Producida inicialmente por la televisión española Antena 3 con un presupuesto limitado, esta serie en torno al robo de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre se ha convertido, tras su adquisición por Netflix, a finales de 2017, en una de las más vistas de la principal plataforma del mundo.
Tal fue su éxito que los monos rojos y las máscaras de Dalí de los ladrones de la serie, así como la canción partisana italiana "Bella Ciao", aparecieron en las protestas de todo el mundo.
"Se trata de una serie de habla no inglesa que fue la primera que, de manera muy rotunda, se convirtió en un fenómeno global", explicó Elena Neira, profesora de los estudios de comunicación en la UOC (Universidad Abierta de Cataluña, por sus siglas en catalán).
Los personajes de Tokio, Lisboa o Berlín lograron incluso mantener en vilo a un numeroso público angloparlante, especialmente en Estados Unidos, poco acostumbrado a las producciones dobladas o subtituladas.
Éxito inesperado
"Gracias en parte al éxito de 'La casa de papel', se dieron cuenta de que no tienen que producirlo todo en Estados Unidos" para llegar a una audiencia mundial, añade Elena Neira.
Desde entonces, la plataforma ha producido otros éxitos globales en un idioma distinto al inglés, como "Lupin" y "El juego del calamar", cuya primera temporada batió en octubre el récord de mejor arranque de una serie.
A priori, el éxito de la serie española no era nada evidente.
El guión "no tiene nada de revolucionario", estimó Elena Neira, pero la serie explica "una historia muy universal, que es la lucha entre los buenos y los malos, donde los buenos no son quienes nos parecen que son, y los malos no son tan malos como nos parecen".
Todo ello tocado con "mensajes relacionados con el empoderamiento femenino, con la camaradería, con la rebeldía".
Otra serie de éxito no en inglés, como la francesa "Lupin", "incluye muchos elementos de 'La casa de papel' a nivel de 'storytelling': el ladrón que se sale con la suya, el ladrón de guante blanco", con una cierta moral y "muy inteligente", concluye Neira.
Para Alberto Nahum García, profesor de Comunicación audiovisual en la Universidad de Navarra, detrás del éxito de "La casa de papel" hubo una "tormenta perfecta". Porque apareció en "un momento en el que la distribución se ha hecho global" y benefició a "un producto que era claramente muy adictivo", con unos finales de episodios llenos de suspenso, premiados por "los algoritmos" de recomendación.
A ello se añadió "un esfuerzo de doblaje muy importante en lenguas locales", en una plataforma presente en más de 190 países, según Neira.
Trampolín para España
La producción de España, cuyo gobierno ambiciona convertirla en un centro audiovisual, se benefició de este éxito.
"Ha colocado a la industria [española] en su sitio que no nos atrevíamos ni a pensar, porque nosotros hemos sido un país muy acomplejado", explicó a la prensa el martes Alex Piña, el creador de la serie.
A remolque de "La casa de papel", Netflix eligió Madrid en 2019 para instalar su primer estudio europeo.
La serie "confirmó que las historias pueden ser creadas en cualquier parte del mundo y amadas en todo el mundo", explicó a la AFP Diego Avalos, vicepresidente de contenidos de Netflix en España y Portugal, subrayando la importancia estratégica del español, una lengua hablada por 500 millones de personas.
Varios actores de "La casa de papel" son miembros de la escudería Netflix, como Jaime Lorente y Miguel Herrán, que protagonizaron "Élite", otro de los grandes éxitos de la plataforma producido en España.
Alex Piña ha firmado un contrato exclusivo con Netflix en 2018 para producir otros proyectos. Y a pesar del final de la serie, Netflix pretende seguir aprovechando su éxito y ha puesto en marcha la versión coreana de la serie con, como guiño, Park Hae-Soo, uno de los actores principales de "El juego del calamar".
AFP