Este artículo habla sobre lo poco que se supo del único superhéroe que tuvo Uruguay, ya desaparecido hace tiempo por los soldados de la Era Del Nuevo Uruguayo.
La mayoría de los testimonios e imágenes fueron extraídos del documental “Te largan a la cancha sin preguntarte si querés entrar. La hazaña de Bo Uruman”.
El documental comienza con el anuncio “Para realizar este documental recurrimos a Google, Wikipedia y YouTube que, como sabemos hoy en día, es donde está toda la verdad”.
1· El origen
A fines de los años 40 en Fray Bentos, un grupo de científicos investiga las aplicaciones de una yerba radioctiva compuesta principalmente por átomos de “Yerbón”, unas extrañas partículas creadas a partir de los restos del planeta “Yermania” sobre la banda oriental de la galaxia.
Entre estos notables investigadores estaba la pareja formada por la argentina Eva Nahuela Rivadavia y el brasileño Ronaldo Cayeta Moraes Do Nascimento, ambos comandados por el inglés Lord Bond Sonby.
Por un descuido del inglés (parece que robó, pero según él estaba en el reglamento) la pareja argentino-brasilera fue contaminada con Yerbón al derramarse una cebada entera en sus cuerpos.
Lo que nadie sabía era que ambos esperaban un hijo que Eva dio a luz (previo trámite en UTE) meses después: Waldemar Walter, héroe de esta historia.
Se rumorea también que Waldemar fue dado en adopción a la familia Iname-Varela de quienes finalmente toma su apellido.
Es sabido también que Waldemar adquirió poderes desconocidos del planeta Yermania por aquel derrame sobre sus padres, lo que le otorgó atributos de un super uruguayo y así se transformó en Bo Uruman.
En su vida normal, Bo Uruman vivía bajo la identidad secreta de Waldemar Walter Varela.
2· Waldemar Walter Varela
Recortes del diario El Día, Últimas Noticias y La Mañana describían a Varela sin un mango en el bolsillo, con el buzo en los hombros y bien peinado p'atrás.
Trabajaba de guarda en la línea 151 Portones Verdisol y se lo escuchaba decir “boletos” con su voz de barítono que hacía recordar a la de Alfredo Zitarrosa.
Cuando la gente le pedía boleto de una hora, contestaba diciendo: “temblando, con la boletera partida por la inspección, por el inspector, cae sobre su parte impresa liviano como una pluma el boleto. Cae con estrépito, de bruces sobre la palma de la mano, ya solo un pobre pedazo de papel hincado sobre toda esa vida temblorosa y atónita”.
Finalizada su declamación, había gente que no solo se había bajado hace rato sino que también ya había vuelto a usar el boleto de una hora.
De nariz aguileña mezclada con la de Omar Gutiérrez y rulos suavemente ondulados, no se conoce mucho más de Waldemar Walter Varela ya que era un tipo humilde y de bajo perfil.
No lo conocía nadie en realidad y las malas lenguas decían que se enojaba cuando lo confundían con un argentino o le preguntaban si era de Paraguay.
Vivía en Amézaga y Cufré. Tenía un Chevette del año 78, flojo de chapa pero bien de papeles, alfombra y calefacción. Era hincha del Tanque.
3· Bo Uruman
Cuenta Gerardo Veloso, grado 5 de la Universidad del Mate y Venga de Mariscala: “A la hora de transformarse en nuestro superhéroe, Bo Uruman desplegaba su traje celeste, short negro, alpargatas y una capa que recuerda a la bandera de Artigas. Todo en tela de satén brillante. Un terraja, básicamente”.
En las pocas fotos suyas que existen, puede vérselo con voluminosos rulos similares a los de Eduardo Pereyra cuando era golero de Peñarol en la Libertadores del 87 o a los de Renée Pietrafesa.
Se lo reconocía también por su abultado bigote estilo Jaime Roos - Sabalero - Alfonso Carbone - Gonzalo Moreira - Néber Araújo - Pepe Batlle mientras largaba poderosos juegos de palabras tangueros murgueros uruguayos gracias a sus poderes flaco-castrenses.
4· Sus poderes
Se sabe que protegía a los uruguayos de fuerzas foráneas anti-uruguayas como Halloween, baby showers, veranear en Punta del Este o la posesión de balón en el fútbol.
Salvaba a todos los trolleys a los que se les salían los cuernitos de cable bajando por los cielos de 18 y Requena a enganchar las varillas energéticas.
Daba vuelta los mates más difíciles, cantaba envido con 33, ayudaba a los niños a memorizar la letra de “Brindis por Pierrot”, protegía de la lluvia a los tablados y calculaba lo que debías en Credisol.
Ante todo, Bo Uruman nos hacía más uruguayos en el aire del puerto cuando anuncia el temporal.
5· Sus hazañas
Todo el mundo sabía de su capacidad de hazaña: parecía que sus enemigos lo estaban por pelar pero siempre ganaba o empataba a último momento cuando nadie lo esperaba. Pocos esperaban algo de él y siempre terminaba sorprendiendo.
“Una vez ¿no? yo venía por Colonia y Rondeau porque tenía que comprar un repuesto para el sum que se me había roto cuando me explotó el termo de vidrio y justo ahí, bo, Bo Uruman aparece ahí ¿no? a pelear ¿no? con un porteño que le había dicho que éramos una provincia más. Un tole-tole se armó que dejá quieto. Se trancó todo además.”
"Pa’ peor, una vieja subió a un 494 sin la plata en la mano y trancó más el tránsito. Y vos sabés que nadie daba dos vintene’ por Bo Uruman. Si era espantoso..."
"De repente ahí, como una cosa ¿no? lo levantó de una patada al porteño que se murió de hambre en el aire. Una hazaña. Todos aplaudían, me acuerdo. Hasta la vieja encontró la plata para el boleto. Un milagro”.
"Hicimos caravana por 18, la rambla y terminamos tomando Espinillar arriba de la Onda comiendo un asado en asiento 27 pasillo. De ese Uruguay no queda más, mijo”. (testimonio de Noam Chomsky, vecino de La Comercial).
6· Brazos de Ganesha
Aureliano Gonzalo, fotógrafo de la época, recuerda la vez que logró rodar la única filmación que hay de Bo Uruman. En esta escena vemos al superhéroe sobrevolando la playa Pocitos un viernes 6 de enero mientras saluda a la multitud.
Cuenta Aureliano: “En ese fotograma, perate un poquito que le pongo pausa, ahí está, en este fotograma es cuando Bo Uruman despliega sus legendarios seis brazos: uno para saludar, otro para el termo, uno para el mate, otro para tener la mano en el bolsillo, uno para parar el ómnibus y el de abajo a la derecha para arrimar brasas”.
"Dicen que son todos producto de su contaminación con este coso peligrosísimo, el Yerbón, que al tiempo se terminó vendiendo en Manzanares. Algunos retorcidos decían que el cuarto brazo lo tenía para manguear”.
Aureliano mira con cierta nostalgia la cinta, proporcionada amablemente para este documental por Cinemateca antes de su cierre definitivo en el año 2027 cuando su director de la época perdió la llave de la única propiedad que le quedaba a la institución, un monoambiente en el sótano del Palacio Salvo, antes de convertirse en el Salvo Shopping Center.
“Yo creo" —dice Aureliano— "que Bo Uruman nos defendía de ser lo que no éramos pero siempre me pregunté si a veces no nos convenía también ser lo que no éramos”. Mientras, se suceden imágenes de Bo Uruman inaugurando un local de Centro Eléctrico en La Unión.
“Mírelo” —continúa el fotógrafo— “cómo paraba la pelota como un buen doble 5 que era. Los botijas lo querían” .Y allí vemos a Bo Uruman saludando el Che en la azotea de Haedo y luego como jurado de Miss Simpatía en Jaureguiberry.
“Era lindo ser uruguayo. Y gracias a él ¿no?”. En tono sepia, la pantalla muestra un viejo comercial de Bo Uruman lanzando zapatos con Chele Calzados. “Ahora ¿vio? la juventud ya no es más uruguaya, es «del mundo» como le dicen ahora ¿no? Y yo no sé este muchacho, qué habrá sido de él”.
Aureliano Gonzalo se queda mirando la última escena donde Bo Uruman hace la V de la victoria en el Puerto de Montevideo después de haber salvado al pueblo uruguayo de una ola de importación de juegos chinos poniendo en peligro a instituciones como Fábrica Peñarol, Royal y Juguetes Rotola.
7· Sus enemigos
Su archienemigo era Porteño Man. Argentino nacido en Buenos Aires, había logrado conquistar Punta del Este, bastión que Bo Uruman jamás logró recuperar.
Porteño Man lo quería a nuestro superhéroe: “ssste chico Úruman”… (los argentinos llamaban a Urumán como “Úruman”, con tilde en la primera u) …“era grosso. Cuidaba su cossstanera, era brutal sste chico”. A pesar que Uruman se hacía el simpático con él o lo miraba de reojo, en el fondo lo odiaba.
Otro de sus adversarios era la ya mítica Alegría Brasileña, una mujer con cabeza de batucada que trataba de aniquilar al uruguayo con alegría contagiosa, buena onda y lo peor de todo: ganas de bailar.
Algunos enemigos menores: Doctor QuintoPuesto, Mister Iberia y sus secuaces del exilio, Fifa Boy y el temido Profesor Devaluación Brasilera.
“Mire, yo los únicos enemigos que conozco son el marxismo, Nacional y los falsificadores de cuadros” (testimonio de Julio María Sanguinetti, que no sabemos qué tiene que ver con esta historia pero como todo documental uruguayo que se precie tiene que contar con su opinión aunque no parezca necesario).
8· El final de Uruman
Nunca se supo bien adónde fue a parar Bo Uruman. Claro está, primero se buscó en Colombes o Amsterdam. Algunos dicen que se atragantó con una molleja, otros alegan que murió esperando el 104 y no falta el que rumorea un “a Bo Uruman lo podés encontrar usado en Tristán Narvaja”.
Cuenta Mateo Cabrera, profesor de UTU en el curso de Tuya Héctor: “A Bo Uruman lo mató el tiempo. Tiempo que ya sabemos que está después. Lo mató la cultura del mundo, la apertura a la globalización, internet, Adinet digamos. Los botijas de hoy huérfanos de historias pasadas. Bo Uruman ya no podía con todo”.
"Y un poco, si me permitís, lo matamos entre todos. Fijate que ahora a mi botija la tengo que vestir para juntar caramelos en Halloween y es feliz ¿viste? Y Bo Uruman no se podría bancar eso. Se retiró solo a algún cuadro de la B”.
"Y ¿viste? El superhéroe” —continua Mateo— “es algo anacrónico, siempre está joven, fuerte, en todas las épocas, no envejece, es eterno. Bo Uruman no. Porque era uruguayo y perdió con su principal enemigo que nadie sospechaba: el tiempo”.
"El uruguayo piensa que siempre hay tiempo para todo y se queda como el cuento de la cigarra y todo es lento. El tiempo pasa y el uruguayo no entiende eso. Se queda parado en un faro de nostalgia que cuanto más se aleje de ese faro más sombras largas va a tirar. Te lo digo que yo que ya siento nostalgia de Bo Uruman”.
Mateo Cabrera se aleja del entrevistador llevando a su hija de la mano disfrazada para Halloween, preguntando la contraseña del wifi mientras come sushi.
“Hay veces en que pienso que hoy nos vendría bien otro Bo Uruman. Después se me pasa” —reflexiona Michael Focault, operario de la rueda gigante del Parque Rodó. “No hay que olvidarse de lo que fuimos pero también recordar lo que seremos”.
El documental termina con un fundido en negro y una canción que dice: “En la noche fría se ha perdido aquello, se extravió su alma en el vendaval. Dicen que se fue, dicen que está acá, dicen que se ha muerto, dicen que volverá”.
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