Stoll y los 18 años de 25 Watts: “growing up in public”

25 Watts cumplió mayoría de edad y cientos de personas volvieron a verla al cine. Pablo Stoll habló de la película, del riesgo de “Adanismo” en el cine uruguayo y de cómo extraña a Juan Pablo Rebella.

Actualizado: 25 de octubre de 2019 —  Por: Mauricio Erramuspe

Stoll y los 18 años de 25 Watts: “growing up in public”

Pablo Stoll (DelSol)

Este viernes y el próximo son las dos últimas oportunidades de ver 25 Watts en el cine, en el marco del ciclo que se organizó para celebrar los 18 años de una película que le “abrió una puerta” a la producción de ficción en Uruguay.

Las funciones son a las 19 horas en la Sala Nelly Goitiño.

180 conversó con Pablo Stoll, director de la película junto a Juan Pablo Rebella, fallecido en 2006.

¿Cuál es tu relación con 25 Watts hoy? Antes de esta celebración de los 18 años, ¿la veías circunstancialmente?

No, ni en pedo.

Anécdotas supongo que te aparecerán...

Es algo muy interiorizado. Yo no estoy lejos de la película más allá de que no la vea, no es que la sienta lejos. Ni ahí.

Justamente este año lo que me pasó fue que me llamaron para filmar una serie en Colombia, que era en los años 90, sobre jóvenes. Un poco me llamaron por eso, porque querían una onda 25 Watts, era una de las películas de referencia. Eso me metió en el espíritu y, casualmente, cuando estaba en Bogotá la Cinemateca de allá programó 20 películas latinoamericanas influyentes de los últimos 20 años y estaba 25 Watts. La fui a presentar y llevé a los actores que eran todos niños de entre 13 y 18. La sorpresa fue que funcionó, que les gustó.

La sensación que tengo yo es que la película envejeció bien…

Sabés que si vas a las locaciones, todas están súper cambiadas.

Arquitectónicamente capaz que sí, pero la situación que plantea, los problemas de la posadolescencia son los mismos. Ahora capaz no andarían tanto en la calle sino que estarían con algún dispositivo…

Me parece que eso cambió mucho, la tecnología y las relaciones mediadas por tecnología. Son cosas que no existían. Me parece que eso cambió pero no lo esencial de la relación, de sentirse un poco aburrido, un poco fuera de lugar, fuera de espacio y tiempo cuando tenés determinada edad y no sabés mucho qué hacer.

Lo probé con estos pibes bogotanos, de 13 años, que no tenían nada que ver conmigo, y se sentían identificados. Temáticamente no envejeció y me parece que cinematográficamente tampoco. Funciona bastante bien y tiene cosas que siguen siendo graciosas. 

Ustedes comenzaron a escribir la película en 1996, cuando estaban terminando facultad, y la finalizaron en 2000. El rodaje fue en 2001. Siempre me resultó paradójico que naciera un nuevo cine uruguayo, o un nuevo ciclo más virtuoso, en una época en la que todo se moría. No fue un camino paralelo el del cine al del país, en ese sentido.  

Ese año fue extraño porque también fue el año de En la puta vida, que sigue siendo la película más vista en la historia del cine uruguayo. Coincidieron con 25 Watts, no sé si había sucedido antes que dos películas uruguayas estuvieran en cartel. Me acuerdo que en los cines Libertad y Central, abajo del Plaza, estaban las dos, una en cada cine. Era una cosa rara.

Era un momento que políticamente todo estaba bastante quieto, económicamente se estaba yendo todo al carajo. Era un país en el que si eras joven y querías hacer cosas, te invitaban a irte. En cualquiera de las dos opciones, más vale arrancá porque acá no se puede. Que un grupo de gente de 28 años de edad se juntara, quisiera hacer una película con poca plata entre amigos y lo lograra, que siguiera un camino y se estrenara, que le fuera bien, tiene una cosa política.

Mucha gente por distintos lados creía en esa idea de juntarse con amigos y hacer cosas. Desafiar esa idea de que acá no se puede porque “todo lo que se hace acá es una cagada”. “Si querés triunfar, tenés que irte”. “Si querés hacer cosas, tenés que irte”.

En ese sentido me parece que marcó algo interesante.

En términos generacionales, a nivel de creación, se dio eso. Un poco antes también en la música empezaron a pasar cosas que no habían pasado.

Sí, claro. 

Dos bandas icónicas como No te va gustar y La vela puerca, son un poco anteriores, pero se consolidan y empiezan a expandirse a partir de esa época.

25 Watts era un poco también la actitud de La vela puerca de ponerse a tocar en el Bar El tigre los fines de año porque querían tocar y no había lugar.

Buscaban hacer lo que tenían ganas, con su estilo, con su forma. Me parece que es un rasgo generacional.

Puede ser sí. Si te ponés a pensar en cómo era esa época, si no lo hacías así, no había vuelta. Para el cine que es una cosa cara, en esa época era más cara aún, no había apoyos. Había un solo apoyo que era el de la Intendencia y si te lo perdías, te lo perdías, lo ganaban tres de 400.

Era todo bastante quietista. Había una cosa de “bueno, es de acá…” que después le viene la contraparte del patrioterismo. Al principio es como “si, es esta mierda que hacen estos guachos”.

Nosotros veníamos de la dictadura, de los 80 y los 90 que habían sido duros, y en un momento algo te sale.

Y el gesto de rebeldía iba por la acción, por el concretar.

En el caso nuestro, sí. Éramos unas personas muy especiales, medio bajoneados… Y también dentro de un grupo súper privilegiado, entonces tu gesto de rebeldía podía darse de esta forma. En otros lugares era de otra.

Más allá de lo que pasó en el cine para ustedes, en términos vitales, fue cambio espectacular y en corto tiempo. La película va a festivales, enseguida empiezan a hacer mucha prensa, se transforman en figuras y referentes para mucha gente.

Eso nos pasó más con Whisky que fue más transversal. 25 Watts fue más para un grupo etario y la vio menos gente. A nosotros igual nos cambió la vida. Sobre todo nos cambió la vida la sensación de que alguien nos abrió una puertita al mundo del cine, quedó entornada, miramos ahí y dijimos: “entonces se puede hacer esto”. No solamente lo podés hacer si sos estadounidense, argentino… Conocimos gente que estaba más o menos en la misma. 

Esto que era un sueño, que no sabíamos qué iba a pasar, se podía hacer y se transformó en nuestra vida, independientemente de si trabajamos en otra cosa. Para mí ese fue el cambio más grande.

De hecho para vos es tu principal actividad.

Sí. Doy clases, escribo guiones… Vivo un poco de esto. De hecho mientras Juan Pablo vivía, todo ese tiempo realmente vivimos de Whisky. Nos fue muy bien y fue un medio de vida genial.

Lo que pasó con Whisky fue… hay mucha gente que dice que es más difícil hacer la segunda película que la primera. Y no, es mucho más difícil hacer la primera. Es como el truco, la primera en casa, después ves.

Eso refiere más a que en países como Uruguay hay muchos directores de una sola película.

Es verdad, pero igual la primera es más difícil para mí. Cuando hicimos Whisky había una expectativa que en algunos casos la mejoramos, pero en otros la dejamos por ahí. Hubo gente que se enojó con Whisky, que no le gustaba. Son películas bastante distintas. Para nosotros lo bueno era hacer películas distintas. 

Ahí como que sentimos más la cosa de la celebridad. Para mí no estuvo tan bueno ese momento.

¿Qué cosas pasaban?

Me sentí un poco raro y fuera de lugar. Ahí sí con un peso mucho más grande de expectativas para lo próximo. No era una cosa que me gustase en ese momento.

Con eso que decías de que 25 Watts nos cambió la vida hubo una cosa de una canción de Lou Reed que siempre citábamos: Growing up in public (creciendo en público). 

Éramos bastante pibes y de repente pintó eso, empezamos a no ser anónimos y generar expectativas sobre lo que íbamos a hacer. Fue raro y para mí se cerró el día que Juan murió. Fue un proceso que fue bastante público también. Y ta.. se cerró.

¿Decidiste estar menos expuesto?

Sí. Esto que estoy haciendo ahora no es una cosa que me salga gratis.

No lo disfrutás. 

No es que no lo disfruto porque en general (los periodistas) son amigos, me cago de la risa. Pero no voy a hablar con Jackie. Contigo sí, con Jackie no. Ese tipo de cosas ya no las hago más. Y no las voy a hacer más posta. 

¿Tenés miedo de que te hagan preguntas incómodas? ¿Sentís que hay respeto?

Si. A veces hay como un respeto excesivo. Yo no tengo miedo. Me embola la gente que anda contando sus penas por la vida, no soy de esos ni quiero serlo. Pero si me preguntás cosas, te contesto. No tengo problemas. 

Así como 25 Watts no es una cosa ajena a mi vida y siempre está presente en mí, Juan también. Y estos días es un poco más. Tampoco es la onda me olvidé de Juan y ahora de repente me acuerdo. Es la normalidad, es lo mismo. Hoy o cualquier día.

Es tu vida. 

Es eso. Hay cosas que son morbosas pero si me preguntan si extraño a Juan; sí, lo extraño. No lo extraño como codirector, lo extraño como amigo. Hay una cosa de pensar en el paso del tiempo, en todas las cosas que pasaron en estos años, todos los cambios tecnológicos que hubo…  De alguna forma me gustaría ver a Juan con Twitter. ¿Qué haría? ¿Tendría? ¿Sería tuitero?

Dos por tres me pregunto ese tipo de cosas. ¿Cómo sería una película de Juan ahora? No es que me las pregunte ahora, me las pregunto cualquier día.

Por lo que percibo no es desde un lugar melancólico.

A esta altura del partido no. Lo que me pasa es que la fecha de la muerte de Juan siempre me la olvido y siempre hay un amigo que me la recuerda con un mensaje de texto. “Loco, ya está... no me lo recuerdes más” (risas). En un punto es graciosa esa necesidad de la efeméride. Para mí es una cosa más cotidiana.

Ustedes generaron un grupo que se mantiene a lo largo de los años. Si bien tienen proyectos cada uno por su lado, volvés a trabajar con Fernando Epstein, Arauco Hernández, Federico Veiroj, Gonzalo Delgado, Daniel Hendler, etc. ¿Qué aspectos creativos te hacen volver a elegir trabajar con ellos?

No sé… (risas) Lo que pasó en 25 Watts fue un poco… Dani Hendler dice que tuvimos mucha suerte. Y la tuvimos, desde que no nos llovió ni un día durante el rodaje, hasta todo lo que vino después. Fue estar en ese lugar, en ese momento, todos juntos, y todos después íbamos a hacer cine. No es que hicimos cine porque hicimos 25 Watts, Todos íbamos a hacer cine y 25 Watts fue lo que nos juntó en ese momento. Si no hubiera sido 25 Watts, si hubiera sido una película escrita por Manolo Nieto o por el Cote (Veiroj), nos hubiéramos juntado igual. 

De la energía que salía de Juan, Fernando y yo más Gonzalo, más Arauco, más Cote… se fue armando una cosa. Creo que eso de alguna manera sigue vivo entre nosotros.

Cuando yo escribo guiones se los paso a alguno de ellos. Sabés lo que te van a decir, pero está bueno que lo lean. 

Claro que en aquel momento no eran conscientes de lo que estaba comenzando pero hoy sí lo reflexionás.

Creo que hay una cosa medio siniestra del cine uruguayo y del Uruguay en general que es cierto Adanismo. “Yo soy el primero de todo y todo lo demás es una garcha. De acá empiezo para adelante”. Me parece que 25 Watts no es eso, se nutre de un montón de cosas que pasaron antes, de gente que venía de ver esas cosas en el mundo audiovisual. Los que estábamos en la Católica, los que habían empezado en la ORT, los que estaban en la Escuela de Cine. 

Había un deseo y era una cosa que iba a pasar. En mi caso venía de haber visto El Dirigible, Pepita la pistolera y haber trabajado en la película de Álvaro Buela, Una forma de bailar. Venía de ese lado, de ir mucho a Cinemateca.

En algún momento eso iba a explotar y explotó por 25 Watts. Pero no es que todo lo anterior era una mierda y acá arrancamos de foja cero. Está bueno entender los procesos como eso, como procesos. Me parece más interesante formar parte de algo que hacer un corte y decir que acá empezamos de nuevo.

Me parece que muchas películas que han venido en estos años, han tratado de diferenciarse o partirse. Es medio injusto con lo que se hizo antes. Es mentira.