En tiempos “muy desfavorables” y “angustiantes” para la sociedad en general y para los artistas en particular, Julieta y Diego se conocieron a través de las redes.
Ella lo había escuchado en El Astillero y en sus discos solistas. Activa en redes, lo saludó, arrobó y él comenzó a leer sus posteos. Rápidamente encontraron intereses y caminos en común. “Se generó una rendija por la que pudo pasar luz”, define Diego.
Casi sin quererlo, a las pocas semanas ya tenían varios temas juntos y en una alguna de las ventanas que permitió la pandemia pudieron juntarse en Montevideo y grabar.
El resultado son seis canciones de un EP que todo parece indicar que tendrá segundas partes. Es que tienen más canciones y ganas de seguir trabajando juntos.
Ustedes han hablado de que cuando se conocieron pudieron encontrar muy rápidamente cosas en común, temas que los unieron. ¿Cuáles fueron esos elementos que encontraron para encarar este trabajo de composición y grabación?
Julieta Díaz – Hay algo en el orden de lo que uno no puede explicar mucho. Yo soy de explicar mucho, Diego a veces dice eso, no porque no le guste hablar, contar y decir sus pareceres, pero hay algo que no se puede explicar mucho, que tiene que ver con la confianza que aparece. En principio, lo generacional viene de la mano de una mirada, una sensibilidad artística, un gusto, una manera también política, humana. En este caso se potenció mucho. Hay algo ahí respecto a los gustos y lo que nos llama la atención, las preguntas, de lo que a uno le está dando vueltas.
Diego Presa - Además de los elementos que encontramos en común como coincidencias cuando comenzamos, a medida que fuimos trabajando juntos también fuimos descubriendo que teníamos coincidencias en el oficio, cómo hacer las cosas. Es muy difícil coincidir en ese punto.
Una cosa que aparece es la palabra confianza, la importancia de desarrollarla siendo que ustedes se conocieron hace poco tiempo. ¿Cómo fue ese proceso de construir esa confianza? ¿Qué importancia le dan a eso?
DP - Para mí es fundamental y es algo que se da o no se da, aparece al inicio de una relación artística o personal. Creo que desde el primer momento sentimos que podíamos hacer cosas juntos, abrirnos a hacer cosas juntos. Lo defino como una especie de flash, es algo que se da instantáneamente si no, después es difícil de construir. Por supuesto que una vez que se da esa chispa o ese inicio, después hay que sostenerlo. Por eso le daba una relevancia especial a esto de que en el camino hemos encontrado coincidencias en las formas de hacer las cosas.
JD - Como decía Diego, a veces uno lo da por sentado. Cuando las cosas son fáciles y fluyen tanto, uno lo da por sentado. Después, cuando tuviste la experiencia de que no fluyan, te das cuenta de cómo es la cosa de elegir un compañero para un laburo artístico pero además encontrar esa fluidez y poder hacerte amigo y estar muy tranquilo… la verdad que trabajar de esta manera tan tranquila tiene que ver con la confianza.
Esa confianza llega al punto de que no importa quién escribió qué en este proceso.
DP - Totalmente. Creo que si no es así es muy difícil colaborar en la composición, sobre todo en la parte lírica. Si uno no siente esa comunión es muy difícil que se sostenga en el tiempo por lo menos.
Una de las cosas que me parece interesante de este EP es que es una voz, una voz lírica compartida. Realmente es así.
En tu caso Diego, El Astillero surgió a partir de una invitación tuya a Franny Glass y a Garo Arakelian para una fecha que tenías en el Teatro Solís. Venís de Buceo Invisible y además tenés tu carrera solista. ¿Qué te aportan particularmente estos proyectos colectivos en los que te entregás así con tanta confianza, con tanta apertura? ¿Por qué buscás estos trabajos?
DP - Creo que forma parte de la búsqueda, de la experimentación, la curiosidad. La curiosidad es fundamental en lo que hago. Y realmente cuando uno se corre un poco del lugar en el cual está acostumbrado a escribir o a desarrollar el trabajo de composición de canciones, cuando cambiás el punto de vista, de abordaje, suceden cosas inesperadas y ahí es donde está el juego. Estos encuentros me mejoran como autor de canciones y como persona.
Julieta, sos una actriz muy conocida en Argentina y en la región. ¿Cómo vivís este riesgo de entrar en una nueva faceta? ¿Cómo fue tomar esa decisión, dar ese paso?
JD - En ese caso me encontró en cuarentena, en aislamiento. Tengo una relación con la escritura, con volcar en palabras ideas y sentires desde la adolescencia. Siempre retomaba el tema de escribir y este año lo hice con más fuerza pero sin ningún objetivo. No tenía el objetivo de grabar un EP. Sí quería hacer cosas cantando, mucho deseo.
Cuando conocí El Astillero hará un par de años, quedé muy copada con la banda y después descubrí a Diego como solista. Estaba en mi casa, sola, y haciendo cosas con la música desde el canto y también escribiendo. Era un viaje personal. Más allá de su voz, que la conocía de El Astillero y me llamaba mucho la atención, y su poética, me llamó mucho la atención por su viaje interior.
Cuando me gusta mucho un artista, comparto, arrobo, soy muy activa en las redes. Entonces empecé a compartir, él me agradeció, había visto algunas cosas de texto que yo fui subiendo a mis redes y empezamos a charlar un poco. Muy naturalmente, como yo venía haciendo participaciones, le dije que tenía ganas de hacer algo con él. Me redobló la apuesta y me pidió que le mandara mis letras. De repente, se empezó a armar un rapport no solamente artístico. En dos semanas teníamos como ocho canciones. Suena idílico pero la verdad es que fue así la coincidencia.
En ningún momento tuve ese objetivo y me parece que es lo más hermoso.
DP - Se generó una especie de grieta por donde pudo pasar este proyecto. En un contexto muy desfavorable, muy angustiante, se generó una rendija por la que pudo pasar luz.
Pensé en esa palabra, luz, porque toda la sociedad pero sobre todos los artistas, vienen de un proceso de año y medio de mucha oscuridad, de muchas dificultades para trabajar y sin embargo ustedes lograron producir esto.
DP - Yo creo que han sido tiempos muy angustiantes, muy jorobados en muchos sentidos, donde también nos cuestionamos cuál ha sido el lugar de las canciones. ¿Cuál es el lugar de los músicos, de los autores? ¿Cuál es el lugar, cuál es la función y cuál es su importancia en una sociedad?
Creo que estos meses han servido para preguntarnos eso. ¿Qué lugar les da la clase política? Me parece que eso da para reflexionar, para preguntarse cosas sobre eso.
¿Y qué te has respondido? Por lo pronto, ¿cuál es el lugar de las canciones en un contexto como este?
DP- Creo que las canciones nos han acompañado en momentos de soledad extrema. Eso ya es fundamental, cumplen un rol fundamental. Pero es difícil definirlo, da para reflexionarlo a partir de este contexto. Nos vamos a ir dando cuenta de eso a partir de que pase el tiempo.
JD - Hay algo ahí de cuál es el rol de la cultura. No es comida, no es casa… en principio, es nuestro trabajo, no somos ‘entretenedores que nos entretenemos entreteniendo’. Somos trabajadores que trabajamos para comunicar algo, para contar algo, para acompañar y, a veces también, para entretener. No es un hobby. Estoy muy ilusionada con que ahora la rueda ruede y no pare.