Son nueve temas clásicos, de Fito Paez a los Beatles, de Gardel a Alejandro Sanz, pasando por Ivan Lins y los Shakers. Francisco quiso tocarlos con amigos, con su bajo sin trastes, y casi totalmente instrumental.
Un trabajo que comenzó a delinearse antes de la pandemia pero que se concretó en estos dos años de encierros y cuarentenas. A distancia. Hace cuatro años que el bajista uruguayo volvió a vivir en Los Ángeles, Estados Unidos, buscando una ciudad con una intensa producción cultural que le permite multiplicarse como músico de sesión.
El diálogo con 180, Fattoruso habló de cómo impactó la pandemia en ese plan, de su infancia en Brasil con su padre ensayando en el living del apartamento donde vivían, de la amistad suya con otros hijos de referentes de la música y del disco hecho "desde el corazón" con el que quiere llegar a más gente “100% a través del arte”.
En tu decisión de volver a vivir en Estados Unidos debe haber pesado la posibilidad de residir en un lugar donde se toca mucho y hay mucha producción cultural. ¿Cómo has vivido la pandemia que sin duda limitó esos planes?
Al principio fue como un shock porque se empezó a cancelar todo y a cerrar todo. Uno pensaba que iba a durar una semana, 10 días... Yo pensaba que era una gran confusión y ya se iba a acomodar. Al principio fue alarmante. Después lo que pasó fue una combinación de cosas que como nadie puede tocar en vivo, muchos artistas con los que ya he trabajado y otros con los que no, me empezaron a llamar para hacer producciones, más que nada de Uruguay, algunas cosas de Argentina y algunas cosas acá en Estados Unidos.
Entonces es como que estuve trabajando en el estudio, produciendo, mezclando, grabando. Estuve exclusivamente haciendo eso. Y lo que ayudó a que todo no se fuera al carajo fue un apoyo que dio el gobierno, se pudo cobrar un dinero, hay un apoyo para las comidas. Entonces entre eso y las cosas que voy haciendo para Sudamérica más o menos pude quedar a flote.
Yo toco con Janelle Monáe e hicimos algunas cosas pero muy pandémicas. Un show de cinco canciones para una cosa de Ralph Laurent. Normalmente hubiese sido un show con un desfile, con todo, y lo que hicieron fue algo similar pero online, sin gente, filmado. Todo muy reducido. Las cosas más importantes se cancelaron, algunas las pasaron para el año que viene.
¿El disco Épocas es hijo de ese contexto o ya lo venías trabajando desde antes? ¿Cómo aparece en tu cabeza este proyecto que es bastante particular y distinto a lo que venías haciendo?
Completamente, sí. El concepto general del disco inicialmente tuvo más que ver con hacer un disco más tranquilo, que se caracterizara por el bajo sin trastes tocando melodías.
La idea empezó a fines de 2019 pero no que se llamara Épocas y que fuera así. Todo lo que pasó con el disco se dio este año. Empecé a combinar las canciones y terminaron quedando como grandes hits en la mayoría de los temas. A su vez, cada uno de esos temas me acompañó en mi vida de alguna manera, en diferentes épocas.
La pandemia en sí me inspiró mucho a nivel musical. No tengo una explicación clara pero toda la incertidumbre y la locura que generó le prende una lamparita a la gente que hace arte, por más que todo esté patas para arriba.
Me pasó eso, hacer de todo de una forma inspirada. La grabación fue toda pandémica, contacté a la gente que quería que participara. Mi padre grabó en su casa el piano eléctrico y me mandaba los archivos. Lo mismo Nicolás Ibarburu. También se grabaron músicas en Argentina. Acá en Estados Unidos fui a dos lugares diferentes para la grabación de las baterías pero después todos grabaron en su casa.
¿Cómo explicás el sonido de un bajo sin trastes? ¿Por qué hiciste esa elección?
El bajo sin trastes se asemeja más a lo que es un chelo, por decir un instrumento. Al arrastrar los dedos por las cuerdas sin tener nada que los frene te da la posibilidad de ser como una voz. El primero que lo hizo fue Jaco Pastorius. Le sacó los trastes al bajo, le puso una resina de barco y lo tocaba así. Creó un sonido nuevo.
A partir de ahí muchos bajistas empezaron a utilizarlo para hacer melodías en las canciones. Hay discos de Fito Paes, de Miles Davis en los que viene sonando la música normal, toca una melodía una trompeta o un teclado y en una parte toca el bajo sin trastes. Le pone como un eco. Tiene un sonido muy lindo.
Siempre soñé con hacer algo así, es un sonido que me gustaba mucho y que lleva su tiempo hacerlo bien. Me parecía ideal para el tema de estas canciones. ¿Qué pasa? Lo que yo quería con este disco es que cualquier persona, sea músico o lo que sea, que escuche una canción, si la conoce, que la lleve a esa canción. Fue un desafío encontrar eso con el bajo, hacer que el bajo vaya por el camino de la voz.
Ese efecto se logra. Esa memoria aparece al escuchar las canciones.
Eso fue como el desafío más grande del disco para mí. De repente a un tema lo escuchás y quizás no tiene una gran melodía pero sí está bueno lo que está diciendo. Por ejemplo, Nirvana tiene grandes canciones y las probé en el bajo pero no tenía mucho sentido porque se repetían las notas. Ya te perdías de lo que era el tema por hacerlo instrumental. Hice una búsqueda de canciones en las que las melodías combinaran con el bajo, que se entendieran claramente. Después, estudiar realmente arriba de la grabación original.
La canción de Gardel, la de Fito Páez… las escuché toda la vida pero hay algo, cada cantante tiene pequeños movimientos. La de Alejandro Sanz me re costó. Tuve que aprender pedacito por pedacito, arriba de la voz, tratando de igualar con el bajo todos esos pequeños movimientos.
¿Cómo terminaste armando la selección de temas?
Siempre soy muy del corazón. Hay gente que quizás hace un disco similar al que yo hice con la idea de únicamente llegarle a más gente, haciendo canciones famosas. Yo también quiero llegarle a más gente, es algo que quiero hacer, pero lo hago a través del arte 100%.
En algunos casos fue fácil porque Gardel siempre se escuchó en mi casa, a Fito Páez lo acompañé toda la vida porque mi tío (Osvaldo Fattoruso) tocaba con él en la época de El amor después del amor. Yo iba a las pruebas de sonido a romper las pelotas. Luis Alberto Spinetta que fue el que me recomendó para que entrara a Illya Kuryaki, yo iba a su estudio y teníamos súper buena onda. ¿Qué decir de los Beatles? En el caso de Ivan Lins es un tema que es un gran hit en Brasil. Ese tema me trae muchos recuerdos de los shows que hago con él cuando viene a Estados Unidos.
El tema de Jobim no es un hit, sí lo conocen mucho en Brasil sobre todo la gente más grande porque hay dos versiones. Una se llama Amparo que es la original, de los 70, y a finales de los 70 la grabó Chico Buarque y le puso letra, se llama Olha Maria. Está genial esa versión. De Gardel podía haber elegido otra pero siempre quise hacer ese tema. Hace años que tenía ganas de hacerlo en el bajo porque me parecía que era muy interesante todo lo que pasaba con la melodía.
No hay que ser muy sagaz para saber que en tu casa escuchaste mucha música toda la vida, tanto en vivo como grabada. Mucha música, muy variada, de diversos orígenes. Luego vos también tocás mucho hace mucho. ¿Cómo sos a la hora de escuchar música? ¿Muy selectivo, escuchás de todo?
En general es como que me gusta toda la música. De vez en cuando escucho cosas que siento que están mal hechas o que no son buenas. Cosas que de repente suenan en la radio hoy en día y no puedo creer cómo eso se aceptó como estándar. Yo vengo de la época en la que en la radio sonaba Queen, Pink Floyd, Guns N’ Roses, Eric Clapton… no había bandas malas. La peor era Milli Vanilli, que después desapareció.
Pero después, de verdad es como que me gusta toda la música.
Yo me crié en mi casa de Brasil, tenía a mi madre que canta y toca Bossa Nova todos los días, y pone música brasileña. Mi padre que tenía los teclados en el living y hacía arreglos, ensayaba con dos o tres músicos. A veces era todo el día, cuando me iba a dormir lo hacía escuchando tocar así. Era un apartamento, no era muy grande. Por otro lado toda mi generación, lo que escuchaban mis amigos, hard rock, heavy metal, rap. Escuchaba de todo.
Realmente me crié escuchando de todo aunque en mi casa no es que pongo cualquier disco. Tengo cosas que me encantan del tango, de la música clásica, del metal, del death metal, del candombe, de la música brasileña, el funk, jazz… En diferentes épocas la música me pega de diferentes maneras.
Eso se nota en tus composiciones, como que hay mucha música, mucha fusión, mucha mezcla. Eso debe venir también de ahí. Y te debe ayudar a tener esa variedad de artistas con los que trabajás.
Es fundamental para cualquier músico de sesión. Por un lado tenés músicos que forman parte de una banda, como La Vela Puerca o los Foo Fighters, que son músicos en los que todo su trabajo tiene que ver con esa agrupación y van creciendo con eso. En el caso de los músicos de sesión lo ideal es tocar la música que te toque de la forma más natural posible. La única manera de hacer realmente eso es tener conocimiento de esa música, aunque sea de escucharla.
Yo siento que los músicos somos como camaleones en ese sentido. Siento que cuando voy a tocar con Ivan Lins soy un bajista brasileño. Se acabó. Y cuando voy a tocar con Illya Kuryaki soy un bajista de funk. Así con cada proyecto, te tenés que transformar un poco. Sí me ha ayudado mucho esa diversidad de estilos a la hora de tocar bien en los distintos tipos de trabajo.
En el verano tocaste con Matías Rada en un homenaje a tu padre y al de él. Ahora en este disco Julieta Rada te acompaña en el tema El amor después del amor. Hay algo muy interesante ahí en cuanto a que ustedes sigan trabajando juntos, haciendo música juntos, como lo hicieron los padres de ustedes que son referentes enormes de la música uruguaya. Para ustedes debe ser algo natural porque se conocen de toda la vida. ¿Pensás en eso, te genera alguna reflexión esto que se va renovando dentro de una tradición muy fuerte de la música uruguaya?
Para mí es algo súper emocionante. Como ellos fueron muy amigos toda la vida, de cierta forma nos criaron con los unos y los otros muy presentes. Nos sentimos de cierta forma como primos y tenemos una relación personal muy buena. También se mezcla con la parte de la música. Yo soy muy objetivo a la hora de hacer música, no mezclo mucho las cosas. Si lo mezclo es porque algo está pasando que es espectacular.
¿Qué decir de Julieta Rada? Yo la conozco de cuando no sabía cantar, era una ratita. Para mí es re emocionante. En Illya Kuriaki estaba Dante que es hijo de Luis Alberto Spinetta, Matías Rada y yo… cuando me di cuenta dije ‘¡pah, esto está buenísimo!’
El disco incluye Break it all, que es un tema clásico de los Shakers, de tu padre y tu tío. Pero lo llevaste al candombe. ¿Cómo surgió esa idea?
Fue uno de los últimos temas que puse porque el disco empezó a agarrar ese perfil y saqué algunos temas que me parecía que no combinaban del todo. Ahí me pregunté si no habría algún tema de los Shakers. Empecé a tocar algunos temas, algunas melodías y se me ocurrió que Rompan todo podría andar.
Fue muy raro como se dio. Yo grabé como un loop que no era de candombe, era como una mezcla de unos ritmos árabes con una cosa medio brasilera. Y en un momento me di cuenta que ese ritmo era como medio terraja, no estaba tan bueno. ¿Qué podía hacer para que quedara más orgánico? Como por arte de magia, sin darme cuenta, todo lo que yo había tocado estaba dentro del candombe. Lo que había tocado en las guitarras acústicas, en los teclados. Dije.. ¿será? Y le puse un loop de candombe para ver cómo sonaba y quedó perfecto. Ta, no puedo creer. De hecho no regrabé ningún instrumento, quedaron los que ya había grabado y lo único que hice fue mandarle el tema a Coby Acosta y lo grabó en Montevideo. Estábamos conectados, yo estaba online, que es algo que vengo haciendo hace tiempo.
Los tambores fueron grabados en Montevideo.
Si, si y fueron grabados para el disco. Hoy en día con la tecnología mucha gente va agarrando pedacitos, si bien todo está permitido y se puede, preferí poder grabarlo en Uruguay, con tambores de verdad.