“Cambio, cambio. Euro, dólar, real, cambio”. Cualquiera que haya caminado por las calles del microcentro porteño en los últimos años escuchó decenas de veces eso de boca de los arbolitos, denominación con la que se conoce a quienes ofrecen en la calle el dólar blue. Y, un par de días después de que se anunciara el fin del cepo, se sigue escuchando.
“El que quiera comprar dólares lo va a poder hacer, el que quiera exportar lo va a poder hacer sin permiso y el que quiera importar va a poder importar”, dijo en conferencia de prensa el ministro de Hacienda y Finanzas argentino, Alfonso Prat-Gay, el miércoles 16.
Este viernes 180 visitó cuatro bancos en Buenos Aires y comprobó que la medida comenzó a regir con restricciones. En tres de ellos la información es que, hasta ahora, solo pueden comprar o vender dólares quienes tengan cuentas allí. “Tienen que tener una caja de ahorro con dinero y entonces hacen la transacción directo en los cajeros automáticos. Si no tienen cuenta no se puede. Por ahora esa es la decisión”, contó una encargada.
En el restante ni siquiera estaba habilitada la venta. “Cuando el funcionario ponga el cartel que anuncie a cuánto está el dólar se habilita la venta pero no sabemos en qué momento va a suceder”, dijo a 180 un funcionario sobre las 11:30 del viernes.
Los clientes de los bancos operativos podían hacer transacciones con el dólar a 13,50 en la compra y 13,80 en la venta. Ese era el precio a primera hora de la mañana. Pasado el mediodía el valor pasó a 13,75 y 13,95.
El fin del cepo no altera la rutina
En medio del calor agobiante de Buenos Aires por estas fechas, una multitud camina por Florida. El apuro de los porteños contrasta con el tiempo que se toman los turistas para mirar vidrieras mientras reciben folletos para almorzar, para hacer excursiones o son tentados para vender sus dólares a 14 pesos en el mercado paralelo.
“Siempre hubo y siempre va a haber venta paralela porque hay gente que no puede justificar el dinero que cambia. Lo que se termina es el desquicio de pagar seis o siete pesos más por cada dólar”, dijo a 180 un vendedor de dólar blue.
Otro punto que complica la venta del dólar oficial es que hoy, con la diferencia entre un cambio y otro durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, encontrar una casa de cambio es una utopía. Entonces, el turista se decide por cambiar dinero con los arbolitos.
“Es una locura la forma en la que está cambiando el valor del dólar. Cada 10 minutos me llaman para decir que modificaron el precio y la verdad es que no sabemos qué va a pasar. Yo pienso seguir operando”, contó un vendedor de dólar paralelo. En ese momento se le acercó otro arbolito con cara de preocupación: “Están tirando para abajo el dólar y van a venir por nosotros porque no hay dólares en la calle”.
La preocupación sobre qué pasará a largo plazo parece ser el mayor desvelo para ellos. “Hoy es hoy, mañana es mañana”, graficó otro vendedor.
“A mí no me cambia nada que vendan dólares o no en los bancos. Si no puedo comprar. A mí lo que me preocupa es que no se encarezca mi vida”, dijo Rosa, una empleada de un supermercado del microcentro.
Las primeras señales no son muy alentadoras para Rosa. Es notorio el ajuste de varios precios en supermercados, restaurante y casas de ropa.
Roberto, taxista de profesión, aseguró tener la solución. “Hay que obligar a los que tienen exportación que abastezcan acá. Que dejen el 10% de lo que producen. Antes no podían exportar, ahora le permitís que exporten el 90% al precio que quieran pero los obligás a que dejen el 10% al valor del mercado”, opinó.
Roberto dijo estar feliz por la apertura del cepo y, sobre todo, por “el final” del kirchnerismo: “Con autoritarismo no vas a ningún lado. En la vida esto es así. Con tus hijos. Yo los tengo a raya pero un poquito le tenés que soltar la soga. La vida es un barrilete, vos tenés que tirar y aflojar sino se te corta la soga. Yo soy argentino. Estos hicieron el verso a la gente de la industria nacional. Nosotros la única industria que tenemos son los granos. Después no tenemos más nada”.