Un rascacielos de 1,6 km de alto, granjas autosuficientes para alentar el retorno a la tierra, un juego televisado de 1956 donde aparece feliz de ser identificado como "un arquitecto mundialmente famoso": estos archivos del "más adulado de los arquitectos estadounidenses", según el curador de la exposición Barry Bergdoll, completan el retrato de este arquitecto de longevidad excepcional, nacido el 8 de junio de 1867 en las praderas de Wisconsin y activo casi hasta su muerte en Arizona el 9 de abril de 1959.
Cinco años después de haber comprado junto a la Universidad de Columbia los archivos de este gran hombre, la exposición, que se inaugura este lunes y durará hasta el 1 de octubre, se organiza en torno al pedido a una docena de historiadores de la arquitectura de que "jueguen" con los miles de documentos y extraigan de ellos un tema, una idea.
Las 13 salas de la exposición tituladas "Desempacando los archivos" ("Unpacking the archives") son el resultado de su inmersión. Y los proyectores alumbran aspectos desconocidos del trabajo y la personalidad de este arquitecto "casi más popular entre el gran público" que entre sus colegas, según el curador.
Porque si bien muchos conocen la icónica espiral que alberga el museo Guggenheim de Nueva York desde 1959, o la armonía con la naturaleza encarnada por la "Casa sobre la cascada" ("Fallingwater" house) culminada en 1939 en Pensilvania, la mitad de los más de mil proyectos concebidos por Wright nunca fueron concretados.
Y Wright guardaba todo: las diferentes versiones, muchas veces con anotaciones, de sus dibujos que son a veces en sí mismos una revolución gráfica, maquetas ultradetalladas, fotos de sí mismo trabajando, cartas de rechazo, recortes de periódico...
Cuando sus proyectos eran rechazados, esto no le impedía seguir utilizándolos, e incluso seguir exponiéndolos a través del mundo, con un sentido innato del marketing.
Entre los proyectos que quedaron en cajas figura "Little Farms", "pequeñas granjas" que asocian crianza de ganado y una multitud de cultivos agrícolas imaginadas a comienzos de los años 30 para garantizar la autosuficiencia de los obreros desempleados tras la gran depresión de 1929, al tiempo que permite a los residentes urbanos recién motorizados proveerse de productos frescos en los mercados locales instalados cerca de estos pequeños productores.
El proyecto jamás vería la luz, pero Wright siguió defendiendo la idea hasta su muerte. Incluso viajó a la Unión Soviética en 1937, en plena purga estalinista, a visitar granjas colectivas y participar en un gran congreso de arquitectos soviéticos en Moscú.
Otro proyecto de sueño, en las antípodas de estas granjas: el de una torre -o más bien de una flecha- de 1,6 km de alto, la "Mile High Illinois". Un rascacielos cuyos planes develó durante una conferencia de prensa en Chicago en octubre de 1956, a sus 89 años.
¿Última prueba de los sueños de grandeza de un hombre al cual no le quedaban más que dos años y medio de vida?
En uno de los planes, anotó inclusive una estimación de la cantidad de personas que ocuparían este edificio vertiginoso: 100.000, en unos 550.000 m2. Con 15.000 plazas de estacionamiento y 100 plazas para helicópteros.
Seguro del impacto histórico de un edificio de este tipo, en uno de los dibujos Wright anota una referencia a la pirámide de Gizeh. Hasta hoy el edificio más alto del mundo, Burj Khalifa en Dubai, culmina a 828 metros, o sea la mitad.
El edificio debía también contar con varios pisos dedicados a la televisión. Aunque a veces era un feroz crítico de la civilización estadounidense, Wright comprendió muy temprano el potencial de este nuevo medio, y nunca rechazaba una oportunidad de aparecer en TV y seducir a su público.
"Si Wright viviera hoy, estaría por todos lados en las redes sociales", dice Bergdoll. "Comprendía la relación entre nuevas tecnologías y celebridad, mantener la atención del público. El hecho de que haya podido hacerlo cuando era octogenario, de manera sistemática e inclusive con encanto, es bastante impresionante".
(AFP)