Joaquín Sabina no recuerda muy bien cuándo fue la primera vez que visitó Uruguay pero sí al compañero de aquellas primeras andanzas: Eduardo Darnauchans. Una noche que terminó en el mediodía y de la que surgió una gran amistad.
Desde aquel inicio, probablemente en los tempranos noventa, el éxito del cantautor español ha sido permanente en Uruguay.
Al mediodía de este jueves, el músico entró a la rueda de prensa con medios uruguayos, antes del concierto que dará este sábado en el Estadio Centenario, dejando claro que pese a los 67 años hay mucho de su personaje que permanece. Vaso de cerveza en mano, infaltable sombrero y chaqueta de cuero, junto a una simpatía arrolladora que a la tercera frase ya había hecho referencia a la noche, las putas y los culos. Y su nostalgia de todos ellos.
Tuvo que pisar el freno, según dijo, para seguir dentro de su “oficino”, al que nunca define como carrera pero sí reconoce como “muy complicado”.
“Si te empieza a conocer mucha gente hay una cosa que se llaman fans que yo me precio de no tener, creo que tengo cómplices, y puede ser gente muy desmesurada. Si tu no estás preparado o eres demasiado jovencito, puedes volverte directamente un pelotudo”.
Además, los excesos asociados a ese tipo de vida artística "se llevaron" a muchos de sus amigos y colegas. De ahí el pisar el freno.
“Todos sabéis que por este oficio han pasado todo el tiempo las drogas y el alcohol, también se me han muerto muchos amigos alrededor, y ese el clavo ardiendo que me ha permitido sobrevivir, haber sabido pisar el freno”.
Lo niego todo
Sabina llega a Uruguay tras más de 50 conciertos por el mundo presentando Lo niego todo, su último trabajo. Una gira que viene “aguantando bastante bien”.
El tema que da nombre al disco es una “autoparodia” de lo que ha dicho la prensa de él durante sus más de 40 años de trayectoria. Un personaje que puede haber tenido algo de verdad y que él alimentó, pero que se acabó hace más de 20 años.
“Es una autoparodia, de la parodia que me creó cierta prensa. Es probable que yo contribuyera a esa caricatura de ese tipo que va con la botella de whisky, un canuto aquí y mirándole los culos a las putas... esa era la caricatura. ¿Cómo colaboré yo? Nunca me escondí, siempre anduve por la noche, escribía en los bares. Eso se ha acabado hace más de 20 años, no por voluntad mía, sino porque en la medida en que fui más conocido ya no podía escribir en los bares ni mirarle el culo a las chicas sin que se voltearan”.
Este disco marca un regreso del músico al placer de escribir canciones. Algo que había perdido en los últimos años. Tanto retomó aquel gusto que afirma que recuperó la intensidad del que fue quizás el principal disco de su carrera: 19 días y 500 noches. En esto pesó la incorporación del músico español Leiva como compositor. Un representante de otra generación, que lo renovó y lo llevó a un nuevo terreno.
“Los años anteriores pasó que frecuenté mucho más a poetas que a cantantes, que a músicos. Yo creo que mis canciones, las de las últimos discos, se literatulizaron demasiado y se alejaron un poco del público de la canción. Este año pasó que alguien tuvo la feliz idea de que en vez de grabar con mi 'equipo médico' habitual, los de siempre, buscáramos una voz de fuera, de otra generación, que es Leiva. Sirvió mucho, en 20 días escribimos 20 canciones. Volví a tener esa excitación de hacer un disco poniendo el alma”.
Complicidad con el Río de la Plata
El concierto que llega a Montevideo tiene ocho canciones de este último disco y luego repasa la larga serie de éxitos de este cantautor que dice que su relación con el Río de la Plata es “muy especial”, salvando las diferencias entre Uruguay y Argentina. Aquí “se respetan los semáforos”, ironizó tras hablar de todas las cosas que vivió del otro lado del charco en el último mes, desde un submarino hundido al procesamiento de muchas figuras clave del anterior gobierno.
“La complicidad en Argentina es impresionante y en Uruguay casi que me gusta más porque es buenísima la relación sin la histeria argentina. En Argentina y en Uruguay son los lugares donde más gente tengo y donde hay mayor grado de complicidad. Me contaba gente de mi casa de discos que Uruguay, entre el número de habitantes, las entradas vendidas para un concierto y los discos vendidos, es el país del mundo donde más éxito tengo”.
Siempre que habla Sabina aparece la actualidad política y este ha sido un año muy particular para España, a raíz de la crisis en Cataluña. Manifiestamente contrario a los nacionalismos, dijo que aún está “muy enfadado” por esa situación. Hay una antigua formación “de izquierdas” que lo lleva a “desear poner puentes y quitar fronteras”, el internacionalismo, lo contrario de lo que según él hizo el anterior gobierno de aquella región.
“Pocos lugares en el mundo han tenido las libertades o la democracia y el desarrollo económico que ha tenido Cataluña. Que los más ricos quieran separarse de los más pobres es una cosa muy fea. Además el nacionalismo ha sido un cáncer durante todo el siglo XX, todas las guerras en Europa han sido por nacionalismos. El gobierno catalán ha sido absolutamente irresponsable, la historia le va a cobrar muy caro cómo separó las familias catalanas, a Cataluña. Hay gente que no puede opinar en público, que no puede salir a la calle. A Serrat, que era un ícono catalán como la Virgen de Montserrat o el Barça, le han dicho fascista. Y a mí también”.
El concierto de este sábado 16 será una nueva oportunidad para que su público en Montevideo vuelva a mostrarle su fidelidad. O como él prefiere, la complicidad que casi ha agotado las entradas. Sabina llegará más calmo pero sin perder las mañas, a mostrar nuevas canciones y repasar los clásicos que lo metieron en la historia de la música popular de Hispanoamérica.
“Creo que le debo tanto al público que nunca sé cómo voy a devolvérselo. Siempre creo que los voy a defraudar, lo paso muy mal antes de salir al escenario. Luego la respuesta que recibo es tan desmesurada que no sé cómo agradecérselo. Creo que la única manera es escribir buenas canciones”.