“El candombe es lo más salvaje y auténtico que hay, puede sobrevivir por sí solo”. La frase pertenece a la cantante y educadora Chabela Ramírez y está recogida en el libro Los bajos del candombe. Salvaje, auténtico y sobreviviente, el candombe es cada vez más valorado en todas sus facetas y este trabajo de Marcos y Nacho viene a ponerlo por escrito: ya sea en partitura o en texto.
Fueron siete años de trabajo para estos dos bajistas uruguayos de amplia trayectoria dentro y fuera del país.
Expósito ahora vive en Barcelona y antes lo hizo en Brasil. Profesor y músico de sesión, además de tener su proyecto solista, ha tocado junto a artistas como Hugo Fatturuso, los Ibarburu, Leo Maslíah y Gustavo Ripa, entre muchos otros.
Mateu es bajista de Ruben Rada y a lo largo de su trayectoria actuó junto a Charly García, Laura Canoura, Edu Lombardo, Gustavo “Príncipe” Pena, Ana Prada, Rossana Taddei y Fernando Cabrera, también, entre muchos otros.
Esos siete años comenzaron con una charla de mate en la que ambos descubrieron que compartían el interés de desarrollar un material didáctico sobre el bajo y el candombe. Con idas y vueltas, viajes y distintos proyectos personales en el medio, el material fue tomando forma.
“Los bajos del candombe” primero tiene una parte más técnica con partituras de ejercicios para “entrenamiento y desarrollo” de los bajistas. Luego incorpora otras 55 partituras en formato “play along”. Esto supone que el músico pueda prácticar tocando sobre la base de una batería.
Finalmente, el libro aporta la experiencia musical y cultural de referentes del bajo y del candombe en general, a través de entrevistas que realizaron los propios autores. Entonces, el trabajo trasciende el ya relevante aporte técnico que tiene para los músicos y se vuelve un material atractivo para todos los interesados en la cultura popular.
Allí aparecen entrevistas, por ejemplo, con Ruben Rada, Jaime Roos, Fernando “Lobo” Nuñez, Shyra Panzardo, Alberto Magnone, Mariana Ingold, Federico García Vigil, Jorge Trasante, Alberto “Madrake” Wolf, Urbano Moraes y Mateo Moreno.
Esas entrevistas van intercaladas con el trabajo que realizaron Mateu y Expósito para escribir la partitura de los bajos en 33 candombes clásicos. Una tarea minuciosa que, como fue hecha a distancia, incluyó que ambos tuvieran un grupo de whatsapp por cada uno de los temas en el que intercambiaban compás por compás y nota por nota cómo debía ser transcripto.
El libro ya está disponible en papel (*) y en breve se culminará su edición en formato digital.
Expósito dice que espera que a partir de este libro haya “más raíz, más respeto y más conocimiento” sobre el candombe. La misma raíz, el mismo respeto y el mismo conocimiento que ellos pusieron para lograr un material fundamental, del que hablaron con 180.
¿Cómo surgió la idea de hacer este libro?
NM – Terminar haciendo el libro juntos fue una coincidencia. Un día nos juntamos a charlar un poco de música con Marquitos, no nos conocíamos personalmente, nos habíamos visto solo alguna vez. En la charla surgió que ambos por separado teníamos la idea de trabajar en un material didáctico, en un libro, capaz que de candombe. Yo tenía la idea de hacer un libro más genérico para bajistas, puntualmente. En esa charla vimos que teníamos una línea en común, una idea que podíamos reforzarla con el laburo en conjunto, y terminó siendo el puntapié inicial para el libro que en su comienzo era más que nada para bajistas, para enseñar a tocar el candombe en el instrumento.
A medida que fuimos avanzando, el libro fue teniendo una cuota más histórica, un contenido más genérico que le puede interesar tanto a músicos como a amantes de la música, lectores, estudiosos del estilo, más allá del bajo.
Entonces piensan que cualquier persona puede acercarse a este material, que no es un libro solo para músicos.
ME – Creo que para cualquier persona interesada, ya sea músico, bajista o no bajista, amante de la música o simplemente un curioso, es de sumo interés. Obviamente está toda la parte específica para el nicho de los músicos, sobre todo de bajistas, donde están los ejercicios y el libro es más técnico. Pero después está la otra parte que son 200 páginas que ya de por sí sería un libro solo con 40 y pico de entrevistas que cualquier persona puede leer. Me parece que ahí se nos abrió una gama de gente, de posibilidades. El público objetivo se agrandó radicalmente.
La impresión que tengo es que el material es bastante novedoso en Uruguay, pensando en general en la música y en el candombe en particular. La investigación que hicieron es innovadora.
NM - Si, de hecho parte de la idea de hacer este libro es también una sensación de responsabilidad que teníamos cada uno de dejar plasmado un material más concreto del bajo, que es el instrumento que tocamos y en el que podemos desarrollar más la informaciónñ. Pero de hecho ya nos está pasando que puede ser punto de partida para otros colegas con otros instrumentos.
Obviamente lleva mucho tiempo y mucho trabajo de investigación. Nosotros no somos periodistas, somos músicos, y entonces nos fuimos metiendo en unos vericuetos impresionantes que están buenísimos. Nos transformamos en entrevistadores de un día para otro. Pero era lo que necesitábamos para mostrar el lunfardo y lo que no te puede contar nadie a no ser que sean los mismos protagonistas.
Hay mucho material histórico del candombe. Muchos historiadores y musicólogos hablando sobre historia del candombe. Pero creo que este formato es bastante innovador al mezclar la parte de entrevistas y la parte más técnica de transcripciones. Yo de hecho no lo había visto en ningún otro estilo. Pero fue medio coincidencia.
¿Cómo fue el trabajo de rescate o de escritura de las partituras?
ME – Un laburo chino. Es un trabajo de mucha oreja y mucho rato tratando de indentificar qué está tocando. El bajo es un instrumento que ya de por sí, si no sos bajista, te es muy difícil de identificar. Para nosotros eso no es lo complicado pero sí pasa que somos los dos bastante meticulosos y detallistas.
Es gracioso que entre los dos teníamos 35 grupos de whatsapp. Treinta y tres eran los temas, el nombre de los temas y discutir compás por compás qué notas eran, las dudas. Después el chat de la producción y después el personal. Fue un laburo muy fuerte, de meter mucha oreja.
NM – Teníamos 33 transcripciones. De repente estábamos hablando del compás 15 de Candombe para Gardel u otro tema y en el mismo chat empezábamos a hablar del mismo tema y no encontrabas nunca la foto del compás, cuál era, entonces un día se nos ocurrió tener esos 35 chats. Era buenísimo porque Marquitos tiene cuatro o cinco horas de diferencia y por ejemplo yo me quedaba trabajando de noche y él, cuando se levantaba al otro día, tenía 35 chats para responder. Fue una linda tortura.
Mateu y Expósito, autores de Los bajos del candombe (Foto: Juan Pedro Porcile)
¿Cómo fue la selección de los temas y de los entrevistados?
NM – En un comienzo, más allá de que había algunas músicas icónicas que queríamos tener, nos basamos en elegir a los personajes, los bajistas históricos antes que la canción. Queríamos que estuvieran Urbano Moraes, Daniel Maza, Ringo Thielmann... así, y después hacíamos la investigación de cuál sería el tema más representativo de ese músico, qué aportó al toque de él, al sonido, en qué época.
Así arrancó el primer núcleo grande de canciones, son 33 y así fueron las primeras 15. Después estuvimos como dos años desarrollando y juntando material. Los últimos 10 o 15 músicos y canciones queríamos que fueran lo más representativos de edades y de estilos dentro del candombe. Algún candombe más fusionero, otro que tuviera que ver más con el latin, otro más moderno con el hip hop, con el canto popular. Así se abrió y se terminó el abanico de esas 33 músicas.
Aparte de eso elegimos algunos personajes que no son bajistas necesariamente pero sí fudamentales para el libro y para contar la historia: el Lobo Núñez, Chabela Ramírez, Juan Gularte, Martín Buscaglia.
¿Cómo le explican el papel del bajo en el candombe a alguien que no sepa de música?
ME – En sí el candombe no necesita de más nada que los tres tambores. Partiendo de eso, está bueno ver cómo se meten los instrumentos. El bajo cumple una función sobre todo, históricamente y como base, de imitar o pegarse al tambor piano, el más grave, el más grande. Como el bajo es un instrumento además de rítmico, armónico, creo que la función que cumple es la de puente entre lo rítmico y lo armónico. Porque el candombe es rítmico. Es el instrumento excelente que une lo que es la percusión y la calle, la tradición, con los otros instrumentos y el formato de canción, de candombe con instrumentos venidos de otros lugares.
Definirlo como un puente es una buena metáfora, una buena representación.
¿Cuál es la relación que tienen ustedes con el candombe? ¿Cómo surge?
ME – Mi primeras clases de instrumento fueron con los tambores. Empecé en Sinfonía de Ansina. Tenía ocho o nueve años y empecé con el chico.
Particularmente es una pasión que nace de muy chico. Después cuando empezás a estudiar y te empieza a gustar es como una pasión. Luego me fui a vivir a Brasil, que vive de sus ritmos y son decenas de ritmos. Ya valoraba el candombe pero el hecho del viaje fue ver que tenemos una cosa que es una joya increíble y que es nuestra.
¿Y vos Nacho?
NM – A mí me pasó que hasta los 18 años no estaba muy por dentro. Obviamente había escuchado a Jaime y a Rada toda la vida. Vivía en la Unión y antes no era tan común como hoy que hubiera una cuerda de tambores que se suena todo en todos lados. Había unos vecinos que arrancaban a tocar los tambores y no identificabas ni una célula rítmica, eran la peor cuerda de tambores del Uruguay. Ese era mi contacto inicial.
Por suerte enseguida empecé a tocar en una banda que se llamaba La Sonora del Sur, que era una banda de candombe rock que estaba buenísima y tenía una cuerda de tambores tremenda. Era un cuadro que ya se sonaba todo.
Después me fui a estudiar a Buenos Aires como cuatro años y también me pasó que me fui dos meses a Rio de Janeiro a ver qué pasaba. Ahí terminé de darme cuenta de la riqueza que teníamos acá. Cuando volví a Montevideo, al poco tiempo, empecé a tener la suerte de tocar con Rada. Eso obviamente te pone desde otro lugar, tocando con el Lobo (Nuñez), con una cuerda de tambores increíble. Además empezar a viajar a Argentina todo el tiempo a hacer giras y darte cuenta de que el momento más fuerte del show, más allá de lo que es Rada, es cuando hacían el solo de tambores. Realmente esto es lo nuestro de verdad. Agarrás la bandera y lo defendés a muerte, como un cuadro de fútbol.
Realmente es nuestro único ritmo autóctono de verdad y, como dice el Lobo, surgió de instrumentos inventados acá.
¿Qué expectativas tienen ahora con el libro?
ME – Trasladar este conocimiento que para nosotros era muy importante sistematizar y concretar en un libro, que este conocimiento se afinque y se pase de generación en generación, como una gran foto de la historia, de una época muy importante. Sobre todo pensando en el época de la gestación. Que haya más raíz, más respeto, más conocimiento.
NM – Hacer escuela. A los 15 años en Uruguay cuando empecé a tocar el bajo un regalo obligado era un libro que se llama “Afro-cuban bass groove”, que venía con un CD. Entonces te ponías a tocar timba, boleros. De hecho lo tengo. Está mortal. Los tipos además de ser recontra pro y muy avanzados en la enseñanza, tenían sistematizado un trabajo. Con la música brasileña supongo que debe pasar lo mismo. Ni qué hablar con el jazz.
Entonces, ahora el material está ahí y cada uno puede empezar a desarrollarlo y estudiarlo a su manera.
Los bajos del candombe es una edición independiente que está disponible en las librerías Amazonia Libros, Escaramuza, Montevideo, Discomoda | Little Butterfly Récords, y proximamente en el El abrazo Colonia. Además se puede solicitar en la cuenta de Instagram del libro.