Chris Froome, ganador del Tour de Francia por cuarta vez, es eso, un campeón total, el símbolo de una época en el ciclismo. Un ganador que nació en Kenia hace 32 años y que adoptó la nacionalidad británica de sus padres hace solo nueve.
El 'keniano blanco' hace todo bien como ciclista. Va bien en la montaña y domina las contrarreloj. Si a eso le unimos que cuenta con el mejor equipo, difícil encontrar mejor receta para hacer un campeón.
El líder del Sky será probablemente el mejor ciclista de la historia nacido en suelo africano.
Froome nació en Nairobi, la capital de Kenia. Su padre, inglés, trabajaba en la organización de safaris, mientras que su madre, Jane Flatt, nacida en el país africano, pero también de origen británico, era fisioterapeuta.
Su madre fue clave en su carrera, al regalarle una bici VTT cuando 'Froomey' tenía cinco años.
"Para nosotros rodar junto a elefantes, hipopótamos y leones era normal", afirmó una vez Froome.
En aquella época, David Kinjah, un keniano que había participado en el Mundial de ciclismo de 2000, le enseñó los primeros elementos básicos de la competición.
"La primera vez que Chris vino a verme con su BMX era muy tímido, pero al mismo tiempo se le veía mucha determinación", recuerda Kinjah.
Cuando Chris Froome tenía catorce años, sus padres se divorcian, y su padre deja Kenia para instalarse en Sudáfrica.
De Kenia a Sudáfrica
Froome sigue a su padre, por decisión de sus progenitores, que creen que en Johannesburgo puede tener una mejor educación.
Fue en Sudáfrica donde descubrió su vocación de ciclista. "Con 17 años vi en la tele el duelo Armstrong - Basso. Me pareció magnífico", recordó.
El joven Froome integró en Johannesburgo la academia de ciclismo de Robbie Nielsen. A menudo viaja a Kenia para ver a su madre y se entrena con David Kinjah.
Con 21 años, en 2006, empieza a representar a Kenia en competiciones y disputa en 2008 el Tour de Francia, terminando en el puesto 84, con el equipo Barloworld. Dos meses después de aquel bautizo en la Grande Boucle pidió la nacionalidad británica.
"Mi corazón está dividido entre Gran Bretaña y Kenia. Cuando vuelvo a mi país de nacimiento, incluso cuando estoy pasando el control del aeropuerto y los empleados te regalan una sonrisa, me hace feliz", afirma Froome.
En 2009, ya con Sky, que había encontrado en él un futuro campeón, contrae la esquistosomiasis, una infección parasitaria que ataca los glóbulos rojos. Una en enfermedad que mata a unas 280.000 personas cada año.
Al final consigue derrotar a la enfermedad en julio de 2011 y logra ser segundo en la Vuelta a España de ese año, lo que significa su espaldarazo definitivo.
A partir de ahí, Sky muestra toda su confianza en él. Froome es segundo en el Tour de Francia de 2012, detrás de su compañero Bradley Wiggins, pero es imposible una cohabitación entre ambos y le da los galones en el equipo para el futuro.
De este modo, Froome gana cuatro Tour, en 2013, 2015, 2016 y 2017.
"Me gustaría que mis resultados motiven a los jóvenes africanos de que pueden salir del continente y triunfar en Europa. Mi experiencia es un ejemplo. Si se quiere algo, se consigue. Me gustaría desarrollar el ciclismo en África.
Dominador del Tour desde hace unos, años le falta un triunfo en el Giro de Italia o en la Vuelta a España o un título olímpico o mundial, teniendo como mejor resultado dos medallas de bronce en la prueba contrarreloj de los Juegos de Londres-2012 y Rio-2016.
En el Mundial de ruta, abandonó las seis veces que compitió.
Con la Vuelta a España, puede sacarse la espina en agosto, cuando la dispute por sexta vez, habiendo terminado tres veces segundo (2011, 2014 y 2016).
(AFP)