"Tenemos poco tiempo", dijo Temer, del partido de centro derecha PMDB, al asumir el jueves la presidencia en el Palacio de Planalto, sede del Ejecutivo.
"Pero nos esforzaremos por implementar las reformas que Brasil necesita", aseguró el exvicepresidente de Rousseff devenido uno de sus principales enemigos.
Tras meses de agitación politica, el Senado decidió el jueves abrir un juicio contra Rousseff y apartarla de su cargo por seis meses como máximo, mientras evalúa si merece ser definitivamente alejada del poder por maquillar las cuentas públicas.
Aplausos y críticas
"Es preciso recuperar la credibilidad de Brasil en el escenario nacional e internacional" con medidas que corten el gasto público y atraigan inversiones, dijo Temer, un astuto y discreto abogado constitucionalista de 75 años, rodeado de su flamante gabinete.
Entre ellos, el expresidente del Banco Central Henrique Meirelles, quien será el nuevo ministro de Hacienda, y el economista José Serra, exgobernador de Sao Paulo, que estará al frente de Itamaraty, el ministerio de Relaciones Exteriores.
Pero su equipo ya recibió críticas y cuestionamientos, en particular por la ausencia total de mujeres y negros.
Los mercados ven con buenos ojos a Meirelles, expresidente del Banco Central durante la presidencia de Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), recordado por la ortodoxia con la que logró controlar la inflación y sanar la economía de Brasil.
Meirelles dará este viernes más detalles sobre las medidas de shock para sacar a Brasil de la peor recesión de los últimos 25 años, que se pudieron entrever en el plan conocido como "Un puente para el futuro" de Temer.
No será nada fácil. Temer puede enfrentar una feroz oposición de la izquierda y muchos de los problemas que acosaron a Rousseff, especialmente una economía destrozada (registró una fuerte contracción de 3,8% del PIB en 2015), demasiado dependiente de un precio elevado del petróleo, el mineral de hierro y otras materias primas.
Además muchos de sus ministros y aliados políticos están en la mira de los fiscales que investigan el megafraude a la estatal Petrobras, lo que le resta credibilidad.
Sobre todo porque llegó al poder sin el aval que dan las urnas y con un bajísimo apoyo popular: apenas entre 1% y 2% de los brasileños votarían por él para presidente, según un sondeo reciente.
Temer aseguró el jueves que no obstaculizará la investigación del mayor escándalo de corrupción en la historia del país, bautizada "Lava Jato".
Rodeado de su gabinete enteramente masculino de 24 ministros, Temer dijo en el Palacio de Planalto, sede de la presidencia, que "es urgente pacificar la nación y unificar Brasil" con un "gobierno de salvación nacional".
Pido a "partidos políticos, liderazgos, entidades organizadas, al pueblo brasileño que me preste su colaboración para sacar al país de esta gran crisis", dijo Temer. "El diálogo es el primer paso para enfrentar los desafíos para avanzar y garantizar la reanudación del crecimiento", añadió.