Seguramente los 10 años de gobierno de la izquierda en Uruguay tienen muchísimos aciertos. Esa convicción no puede llevar a que no se admitan errores. A que una ministra de Educación y Cultura diga que una mentira no importa. A que nada menos que el Plenario del partido de gobierno hable de operaciones de desestabilización institucional orquestadas entre medios y oposición cuando está tratando un hecho revelado por un trabajo periodístico inapelable.
Muchos dirigentes de la izquierda han guardado silencio. Otros directamente hablaron de la torpeza de la declaración del Frente Amplio. Pero la mayoría de las voces del oficialismo se ha encolumnado en un discurso conspirativo. Hasta el presidente criticó el trabajo de la prensa.
El principal error de esa actitud es que impide separar la paja del trigo, lo importante de lo menor, lo que colabora de lo que entorpece. Y esa separación es importante, justamente, para poder avanzar en ese proyecto político y de gobierno que se defiende como transformador del país.
Únicamente ese actuar errante puede explicar la decisión de la bancada del Frente Amplio de no habilitar que un diputado nacionalista de Paysandú hablara en cámara del homicidio religioso que sufrió el comerciante judío Daniel Fremd.
¿Se puede ver una operación política en un discurso que va a condenar un asesinato horroroso como el sucedido en Paysandú? ¿Se puede confundir el debate permanente sobre la mejora o no de la seguridad ciudadana con la condena a un crimen de matriz religiosa?
El miércoles de tarde la Justicia aún no se había expedido en un auto de procesamiento pero todos los indicios apuntaban a lo que finalmente se confirmó. A Fremd lo mataron por ser judío. Y eso merece un rechazo radical que bien podía comenzar a expresarse en el Parlamento. Ningún otro lugar mejor para hacerlo. Allí estamos todos representados.
Seguramente en las próximas horas la bancada oficialista habilite que el Parlamento aborde este tema. También seguramente todas las voces se sumen al rechazo a estas acciones criminales que no deberían ocurrir en Uruguay ni en ningún otro lugar.
Pero este miércoles se terminó de hacer patente que la preocupación por las conspiraciones y la posición de víctima están dejando al Frente Amplio sin reflejos.
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