Para ser aprobado el impeachment debía recoger el apoyo de 342 de los 513 diputados (dos tercios de los escaños), cifra que alcanzó pasadas las 23 horas. Ahora el Senado tendrá que ratificar o rechazar en las próximas semanas esa decisión, Rousseff, de 68 años, será sometida a un juicio político que implica su separación transitoria del cargo.
La sustituiría su vicepresidente, Michel Temer, quien podría gobernar hasta el fin del mandato en 2018 si los propios senadores declaran a Rousseff culpable en un plazo de 180 días.
Rousseff es acusada de haber manipulado las cuentas públicas para ocultar la amplitud de los déficits en 2014, el año de su reelección, y a inicios de 2015. La mandataria niega esas acusaciones y las atribuye a una conspiración orquestada por Cunha y por Temer.
Ese escenario mostraría la puerta de salida al "lulismo", del expresidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), figura emblemática del hoy maltrecho ciclo de gobiernos de izquierda en la región.
Los diputados fueron llamados a indicar su voto por un micrófono y a explicar su decisión en apenas 10 segundos.
Sus pronunciamientos eran ruidosamente festejados por sus aliados en el recinto y saludado con bocinazos y euforia en las manifestaciones opositoras que seguían el voto en pantallas gigantes en las principales ciudades del país.
"Para combatir el proyecto de poder y corrupción de Lula y el PT ( ), voto sí al impeachment", dijo en sus diez segundos el diputado Luiz Heinze, del PP, un partido que hasta la semana pasada era aliado del PT.
Al inicio hubo un margen en favor del impeachment que podría explicarse, en parte, por el orden en el cual se llevó a cabo el procedimiento, que empezó alternando estados del sur, dominados por la oposición, con otro del norte, poco poblados. La mayoría de los del noreste, baluartes del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), se pronunciarán al final.
El PT vio en ese método una maniobra del presidente de la Cámara, Eduardo Cunha, para crear una impresión de aluvión que podría arrastrar a los indecisos.
Enrique Fontana del PT declaró: "Contra la conspiración y la corrupción representada por Eduardo Cunha y Temer, por la democracia y contra el golpe, voto con toda convicción no a este golpe, no al impeachment".
La crisis política brasileña es observada con preocupación por el resto del mundo, a menos de cuatro meses de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Rio.
Y salga quien salga vencedor del duelo entre Rousseff y Temer, no tendrá la partida fácil.
Manifestaciones
Manifestantes de los dos bandos en las principales ciudades seguían la votación con ansiedad, aunque las concentraciones eran mucho menos masivas de lo que se esperaba.
En Brasilia, se adoptó un dispositivo para recibir a 300.000 personas, separando a los partidarios y adversarios del impeachment con una valla de paneles metálicos de un kilómetro, tendida a lo largo de la explanada de los ministerios.
Pero en plena votación, la policía calculaba que había 40.000 del lado reservado a los adversarios de Rousseff, vestidos de verde y amarillo (los colores nacionales) y unos 17.000 del lado de sus partidarios, mayoritariamente vestidos de rojo.
Un líder sindical se dirigía periódicamente a esos últimos, para instarlos a no dejarse desanimarse ante la ventaja que iba sacando el impeachment, recordándoles que la votación será larga.
La tendencia "se va a revertir!" grita Joao Marcio Gama, analista de sistemas en el Banco do Brasil, de 45 años.
Del otro lado del muro, el ánimo esta por todo lo alto, pero aún hay algunos que se toman los números con cautela.
Alirio Melo, de 46 años, es uno de ellos. "Aún falta mucho. El camino es largo, aunque espero que ganemos", dijo a la AFP.