Por qué se toma a los 18 años como mayoría de edad

En Uruguay, desde 1995 se considera que se alcanza la mayoría de edad a los 18 años, postura que se alinea a la de la mayoría de los países del mundo. La determinación de ese punto específico de la vida como un hito no responde a una única razón explícita sino que es parte de un proceso histórico que encuentra puntos de inflexión en la antigua Roma, el Código Napoleónico y el escenario post Segunda Guerra Mundial. Integrantes del Instituto de Historia del Derecho y Derecho Romano de la Udelar contaron a 180 cómo esta edad llegó a ser un momento de referencia en la vida social del individuo.

Actualizado: 29 de julio de 2018 —  Por: Felipe Miguel

Por qué se toma a los 18 años como mayoría de edad

adhoc© Javier Calvelo

La mayoría de edad es un requisito a los efectos de determinar la capacidad de obrar de una persona y su capacidad jurídica. En Uruguay, la ley N° 16.719 la fijó en 1995 a los 18 años, punto en el que “se entiende que se nos deja libres de poder realizar cosas, y desde el punto de vista jurídico se adquiere una capacidad plena o total”, explicó a 180 Marcelo Borghini, profesor interino adjunto grado 3 del Instituto de Historia del Derecho y Derecho Romano de la Universidad de la República.

La edad de fijación ha variado a lo largo de la historia en Uruguay y en el resto del mundo, habiendo países que la ubican hoy en día en distintos puntos entre los 15 y los 21 años.

Orígenes de la fijación de la mayoría de edad

Las variables para el aumento o disminución de la edad pueden ser culturales, como las costumbres o las creencias religiosas; o jurídicas, que dependerán de cuál es la fuente del derecho de ese país. “Nuestro sistema jurídico es occidental, por lo que hay que seguir la tradición romana-germánica donde se basa”, comentó Borghini.

También agregó que “en la revisión histórica podemos ver que nunca baja de los 14 años, lo que quiere decir que la edad biológica de la pubertad influye muchísimo en los sistemas jurídicos occidentales a los efectos de establecer la edad”. Esto da lugar a discusiones sobre la diferencia entre la edad física y la intelectual que, de cierta forma, se mantienen hasta hoy.

Borghini añadió que en el vaivén entre los 14 y los 25 años “va a estar marcada la edad de mayoría por cuestiones totalmente arbitrarias, porque la definición en sí también lo es, ya que van a intervenir un montón de variables; aunque también influye la expectativa de vida, que en la Antigüedad para un hombre era hasta los 45 o 50 años”.

En civilizaciones preromanas había condicionantes para obtener la mayoría de edad, como la pertenencia a determinado grupo, el género (las mujeres no obtenían capacidad plena) y la madurez física. Desde el derecho romano se comenzaron a establecer edades superiores a los 14 años, lo que quedará como legado en nuestras legislaciones. Por ejemplo, la Ley Pleatoria del año 200 A.C. marcó que a los 25 años se obtenía la plena capacidad de obrar, pero había que ser hombre y Pater Familia (hombre que tenía subordinados a su autoridad al resto de sus familiares).

“En ese punto empieza a haber una clasificación a partir de la edad: capacidad plena desde los 25, capacidad relativa del púber de los 14 a los 24, los impúberes de los 7 a los 14, y los infantes de 0 a 7 años”, dijo Borghini.

Las diferenciaciones de edades en una misma legislación se ven hoy en día, por ejemplo, en que en Uruguay se puede ser testigo a los 14, hacer un testamento desde los 12 años en mujeres y desde los 14 años los hombres, se asume responsabilidad extracontractual a los 10 y responsabilidad penal juvenil particular a los 13; y por el contrario, es necesario tener 25 años para ser diputado y 35 para ser senador.

Pasan los años y se reduce la edad

Borghini repasó que en la Edad Media, el derecho germánico -presente en la tradición uruguaya- tendía también a bajar la edad de mayoría porque se consideraba importante que los hijos salieran de la casa y formaran su hogar a través del matrimonio. “Hay fuentes del derecho germánico de esa época, así como otros códigos de reyes visigodos, que establecen la edad de la adultez a los 20 años”, comentó. Las Cruzadas también ayudaron a bajar la edad en Europa, ante la necesidad de reclutar soldados de forma masiva para llevarlos a pelear a Tierra Santa.

Ya en la Edad Moderna, se suprimió la necesidad de tener determinada condición social, mientras que el requisito de género desaparecerá por completo recién en el siglo XX con el surgimiento de movimientos feministas.

Uno de los documentos base para nuestra legislación y la de la mayoría de los países occidentales es el Código Napoleónico, el Código Civil francés de 1804. Álvaro Garcé, profesor adjunto grado 3 y parte del Instituto de Historia del Derecho, dijo que “el gran sistema en ese código fue: 21 años para la mujer y el varón para la mayoría de edad, y 12 y 14 años para contraer matrimonio, respectivamente”, lo que “marcó la fisonomía del régimen de capacidad desde 1804 hasta fines del siglo XX”.

También, dijo que existe un fundamento teórico para fijar los 21 años y es que “los autores clásicos de pedagogía entendieron que el ser humano está completo entre los 21 y 24 años”.

Nuestro Código Civil, que entró en vigencia en 1868, fijaba la mayoría de edad en los 21 años cumplidos, aunque marcaba algunas excepciones: las mujeres menores de 30 años no podían dejar la casa de sus padres sin licencia de estos, salvo que fuere para casarse o cuando sus padres se casaran por segunda vez.

Garcé planteó que cuando comenzó un revisionismo sobre la edad de mayoría, se avanzó en dos sentidos contradictorios. “Se veía que 21 era una edad un tanto excesiva, que los derechos políticos y determinadas cuestiones administrativas se podían llevar adelante a los 18 pero comprar y vender una motocicleta, no, por ejemplo. Los 21 parecían una edad más o menos razonable en el Código de Napoleón pero ya no en la segunda mitad del siglo XX”, dijo Garcé.

La Constitución uruguaya de 1918 fue la primera que estableció el sufragio universal y obligatorio para todos los hombres mayores de 18 años, por lo que tenían derechos políticos antes de ser mayores de edad. Esa Constitución también marcó que a la mujer, por ley, se le podría reconocer su derecho a ser electora y elegible, aunque la ley que lo implementó se llevó a cabo recién en 1932. Tras igualarse en derechos políticos, pasarían 16 años más hasta que en 1948, con la Ley 10.783, quedaron igualados los sexos en derechos civiles.

Ese año también fue clave para que comenzara a elevarse el límite mínimo para contraer matrimonio, a partir de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la recomendación del Comité de los derechos de las personas con discapacidad de la ONU de llevarla a 18 años.

Esta organización ha observado a Uruguay por mantener hasta el día de hoy la edad mínima para el matrimonio en 16 años.

Realidad actual, motivos y futuro

Como se dijo antes, Uruguay fijó los 18 años como mayoría en 1995, mientras que Argentina, por ejemplo, lo hizo en 2009.

Consultados sobre si es posible que la edad de mayoría vuelva a cambiar, los entrevistados se mostraron escépticos. Garcé dijo que le parece difícil que se den cambios en la esfera civil. “Estamos lejos porque todo el mundo está en 18 años”, dijo, aunque vio que sí podría haber cambios en lo penal, donde “la opinión pública está dividida” porque la baja de la edad de imputabilidad “se rechazó por poco”.

Por su parte, el profesor adjunto del Instituto, Luis Raúl Rossi, dijo que con el mantenimiento de la edad “se quiere evitar que se atribuyan ciertas responsabilidades” a los adolescentes, aunque agregó: “no sé hasta qué punto nos damos cuenta que nuestra responsabilidad es ir capacitándolos para eso”.

“Hay que prepararlos. Por ejemplo, el trabajo infantil, si es con la familia, ¿no es formativo? ¿Por qué esa sensación de que el trabajo es un castigo? El trabajo adolescente, ¿no podría ser una forma hasta de encauzar? ¿No ayuda a mostrarles que a través de su intelecto y sus manos pueden lograr ciertas cosas? Hay que protegerlos de los trabajos insalubres, que no se aprovechen de ellos, pero de alguna manera hay que ser escuela. Cuando un padre enseña a su hijo a cruzar la calle, o cuando un maestro enseña normas de humanidad, los deberes, eso también es trabajo, aunque no lo veamos como tal. Creo que hay que prepararlos protegiéndolos en esas etapas, para que cuando vayan asumiendo gradualmente las responsabilidades, no se encuentren con la incertidumbre de que no saben qué hacer”, señaló Rossi.