Los discursos hablaron de equilibrio, de la acumulación del poder y de la “revolución silenciosa”. Ambos candidatos se mostraron confiados de lo que revelarán las urnas el domingo a la noche, a pesar “de que algunos puedan estar envueltos en la soberbia exitista de un presunto triunfo”, señaló Larrañaga. En tanto, Lacalle habló de “actas exactas, inviolables, que transmitan al país el misterio de la urna” y afirmó que “no vale un arrepentimiento tardío, un cambio de idea”.
Puesta de sol celeste y blanca
Pelucas azules y banderas celestes y blancas con el rostro de Aparicio Saravia se podían ver ya a la tardecita del jueves. Los votantes de Lacalle caminaban por las calles paralelas a 18 de Julio, rumbo a la Plaza Independencia, donde sobre la caída del sol el Partido Nacional cerró su campaña. Por la Avenida céntrica caminaban los frenteamplistas, en busca de su banderazo.
Quienes se dedicaron a vender banderas de Uruguay estaban en zafra. Esas, más algunas del PN se entreveraban entre las decenas de banderas de colores que llevan la inscripción “Lacalle – Larrañaga” y otras tantas de la Unión Cívica.
Con la mitad de la Plaza Independencia llena de gente, todos mirando hacia el monumento de Artigas, y coincidiendo con la puesta del sol, el presentador anunció que Lacalle y Larrañaga habían llegado. También informó que los colorados Pedro Bordaberry y Hugo De León asistieron al acto. Los colorados escucharon las oratorias de pie, junto a varios integrantes del Partido Nacional. Pero antes, los presentes cantaron el himno. “Sin murga”, comentó aliviada una señora ubicada en la primera fila.
Los candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia colocaron una ofrenda floral a los pies del monumento de Artigas, ante lo cual, la gente comenzó a gritar “¡Viva la Patria! ¡Viva Uruguay!”.
“Viva Wilson, viva Batlle, viva Seregni”
Jorge Larrañaga se dirigió a los orientales de todos los partidos. “Me nace desde lo más profundo de mi corazón, desde el litoral inundado con miles de familias con dificultades, con mujeres atrapadas por la zozobra del destino incierto con sus hijos, pero desde todos los rincones del país me nace un abrazo enorme, a los que nos apoyaron, a los que nos apoyan y a los que puedan estar en tiendas distintas”. Agradeció a los nacionalistas pero también al Partido Colorado porque, dijo, “el edificio nacional se cimenta en dos grandes columnas que, a lo largo de más de 173 años, han construido el destino de este país”.
Reconoció que transitaron “un largo camino, en repecho”. “Hoy, más allá de que algunos puedan estar envueltos en la soberbia exitista de un presunto triunfo, les decimos que las urnas van a hablar”, lo que se dará, dijo, gracias a una “revolución silenciosa”. La decisión del domingo, reiteró, es “entre la concentración del poder en una sola persona o en el camino del entendimiento”. “Los convocamos al esfuerzo final, a la alegría, al sueño que no puede morir primero”. La convocatoria también es a “construir el Uruguay de las respuestas frente a la infantilización de la pobreza, frente a quienes pretenden igualar hacia abajo en vez de igualar hacia arriba”.
“No vacilamos en decir ‘viva Wilson’, ‘viva Batlle’, ‘viva Seregni’, viva todos los compatriotas”, afirmó Larrañaga quien continuó: “viva el Partido Nacional, el Partido Colorado, la Unión Cívica, los compatriotas de otras colectividades políticas”.
Cerró su discurso manifestando su convencimiento de que los blancos ganarán el balotaje y enviando un mensaje directo a los frenteamplistas. “El domingo, sepan todos, fundamentalmente los jóvenes, sepan todos, los que están acá y los que están en la rambla, sepan que uruguayos somos todos; que la mejor manera de mirar el porvenir es decir que lo mejor está por venir. ¡Viva la Patria! ¡Viva el Uruguay! ¡Vamos a ganar, en las urnas, vamos a ganar!”.
El 30, mano tendida
El ex presidente repartió besos entre los niños que rodeaban el estrado antes de subir a dar su discurso, del que dedicó buena parte a hablar de José Artigas. Afirmó que la Plaza Independencia es el lugar que representa el eje central de la nacionalidad, donde se recuerda al prócer “no sólo ante la estatua ni ante los restos que aquí permanecerán”, lo que generó aplausos y gritos entre los presentes. “Recordemos”, continuó, “que uno solo podrá ostentar el más lindo título que nadie jamás en la historia tuvo: jefe de los orientales y protector de los pueblos libres”.
“Sus triunfos no se miden en batallas sino en ideas”, aseguró. “Dijo que no había precio para el patrimonio de los orientales, cosa que sigue siendo cierta; que los orientales no necesitamos indicaciones ni tutorías a la hora de elegir nuestras autoridades y eso también es nuestro patrimonio, el de la independencia y soberanía ante la urna”.
Lacalle aseguró que no habrían podido elegir un “mejor lugar” para cerrar su campaña, “para agitar las banderas, que no son banderas que se agitan en son de batalla, aquí nadie está contra nadie”. Por eso, envió “palabras de fraternidad” hacia aquellos que el domingo no acompañarán a los blancos en las urnas. “Van a ejercer un derecho por el que hubo que luchar mucho, que tenemos que respetar y comprender. Todos iguales ante la urna”. Reiteró su pedido de respeto tanto en el momento del voto como en el escrutinio, hasta que las “actas exactas, inviolables, transmitan al país el misterio de la urna y habrá un presidente de todos los orientales”.
El voto del domingo tendrá consecuencias durante cinco años, sostuvo. Llamó a una reflexión previa y afirmó: “no vale un arrepentimiento tardío, un cambio de idea”.
Les pidió a los militantes que le den la mano a aquellos que votaron por el Frente Amplio, que esa decisión “no puede ser nunca semilla de discordia, de odio, de revancha o de sentimiento negativo”. Pidió también un minuto de silencio y de reflexión “por los que no están, que en tiempos mucho más imperfectos que los nuestros fueron capaces de mirarse por la mira un fusil, pero luego, de abrazarse; de aquellos que entregaron su vida por una causa pero que no sembraron el odio, sino una manera distinta de ver las cosas”.
Confesó que es un honor ver juntas a “las banderas manchadas con sangre y tatuadas con pólvora” de la batalla de Carpintería. Se refirió a “la intuición e inteligencia” de Pedro Bordaberry por manifestar su apoyo inmediato en la noche del 25 de octubre sin pedir nada a cambio: “somos dos partidos distintos que coincidimos en este momento histórico”, destacó Lacalle. “Lo sabe todo el país, no estamos solos, porque dos apoyos no alcanzan para el equilibrio”, dijo y enumeró a los posibles votantes del domingo: además de blancos y colorados, nombró a la Unión Cívica -a pesar de que ese sector pasó a formar parte del Partido Nacional en el 2008-, al Partido Independiente y al Frente Amplio, de donde llegarán apoyos, aseguró. “Todos tienen cosas importantes para decir, reconocemos en los otros el grado de razón y de soluciones positivas que puedan tener”.
El lunes 30 comienza otra tarea, indicó. La de la “construcción de puentes y tendido de la mano, a la espera de que la otra, la aprete fuerte”, dijo Lacalle, como otras veces manifestó Bordaberry.
“Tenemos la fortaleza de nuestras convicciones, pero ante ustedes no somos nada”, le dijo el presidenciable a sus seguidores; “somos lo que ustedes quieran que podamos llegar a ser, ante ustedes nos inclinamos”.