El jefe del gobierno, que se presenta como independiente, culpó a la clase política tradicional de su fracaso, y arremetió contra la "corrupción" que llevó a este "terremoto que golpeó al país".
"Hoy, anuncio la dimisión de este gobierno", dijo en un discurso televisado dirigido a los libaneses.
"La catástrofe que afectó a los libaneses en el corazón (..) ocurrió a causa de la corrupción endémica en la política, la administración y en el Estado", añadió.
"Descubrí que la corrupción institucional era más fuerte que el Estado", agregó Diab, profesor universitario que formó su gobierno en enero.
Este gobierno que se presenta como un equipo de tecnócratas tuvo que negociar las carteras con un solo campo político, el movimiento chiita del Hezbolá y sus aliados, especialmente el partido presidencial, la Corriente patriótica libre (CPL).
Cuando Diab iniciaba su discurso, se registraron choques en el centro de la ciudad en los alrededores del parlamento. Manifestantes lanzaban piedras contra las fuerzas de seguridad que replicaron con gases lacrimógenos.
Esta renuncia no daría satisfacción al movimiento de protestas que pide la salida de toda la clase política acusada de corrupción e incompetencia.
Cuatro miembros de su gabinete ya habían dimitido después de la explosión del 4 de agosto que provocó la muerte de al menos 160 personas y 6.000 heridos y reactivó las protestas populares.
Casi una semana después de la explosión, las autoridades libanesas acusadas de corrupción e incompetencia por la ciudadanía aún no respondían con claridad a la pregunta que se hace todo el mundo: ¿por qué una enorme cantidad de nitrato de amonio se encontraba almacenada en el puerto de la capital libanesa?
Lo que provocó la catástrofe fue un incendio en un depósito donde estaban almacenadas 2.750 toneladas de nitrato de amonio desde hace seis años sin "medidas de precaución", según reconoció el primer ministro Hassan Diab.
Tras las tensas manifestaciones de sábado y domingo, los ministros de Finanzas, Ghazi Wazni, y de Justicia, Marie-Claude Najm, anunciaron este lunes su dimisión, lo que elevó a cuatro las renuncias de integrantes del ejecutivo.
El domingo ya habían anunciado su marcha del ejecutivo la ministra de Información, Manal Abdel Samad, y el de Medio Ambiente, Damianos Kattar. Nueve diputados también renunciaron a su cargo.
Los manifestantes clamaban venganza
El primer ministro había asegurado que estaba dispuesto a mantenerse dos meses en su cargo hasta la organización de elecciones anticipadas.
En las protestas del fin de semana, reprimidas por las fuerzas de seguridad, los manifestantes clamaban venganza contra una clase política acorralada.
"Todos quiere decir todos", gritaban los manifestantes que desconfían de la clase política.
En el lugar de la explosión, los socorristas perdieron la esperanza de encontrar a nuevos supervivientes. Quedan menos de 20 personas desaparecidas, según las autoridades.
"Exigimos que continúe la búsqueda de supervivientes", afirmó en las redes sociales Emilie Hasrouty, cuyo hermano, de 38 años, trabajaba en el puerto y se encontraría bajo los escombros.
La tragedia de la semana pasada dio fuelle al movimiento de indignación que había surgido el 17 de octubre de 2019 en Líbano para denunciar la corrupción de la clase política, pero que desertó las calles con la pandemia del nuevo coronavirus.
La comunidad internacional, que exige desde hace años a Beirut reformas y luchar contra la corrupción, volvió a mostrar el domingo su desconfianza hacia las autoridades libanesas.
Una videoconferencia de donantes presidida por Francia y la ONU, recaudó 252,7 millones de euros (297,23 millones de dólares) de ayudas que serán distribuidas directamente a la población.