No es para blandos

«¿Y es lindo?», pregunta alguien que me ve leyendo El libro uruguayo de los muertos, de Mario Bellatin. No, lindo no es. Es intenso, complejo, original, duro… Lindo no.

Actualizado: 29 de setiembre de 2013 —  Por: María Eugenia Martínez

No es para blandos

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En cuanto a la forma, parece un clásico epistolar. Pero hay pasajes que se vuelven a leer y parece que todo cambió. El narrador, que se llama también Mario Bellatin, te mete en su apartamento, en su padecer de enfermo, te cuenta cómo su perro pelea con el del vecino y no te deja opción: de a ratos la pasás mal.

El protagonista está en las antípodas del antihéroe que genera empatía instantánea. Tiene inquietudes singulares, como un interés muy fuerte en el diseño de su propia mortaja.

Y los mundos que presenta parecen, al comienzo, muy ajenos a todo. Hay una familia de toreros enanos, una Frida Khalo viva y vendedora, unos padres que hacen crueldades con sus hijos.

Sin embargo, aceptada la búsqueda de lo singular como parte del recorrido, hay cosas que te hacen conectar con ese hombre que escribe y disfruta, que escribe y sufre, que es tan intenso, que le escribe a un amor:

«Desde hace cerca de treinta y dos horas te tengo presente. Tanto, que cuando veo que me escribes me impresiono. Es que estoy llevando a cabo una suerte de experimento con las palabras que se intercambian sin sentido. No sé si llegue a resultar como lo tengo pensado. Te contaré su mecanismo cuando ya esté puesto en funcionamiento».

Pero es mentira, no lo hace. Y uno queda preguntándose si leyó mal, y no tiene más remedio que volver atrás o inquietarse.

«Para que puedas darte una idea de este territorio en las circunstancias actuales imagina una carretera moderna, americana, provista de puentes y señalizaciones perfectas, sembrada de cuerpos muertos bajo la luz de la tarde».

No es un libro “lindo”. Es todo lo demás, capaz.

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Mario Bellatin nació en Ciudad de México en 1960. Estudió Teología y Comunicación en Perú —donde vivió durante su infancia— y cine en Cuba. Es autor de más de treinta libros, que han sido traducidos a varios idiomas.

Creó la Escuela Dinámica de Escritores, un espacio alternativo de experimentación literaria. Dirigió, junto a Marcela Rodríguez, la película Bola negra: El musical de Ciudad Juárez (2012), y trabajó en la versión cinematográfica de su novela Salón de belleza (1994).