La aprobación por parte de la Cámara de Senadores del proyecto de ley que limita las excepciones al derecho de autor para los libros de estudio levantó opiniones contrarias de parte de autores y editores.
Fernando Rama, directivo de la Cámara Uruguaya del Libro, dijo a 180 que para la industria “es un golpe complicado, difícil de digerir”. Añadió que la ley atenta contra el trabajo que realizan como industria cultural.
Uno de los artículos más polémicos establece que “es lícita la reproducción por cualquier medio, de una obra o prestación protegida, ordenada y obtenida por una persona física, en un solo ejemplar para su uso personal y sin fines de lucro, no requiriendo autorización del autor o titular”.
Acerca de esto, Rama dijo que “permite la copia privada”, y que es muy abarcativo ya que trasciende a la industria del libro, complicando no sólo a editores sino a otras zonas de la cultura. “Nuestro trabajo vale cero”, indicó y añadió que este artículo “es muy complicado” y sería bueno que dieran a conocer toda la labor que hay detrás de la edición de un libro.
Además, Rama dijo que en distintas etapas hablaron con todos los involucrados en el asunto. “Hoy tenemos la media sanción sobre la mesa y eso muestra que nuestra voz ha sido escuchada muy bajito”, comentó.
Dirigentes de la Cámara Uruguaya del Libro dieron una conferencia este miércoles explicando su punto de vista y emitieron un comunicado en el que indicaron que el proyecto “presenta varias fallas formales” y que “es violatorio de los convenios internacionales suscritos por Uruguay”.
Acerca del artículo que permite la copia privada para uso personal, la Cámara indicó que como la normativa no expresa si se refiere a toda una obra o a una fracción, o si se pueden realizar copias desde el original o desde otra reproducción “se abre una peligrosa puerta que perjudicará, sin dudas, a los creadores o detentadores de los derechos que pretendan cobrar una justa compensación por su trabajo o inversión”.
También, citan una versión taquigráfica de la Comisión de Educación y Cultura del Senado, en la que se les consultó a los empleados de Fundación de Cultura Universitaria si ellos eliminarían la llamada “copia privada”.
“Exactamente. Consideramos que este numeral habilita, de hecho, a un número ilimitado de reproducciones y a copiar libros completos en cualquier ámbito y por cualquier persona, cosa que se contradice totalmente con el carácter de excepción que plantean los numerales anteriores del proyecto. Una copia no afecta a nadie, pero la sumatoria de copias hace que estas lleguen a ser muchísimas y el perjuicio sea muy grande. La excepción se transforma en regla. Por lo tanto, a nuestro criterio no debe incluirse en el proyecto de ley”, respondieron a la comisión en esa ocasión.
Quien también se expresó sobre el tema fue el periodista y escritor Leonardo Haberkorn, que publicó en su cuenta de Facebook: “Estoy terminando un libro que ya me lleva más de dos años de laburo y que cualquiera podrá fotocopiar en cinco minutos según la ley que hoy votó el Senado de la República”.
Consultado por 180, Haberkorn dijo que entiende que la ley mezcló dos aspectos distintos: los libros de texto para estudio y los que no lo son. “Bajo el pretexto de que los estudiantes iban a tener libros accesibles están legislando sobre los libros en general”, añadió.
También se mostró disconforme con el artículo de la “copia privada”, diciendo que “es aberrante, gravísimo y no tiene nada que ver con lo que se estaba discutiendo que es el acceso de los estudiantes a los libros de texto”. Dijo que bajo esa normativa “todo se puede fotocopiar”, lo que entendió como “un duro golpe a la industria editorial”.
Haberkorn se refirió a que las ganancias que obtienen los autores de libros ya son escasas, teniendo en cuenta que “cobran el 10% del precio de tapa sobre cada ejemplar vendido” y que “a un libro que vende 2.000 ejemplares se considera que le fue bien”.
Respecto a las fotocopias de libros de estudio con finalidades educativas, el periodista reconoció la existencia de un problema para muchos estudiantes que no pueden pagar los libros pero indicó que la elegida no es la opción más adecuada.
Señaló que “liberalizar las fotocopias a ultranza” es “la peor solución” y agregó que hubiera optado por mejorar las bibliotecas, haciéndolas “surtidas, actualizadas y con muchos ejemplares”; además de promover las ediciones económicas de los libros empleados en las facultades o poner en marcha un sistema en el que las fotocopias paguen algún tipo de derecho de autor, como se da en otros países.