Es un final de ciclo electoral acorde a lo que se vio durante todo el año: un enfrentamiento entre dos bloques que aspiran al poder sin dar espacio a la reflexión, al intercambio de ideas en los temas cruciales para el país.
Está claro que una elección es una carrera por el poder y lo que importa es ganar; sería ingenuo pedir que no compitan fuerte. El problema es que se dedicaron casi todo el tiempo solo a eso, a competir y enfrentarse.
Las estrategias para decirnos que se viene el apocalipsis si gana el rival son distintas. Lacalle está un poco más tranquilo, a paso de ganador, Martínez está nervioso, lleno de dudas. Pero en el fondo hacen lo mismo.
Lacalle acusa al Frente Amplio de agitar todos los cucos. Y tiene razón. El Frente Amplio está apelando al miedo de la forma más burda y lineal. Pero la victimización de Lacalle es inverosímil. Él también lo hace y nos dice cómo el país está en la lona y la gente estará mucho peor de seguir el Frente Amplio en el poder.
Ambos nos dicen, cómo dos niños chicos, que quieren más a los uruguayos que su adversario y que los otros, los malos de allá, no van a cuidar a la gente.
Martínez dice que allá están los que solo benefician a los privilegiados, los que no son malos pero no tienen sensibilidad. Lacalle dice que el gobierno del Frente Amplio “le mete la mano en el bolsillo a la gente” y que a él le importan las personas, no como a los que gobiernan que solo lo hacen para las estadísticas. Ha dicho varias veces “a mí no me hablen de números, hablenme de gente” dice.
Martínez dice que ellos son los de las políticas neoliberales que provocaron la crisis del 2002 y eso lo asusta. Lacalle dice que el ministro de Economía, Danilo Astori, que estuvo al frente de esa área en el país durante 15 años, es un irresponsable.
Y podríamos seguir horas con estos ejemplos de ambos candidatos.
No son solo ellos. Sus equipos de campaña, sus comandos, sus asesores, han ayudado mucho en esto de enfrentar, de señalar que el otro miente, oculta y es perverso. Pero ellos dos están al frente, son los que comandan la tropa, los responsables.
Las muestras de la falta ganas de discutir temas importantes son elocuentes y abundan. No hablamos solo de que discutan todo los candidatos, hablamos de los equipos de gobiernos, de los asesores.
Desde los equipos de gobierno se han pasado eludiendo intercambiar ideas entre los asesores técnicos.
Cuando les pedimos debate cada comando decía que sí en el tema que le quedaba más cómodo: el Partido Nacional quería debatir con Gustavo Leal en seguridad, el Frente Amplio con Azucena Arbeleche en Economía. Y claro, no aceptaban del otro lado. Cada uno elegía el pingo que creía que le quedaba mejor.
Ni qué hablar que cuando les pedimos asesores para algunos temas técnicos y debates, también faltaron en áreas clave como la salud.
Pero obviamente esto paso en todos lados, no solo en No toquen nada. El Frente Amplio faltó al encuentro que organizó el comisionado parlamentario para las cárceles, el único que hubo sobre el tema. El Partido Nacional no mandó a nadie al encuentro de la Universidad de la Reepública sobre seguridad social ni al encuentro sobre alimentación saludable.
Así, sin debatir ideas lo que queda es la promesa al voleo. Gritar que van a bajar las tarifas y que el Frente Amplio es malo porque gasta mucho y mal la plata de la gente. Decir que ahora sí, que después del aumento de delitos más grande de la historia, se dieron cuenta cómo combatir la inseguridad porque tienen un próximo ministro al que le gusta ir a operativos y salir en la televisión.
Algunos de los temas sobre los que no hubo intercambio de ideas y son claves para el país:
- Ciencia, tecnología e innovación. Al final casi de la campaña la academia se los recordó. Llegó a tal punto el olvido que Ernesto Talvi reconoció que se olvidaron de incluirlo en el Compromiso por el país. Nadie le pidió explicaciones al Frente Amplio no explicó nunca por qué incumplió la promesa firmada del 1% para Ciencia, tecnología e innovación.
- Educación. Había ya un camino recorrido para intercambiar ideas, está Eduy21 donde hay gente de todos los partidos. Pero el Frente Amplio se encerró en defender su gestión con terquedad y de ahí no salió en toda la campaña.
- Seguridad social. Es crucial dicen todos, pero apenas se mencionó.
- Cuidados. al final de la campaña el Frente Amplio se acordó del sistema de cuidados. Ni siquiera se planteó discutir uno de sus logros de esta administración.
- Alimentación saludable, lactancia, agroecología. Nos los dijeron los de la red de agroecología el otro día, no se acercaron los partidos. Y eso que habían votado una ley por unanimidad, después hacen fila para hablar de las cianobacterias en los informativos.
- Las reguladoras, el rol de las empresas públicas y la transparencia de sus costos de gestión. Gritan y dicen que reguladores como la Ursea tendrá más potestades pero no se adelanta ni discute cuáles.
- Tránsito. Murieron 528 personas (aumentaron 12% en 2018). ¿Dónde está la reflexión? Lacalle tiró el disparate de volver a una tasa de alcohol en sangre más flexible como ayuda a los bodegueros. Desde el Frente Amplio no dicen nada porque dejaron a la Unasev casi inactiva.
Y por supuesto: no hablaron ni discutieron, ni se les ocurrió meter nada en ningún programa de gobierno, del tema clave de la calidad de la democracia, el financiamiento de los partidos. No les interesa. Gritar, como hace Lacalle que va a hacer auditorías en todos lados es hacer transparencia de los otros. Está bien pero es una parte. Lacalle podría hacer otra cosa, achacarle al Frente no haber avanzado casi nada en 15 años en transparencia del sistema político. Pero no lo hizo.
El debate del 13 de noviembre fue la muestra final de esta impronta de pelear sin ideas. Ninguno dedicó más de un minuto a explicar una propuesta, a desarrollar un tema, a intentar en serio discutir algo.
Todo fue un listado de ítems de cosas que saben hacer mejor que el otro. Jugaron a la estrategia, a ver quién estaba mejor preparado para esas dos horas.
Incluso, ya en el colmo de la falta de discusión de ideas, se tiraron con las baratijas: de un lado la corrupción de los 90, del otro “mirá que ustedes están hasta las manos”. Un intercambio digno de trolls de redes sociales. Claro, no se tiraron con el financiamiento de los partidos. No se pisan las sábanas nunca.
De dos formas distintas, ambos han generado, durante todo el año, la sensación de miedo.
Martínez dijo que en estos años hubo tranquilidad, certezas y estabilidad y que eso se perdería con un gobierno de la oposición. Lacalle con esto de la inseguridad general que vive la población y que la policía no está respaldada y que el gobierno no se hace cargo de los problemas de la gente.
Esa es la actitud infantil que tienen: infunden temores radicales, juegan con la institucionalidad y después se jactan de que la uruguaya es la democracia más fuerte de la región.
Y juegan tanto al límite que al final algunos temores se hacen realidad. Los 260.000 votos de Cabildo Abierto son, en parte, consecuencia de no debatir ideas durante años; los partidos radicales que apuestan a lo lineal y burdo se nutren de esta polarización.
Quizá lo esperable era esto que se dio en campaña, que la polarización le gane al intercambio de propuestas. El problema es que fue solo eso: enfrentarse al otro y agitar fantasmas. No les importó la reflexión serena, discutir temas de fondo en serio, generar instancias de ideas, discutir la calidad de la democracia de la que se jactan.
Para el final elegí un tema musical, que es con la pluma de la casa (aunque no pedí permiso). Es la canción final de la murga Don Timoteo en 2014.
Es un tema que habla sobre el enemigo, sobre la construcción del enemigo.
Dice la letra que cuando uno actúa así, tarde o temprano se parece al enemigo que quiere enfrentar: defendiendo lo opuesto con las mismas trampas desde otro lugar”.
Las opiniones vertidas en las columnas son responsabilidad de los autores y no reflejan necesariamente posiciones del Portal 180.