"Acabo de aceptar la honorable invitación del presidente Jair Bolsonaro para asumir la Casa Civil", una suerte de jefatura de gabinete, informó Nogueira en Twitter durante una reunión con el mandatario en Brasilia.
Nogueira, de 52 años, es presidente de Progressistas (derecha), partido símbolo del llamado "centrao", un bloque informal al que Bolsonaro ha ido cediendo espacio tras llegar al poder con un discurso antisistema y contra "la vieja política".
Cediendo más terreno al grupo, que según analistas tiene entre 200 y 300 diputados (entre un 40% y un 60% de los 513 escaños), el mandatario lograría blindarse de un eventual "impeachment" u otras tentativas de sacarlo del poder que requieran mayoría especial en el Congreso.
Los legisladores del "centrao" se caracterizan por negociar votos a cambio de inversiones en sus estados y apoyan o derrocan presidentes según su conveniencia. Lo que ocurrió con la mandataria de izquierda Dilma Rousseff (2011-2016), de quien muchos fueron aliados antes de votar su destitución.
Ese toma y daca para asegurar la gobernabilidad dio origen en las últimas décadas a numerosos escándalos e investigaciones de corrupción.
Bolsonaro perteneció durante sus casi 30 años como diputado a varios partidos del "centrao", pero para ganar las elecciones en 2018 con un discurso antisistema se afilió al ultraderechista PSL, con el que pocos meses después rompió.
Al principio intentó gobernar apoyándose en bancadas transversales (religiosa, vinculada al agronegocio o a las armas), pero la erosión de su popularidad tras la irrupción de la pandemia de coronavirus lo obligó a pactar con el 'centrao', con la mirada puesta en las elecciones presidenciales de octubre de 2022.
La fidelidad del "centrao", sin embargo, siempre es problemática.
Prueba de ello es que el propio Nogueira trató en 2017 a Bolsonaro de "fascista" y en la segunda vuelta de 2018 apoyó a su adversario de izquierda.
Bolsonaro "tiene un carácter fascista. Muy prejuicioso. ¡Es fácil ir a la televisión y decir que vas a matar a los bandidos!", declaró.
La semana pasada, Bolsonaro se refirió a esas declaraciones de Nogueira: "Sí, me llamó [fascista]. Pero las cosas cambian. Yo tenía posiciones que ya no asumo hoy, he cambiado", afirmó el mandatario en su programa en vivo de los jueves por las redes sociales, sin explicar cuáles fueron esos cambios.
"Cuestión de tiempo"
"No es posible gobernar sin el 'centrao'. Bolsonaro hizo una promesa que, sabía, no podría cumplir. Intentó postergarlo al máximo, pero era una cuestión de tiempo tener que ceder al 'centrao'", dijo a la AFP el politólogo Thiago Vidal, de la consultora Prospectiva.
Este año, Bolsonaro apoyó la elección de dos destacados miembros de esa nebulosa política para presidir el Congreso, Arthur Lira (PP) en la Cámara de Diputados y Rodrigo Pacheco (DEM) en el Senado.
"Yo soy del 'centrao'. Yo nací ahí", dijo la semana pasada al justificar su idea de nombrar a Nogueira.
La popularidad de Bolsonaro está en su nivel más bajo, 24%, por su caótica gestión de la pandemia que ya dejó más de 550.000 muertos en el país y por las sospechas de corrupción en la compra de vacunas anticovid. Él mismo está siendo investigado por supuestamente haber estado al tanto de irregularidades sin haberlas denunciado.
"La alianza con el 'centrao' ayudará a Bolsonaro a terminar su mandato, pero eso no le garantizará directamente la reelección", apunta Vidal.
Los sondeos indican que en las presidenciales de 2022 sería derrotado por su mayor rival, el expresidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010).
El "centrao" fue también esencial para la gobernabilidad durante los dos mandatos de Lula, quien en 2009 explicó que se trataba de "acuerdos" y no de "concesiones" y que esa era la base misma de la política.
"Quien venga [a Brasil] no formará un gobierno fuera de la realidad política. Si Jesús viniese, y Judas tuviese el voto de cualquier partido, Jesús tendría que llamar a Judas para hacer una coalición", dijo el exlíder sindical en una entrevista con el diario Folha de S.Paulo.
AFP