido demostrada y el Kremlin siempre ha negado cualquier responsabilidad en estos actos.