El dato surge de la Encuesta Nacional de Lactancia, Prácticas de Alimentación y Anemia en menores de 24 meses usuarios del Sistema Nacional Integrado de Salud 2020.
Otro dato de ese informe es que la anemia sigue teniendo valores preocupantes en menores de dos años. Además, hubo aumento en la prevalencia de sobrepeso u obesidad y el retraso de crecimiento en la población estudiada respecto de 2011.
No toquen nada habló con Carolina de León, magíster en Nutrición y una de las autoras de la encuesta.
Después de ocho años el país cuenta con información sobre la situación de lactancia materna y anemia infantil en niños de hasta 24 meses.
La tasa de lactancia exclusiva en menores de seis meses, si bien es alta al compararla con guarismos internacionales, descendió casi ocho puntos porcentuales respecto a los datos de 2011: bajó de 65,7% a 57,4%.
De León dijo que la evidencia muestra que la lactancia exclusiva protege respecto a los problemas de sobrepeso y crecimiento, y también respecto a la anemia, por lo que este dato resulta preocupante.
Explicó además que hay una relación entre esta caída y el uso extendido de preparados para lactantes en los primeros días o meses de vida.
“La tasa de lactancia materna exclusiva se vuelve a ubicar en porcentajes iguales que los de 2007. Lo importante es analizar por qué baja la tasa y nosotros creemos que es porque hay un descenso importante en la prevalencia de la lactancia exclusiva el primer mes de vida. La prevalencia al primer mes de vida de la lactancia materna exclusiva es del 60 y poco por ciento. Entonces eso tira para abajo la tasa de lactancia exclusiva. Esto coincide con el uso muy aumentado de preparados para lactantes”, explicó.
De León contó que una particularidad de esta encuesta, respecto a la de 2011, es que profundizó en las prácticas de lactancia inmediatas al nacimiento (en las maternidades): cuándo se prendió al pecho por primera vez el bebé, primeros alimentos ingeridos y las indicaciones de alimentación al alta.
Así encontraron que el 44,5% de los niños recibió preparado para lactante (PPL) durante el período de internación (o sea, primeros días de vida) y un 25,5% recibió la indicación, al alta, de seguir amamantando con el agregado de PPL.
De León aclaró que hay casos en los que se justifica la indicación de PPL: cuando el bebé no puede tomar ni directamente del pecho de su madre, ni leche extraída de su madre, ni leche de banco de leche humana. Sin embargo, estas situaciones son de excepción, muy lejanas a ese porcentaje del 44,5 que arrojó la encuesta.
Uno de los problemas del uso de PPL cuando no es necesario es que no tiene la inmunidad, las inmunoglobulinas que proporciona la leche materna. Pero además tiene algunos riesgos.
“Hubo una naturalización de estos productos como sustitutos idénticos a la leche humana o sin ningún riesgo asociado. La realidad es que tienen ciertos riesgos potenciales. Afecta directamente el establecimiento de una lactancia efectiva porque cuando asociamos un preparado, sobre todo en los primeros momentos, en las primeras horas, días; los ritmos, la producción de leche y la demanda se van a ver afectados. Va a ser que el lactante al recibir una alimento diferente quede más saciado por más tiempo, alterando los reflejos espontáneos que tienen los recién nacidos de tener una solicitud bastante frecuente al pecho. Las señales de apetito y saciedad se alteran, la producción de leche que depende de cuánto el bebé solicita empieza a alterarse o no se desarrolla plenamente. Esto afecta la exclusividad de la lactancia. Aparecen otros riesgos vinculados a las intolerancias o las alergias alimentarias. También se han descripto en muchos trabajos aumentos de peso más acelerados”, señaló.
Por eso dijo que se debería profundizar en este dato, y también en el del alto porcentaje de cesáreas, porque hay una correlación entre ambos factores, y también entre la cesárea y la práctica recomendada de prender el bebé al pecho antes de su primera hora de vida.
“La encuesta muestra que las cesáreas se encuentran en un 46%. Al indagar en las mujeres que habían tenido sus bebés, cuáles eran las causas por las cuales se les había indicado un preparado, estaba la referencia de las mujeres a que nació por cesárea. También en el inicio de la lactancia hay diferencias por el tipo de nacimiento. En el caso de los nacimiento por parto, inician la lactancia en la primera hora el 72,4%, mientras que en los nacimientos por cesárea la inician en la primera hora el 38,9%. Ahí se pierde una gran oportunidad de favorecer el buen andar de la lactancia porque los recién nacidos tienen ciertos reflejos que desaparecen luego, son los de la succión temprana y de ir hacia el pecho de la madre. Queda por profundizar el análisis de estos puntos”, afirmó.
Dato positivo
Entre los datos alentadores de esta encuesta, Carolina de León menciona, por un lado, que en general aumentó el período de lactancia (aunque bajó la exclusividad) y, por otro, que descendió el uso de leche de vaca como primer alimento diferente a la leche humana: pasa del 9,6% en 2011 a 4,4% actualmente. Esto es un dato positivo porque, según explicó Carolina de León, la leche de vaca es absolutamente nociva para los lactantes. A veces se receta leche de vaca diluida porque en algunos contextos no es posible sostener el consumo de PPL.
Talla u obesidad
La encuesta destaca el aumento en la prevalencia de sobrepeso u obesidad y del retraso de crecimiento en la población estudiada respecto de 2011: detectó una prevalencia de sobrepeso u obesidad del 10,1% y de retraso del crecimiento del 11,5%. En 2011 eran de 9,8% y de 8,5%, respectivamente.
Carolina de León explicó a No toquen nada por qué el retraso del crecimiento no es contradictorio con el sobrepeso y la obesidad.
“Los problemas de carencias están asociados también a los de mal nutrición por exceso. No siempre cuando hay anemia está descontado el sobrepeso o cuando hay retraso de talla no hay sobrepeso. Al contrario. Ya sabemos por otros estudios, incluso la encuesta de 2011, que el retraso de talla genera un factor de riesgo para el desarrollo de sobrepeso u obesidad. Estos temas tienen que ser abordados durante todo el embarazo y en los primeros dos y tres años. El mayor desafío es poder tratarlos en conjunto”, dijo.
Anemia
Un dato que se mantiene estable es un guarismo que no es bueno. Este es el segundo relevamiento oficial sobre la anemia de los niños de 0 a 2 años en el país.
No hay un cambio significativo con la anterior medición de 2011. Según De León, el dato sigue siendo preocupante.
“Se puede decir que la anemia en el 2011 era del 31% y bajó al 27%. Como los intervalos de confianza se solapan, no serían diferencias estadísticamente significativas. La información concreta es que persiste el problema. Los resultados siguen siendo preocupantes. Y es un valor que asciende significativamente en el subsector público de Montevideo”, advirtió.
De León dijo que preocupa la anemia entre los niños de entre 18 y 23 meses. Y comentó que esto genera dudas sobre si se cumple con la indicación de dar suplemento de hierro a niños de entre 4 y 24 meses, a pesar de que, según esta misma encuesta, la mayoría de las familias responden que sí.
Sobre la anemia, esta encuesta marca la actualización de aquella encuesta de 2011, la única que relevó la prevalencia de anemia en niños de hasta dos años de todo el país.
Para poder entender la importancia de contar con este dato se puede recordar lo que nos dijo en 2019 el doctor Luis Barbeito, médico y uno de los responsables científicos del Instituto Pasteur en el área de neurodegeneración, sobre la importancia de detectar la anemia en niños pequeños.
“Tanto la anemia materna como la perinatal, en lo que de seis a 18 meses, provoca un claro retraso en el crecimiento de todo el organismo y, sobre todo, en el desarrollo cerebral en niños menores de cinco años. Por eso es tan importante la atención que le tenemos que dar a la nutrición y a los estados carenciales de hierro”, afirmó.
Con base en un informe de Nadia Piedra Cueva para No toquen nada.