El camino sinuoso para llegar al nombre de Laura Raffo mostró errores groseros de estrategia y coordinación que dejan dudas para lo que se viene, la conducción del gobierno nacional.
El primer error se dio en las elecciones internas de junio. El Partido Nacional, el Partido Colorado y el Partido de la Gente habían planificado tener 500 votos que habilitaran el lema del Partido de la Concertación. Pero fallaron, no llegaron por 20 votos. Fue un error de coordinación amateur, que le puede pasar a una comisión de fomento de un barrio, pero no al Partido Colorado y el Partido Nacional.
Al no tener el lema de la Concertación se compraron un problema, buscar un nuevo lema para concertar. La idea del Partido Colorado y el Partido Nacional fue usar el lema del Partido Independiente y buscar nombres de consenso.
A fines de 2019 empezaron a sonar algunos: Sebastián Bauzá primero y Gerardo Sotelo después.
Bauzá se bajó casi de inmediato, en un gesto inusual en la política: dijo no estar capacitado para el cargo. Es bueno destacar su honestidad y su idea de que llegó a la política a colaborar en las áreas donde se siente idóneo.
Quedó el nombre de Gerardo Sotelo. El experiodista no se bajó al comienzo, sintió que estaba capacitado para pasar del periodismo a intendente en menos de un año.
En ese momento, a mediados de enero, la coalición iba con un candidato del Partido Independiente con el lema del Partido Independiente. Parecía que tenían algo cercano a un acuerdo.
Pero olvidaron un pequeño detalle: preguntarle qué le parecía este acuerdo a Cabildo Abierto. El partido de Manini Ríos tuvo el 11% de los votos en las elecciones nacionales y es el segundo socio en importancia del Partido Nacional en la coalición. Pero, lo dejaron mirando de afuera a Sotelo en la tapa del diario.
El Partido Colorado y el Partido Nacional olvidaron, además, que los choques de Cabildo Abierto y el Partido Independiente fueron fuertes y que las diferencias entre los partidos y los líderes son enormes en temas básicos. De hecho Pablo Mieres fue el único político que acusó a Manini de violar las normas y la ética al usar las estructuras de las Fuerzas Armadas para lanzar su candidatura.
Era obvio el lío en puerta con Cabildo Abierto, evidente. Pero el presidente electo no lo vio venir o no lo frenó a tiempo. Y este es un error insólito para quien pretende lidiar con una coalición por muchos años.
Fue Irene Moreira la que les pasó el primer aviso. La futura ministra de Vivienda aprovechó una conferencia de prensa para hacer pública la molestia y dijo, el 21 de enero, que las rispideces con el Partido Independiente no estaban limadas.
Pero ni con ese aviso, hecho a los gritos, Luis Lacalle Pou mandó frenar el caos. Unos días después Guido Manini Ríos dijo que se iba a lanzar él como candidato.
A partir de ahí fue el desbarajuste total. Cabildo Abierto demostró que le importa poco el daño cuando tiene que marcar la cancha. Y el Partido Colorado no se quedó atrás: redobló la apuesta y, en una muestra de reacción infantil, propuso a Ernesto Talvi.
Todos en el Partido Colorado, con Talvi a la cabeza, sabían que no podía ser el candidato, que Lacalle le pidió que esté en el Poder Ejecutivo para fortalecer la coalición. Pero tiraron el nombre igual.
Por unos días el Partido Colorado y Cabildo Abierto pusieron su pelea por delante del nuevo gobierno, una muestra preocupante de cómo se pueden dirimir algunas diferencias en el futuro.
Ante tal descalabro, Luis Lacalle Pou se puso al frente de las negociaciones. Ocupó tiempo clave de armar el gobierno para tratar de ordenar el relajo del que fue parte. Logró que Talvi y Manini se juntaran y dejarán de lado sus candidaturas. Tarde, pero lo logró.
Pero le costó 10 días más llegar a la candidata. Y en esos días de desesperación, quedó en evidencia que la estrategia era un candidato que le gane al Frente Amplio, no mucho más que eso.
Incluso lo declararon así, explítico. El sábado 1 de febrero el Partido Colorado tuvo una convención nacional para marcar su postura y decidió ir por un lema común. Julio María Sanguinetti, el secretario general, dijo que esperaba encontrar un candidato “digno” que no iba a ser un “experto en el municipio”.
Las exigencias estaban ya en el mínimo cuando apareció el nombre de la candidata.
Vale reconocer que al final lograron más de lo que Sanguinetti pedía.
Laura Raffo es una digna candidata, quizá incluso puedas ser una buena candidata.
El problema es que ahora Raffo es una candidata elegida en medio de la desesperación y después de descartar varios nombres. Es una candidata sin programa de una coalición que demostró que le cuesta mucho ponerse de acuerdo.
Quizá la capacidad de Raffo alcance para semejante tarea.
Pero tendrá que armar en poco tiempo un programa y un equipo con gente que ni siquiera conoce y que pertenece a varios partidos con ideas distintas.
Los antecedentes recientes no son buenos: los socios de la coalición dieron muestras de que están dispuestos a arrancarse los ojos en discusiones que ni siquiera incluyen ideas ni posturas políticas.
Pero más allá de Montevideo queda la duda de cómo harán a partir de ahora a nivel nacional, cómo encarará la coalición las discusiones de leyes e ideas de gobierno, de posturas enfrentadas sobre temas claves de la sociedad.
Después de este entuerto para elegir candidato en Montevideo se encendió una luz amarilla, de advertencia, sobre la capacidad de negociar de los socios políticos. Y, además, se encendió otra luz amarilla de advertencia por los errores para conducir el proceso de Luis Lacalle Pou; el presidente electo dejó muchas dudas de cómo hará para lidiar con los desbarajustes cromáticos de la coalición.
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