Un grupo de personas que trabaja para una de estas empresas que andan haciendo estudios sobre el comportamiento de la gente, y que cada tanto salen con estadísticas de lo más novedosas y enriquecedoras como que nos pasamos 5 años de nuestras vidas sentados en el water (eso si ud. está dentro del grupo de los que no tienen la –higiénicamente reprochable- costumbre de leer en el trono, sino serían 10 o 15), llevó adelante un estudio que terminó siendo revelador: la polémica acerca de la marihuana desatada durante los últimos meses en Uruguay es más estupidizante y amotivacional que la propia marihuana.
La polémica acerca de la marihuana habría alcanzado los niveles de daño mental que ostentan dos de las discusiones más inútiles de Uruguay y el mundo: “Cuba sí, Cuba no“ y “Peñarol decano, Nacional decano“.
El estudio constó de tres grupos integrados por distintos tipos de seres vivos, todos tendientes a la normalidad pero sin llegar a ella. Las posibilidades de encontrar gente normal que se preste a este tipo de ejercicios son escasas; a pesar de esta magra materia prima los científicos pudieron obtener tres grupos bien diferenciados:
Un grupo (Grupo 1 o “El de los fumetas”) estuvo constituido por gente que se dedicó a consumir marihuana en cigarrillos durante dos semanas, duro y parejo, en un ambiente cerrado; otro (Grupo 2 o “El de las viejas capaces de vender el alma por una cena gratis en algún restorán o simplemente por 5 kilos de jabón en polvo”) por gente que sólo consumió las polémicas en los medios de comunicación durante todo el día en esas dos semanas, recopiladas y editadas tanto para ver (tv), escuchar (radio), o leer (diarios y redes sociales), con llamadas de los oyentes y cartas del lector y opiniones de los conductores o editorialistas y hasta de panelistas, y comentarios de Mujica y Tabaré Vázquez repetidos al menos 4 veces al día; y el último (Grupo N o “Resto del mundo”) fue compuesto por Gustavo Trelles (a quien se le mintió descaradamente para que concurra, anunciándole el estudio como “un evento de promoción de una nueva marca de algo muy trending que no podemos decir pero que va a hacer muchas fiestas vip en Punta del Este durante el verano“), un mecánico de autos que sufrió la rotura total de ambos tímpanos por el ruido de los motores, además de la disminución constatada de su masa encefálica debido las veces que se ha caído desde que sufrió la pérdida de su aparato auditivo, un papagayo y cuatro ratas genéticamente modificadas en experimentos fallidos. A este grupo se le introdujo marihuana en las diferentes comidas, que se fueron multiplicando de forma exponencial con el correr de las horas, debido al efecto secundario del cannabis como estimulante del apetito.
“El resultado es sorprendente. El Grupo 1 (el de los fumetas), con lo atrofiado que es el fumeta en general, anduvo mejor en las pruebas de ingenio que el Grupo 2 (el de los expuestos a la discusión de marihuana). Además, el que salió mejor parado fue el grupo N, el de Gustavo Trelles, el mecánico sordo de cráneo abollado, los papagayos y los ratones. Es un resultado que nos entusiasma y nos entristece al mismo tiempo”, dijo quien estuvo al frente del original estudio y prefirió no dar su nombre a conocer.
Antes y después:
Así entró esta señora al Grupo 2, el de Consumidores de Polémicas en los medios masivos.
Y así salió.
LA PRUEBA DEL LABERINTO
A los tres grupos se les hizo, entre otras, la prueba del laberinto en oportunidades diferentes y sucesivas, a medida que los días avanzaban y el consumo (tanto de la marihuana en sí como de la polémica mediática) causaba su efecto. Un clásico en el mundo científico para evaluar los daños o avances cognitivos que producen ciertos estímulos.
En el caso del grupo 1 y 2, se utilizó –por razones de presupuesto, la mayor parte de la plata se fue en la compra de marihuana- el laberinto de las revistas de juegos, pidiéndole a los sujetos de estudio que marcaran el recorrido hacia la salida con un lápiz.
Resultados del Grupo 1
Nota: las tres oportunidades en las que recibieron los laberintos lo tomaron como una actividad nueva e inédita.
Primera experiencia (día 2):
Pedido de reiteración en la explicación de objetivos, dos veces.
Solicitud grupal: “Poné música, botón”.
Resultado final: 4 terminan la prueba correctamente. 1 queda eliminado por el extravío del lápiz. 2 se dispersan porque creen haber escuchado el sonido de un vendedor de barquillos y nunca más vuelven a concentrarse en la tarea. 1 se niega a participar por estar “en contra de los laberintos, las cárceles de las ratas de laboratorio que son abusadas por el ser humano”.
Resultado final: 50% de efectividad.
Segunda experiencia (día 7):
Sorpresa colectiva ante una actividad nueva y desconocida. Expresan necesidad de que se les expliquen los objetivos. Repetición de las instrucciones, seis veces más. Después de la sexta repetición, inicio de la dinámica. Cuatro llegan con el lápiz hasta la mitad del trayecto y lo hacen regresar al inicio. Justificación de la actitud anómala: tres dicen que intentan recordar por qué querían llegar al otro lado, el restante dice que estaba seguro de que venía de la otra orilla y esta era la salida.
Pasada media hora, dos de los individuos pierden el lápiz proporcionado por el moderador.
Cuatro solicitudes grupales de recreo para “armar uno, y después seguimos”. Luego de cada recreo se exige al moderador que explique nuevamente la tarea.
Un individuo toma su lápiz y el de un compañero, empieza a realizar golpes de batería hasta producir la rotura de ambos lápices.
Pedido grupal: “si no traen helado de dulce de leche no seguimos”.
A la hora y media aparece uno de los lápices extraviados, pero se pierden dos más.
Último pedido grupal: hacer la experiencia al tiempo que toca “Once Tiros” en vivo.
Resultado final: 2 de 8 logran terminar la tarea.
Tercera experiencia (día 11):
El ejercicio nunca llega a ser realizado, el grupo decide utilizar las hojas de los laberintos para armar “el troncho más grande del mundo”. En realidad sólo usan la mitad de las hojas, con las otras arman avioncitos y realizan una competencia de aeromodelismo en papel. Luego de terminada la misma, un integrante descubre el laberinto dibujado en el avión, y le toma toda la noche resolverlo, pero lo consigue. Los científicos lloran de emoción.
Resultado final: 1 de 8 logra terminar la tarea. El resto no consigue nada que se parezca a algo.
Resultados del Grupo 2
Primera experiencia (día 2):
La mitad del grupo se niega a cumplir la actividad, y piden que “abran los teléfonos y las vías de comunicación” para discutir acerca del tema de la marihuana así la gente puede expresarse, en lugar de traerle dibujitos que distraen la atención. Utilizan el lápiz y la hoja del lado de atrás, para anotar las “10 formas de reconocer que su nieto está en la droga, y 4 direcciones de lugares donde internarlo” que en ese momento dicta “un especialista en el tema” por uno de los radiodifusores encargado de irradiar el compilado de polémicas sobre la marihuana.
La otra mitad accede a realizar el ejercicio ante la oferta de un kilo de jabón en polvo para quienes lleguen con el lápiz al otro lado del laberinto.
Resultado final: 4 de 8 completan la tarea.
Segunda experiencia (día 7):
5 de los 8 integrantes del grupo no entienden el concepto de laberinto. Apenas alcanzan a distinguir el concepto “Marihuana sí” y su reverso “Marihuana no”, y a solicitar un 0-900 para poder digitar 1 o 2 dependiendo de cuál represente “marihuana no”.
Otros 3 sujetos de estudio entienden apenas la dinámica, pero 2 de ellos la ven como una analogía de sus nietos tratando de salir del flagelo laberíntico (no utilizan esos términos, sus cerebros no hilan tan fino) de la droga y rompen en un llanto histérico a mitad del ejercicio sin poder finalizarlo.
Resultado final: 1 de 8 completa la tarea.
Tercera experiencia (día 11):
Se niegan a realizar la dinámica argumentando que si se siguen exponiendo al consumo de laberintos (no saben explicar qué es pero saben que es malo), llegará el día en que les resultará insuficiente y pasarán a la sopa de letras, para después entrar a los crucigramas, y cuando ya no sientan placer alguno, seguramente terminarán entregándose al consumo enfermizo del Sudoku, el más fuerte y peligroso dentro de este tipo de flagelos que dañan el Sistema Nervioso Central. Cuando se les dice que en ningún lugar del mundo el Sudoku es considerado una droga o un flagelo, los cobayos humanos del grupo 2 esgrimen el argumento de que “A la larga o a la corta hace daño, es alienante… o algo así. Por algo muchos países que legalizaron y permiten la venta libre de Sudoku están dando marcha atrás en sus decisiones debido al fracaso de esas políticas“.
Resultado final: 0 de 8 completa la tarea.
Resultados del Grupo N.
Uno de los grupos que a priori resultaban más interesantes en esta dinámica para los científicos, ya que el laberinto era real, y las ratas debían atravesarlo en lugar de dibujar su posibile salida desde una vista panorámica. En el caso de Gustavo Trelles se lo subió a un auto y se lo puso a manejar por la zona de Villa Dolores-La Mondiola-Pocitos: se le pidió llegar de Ramón Anador y Rosell y Rius hasta 26 de Marzo y Buxareo sin tomar calles contraflecha y doblando menos de ocho veces. Al mecánico sordo se lo soltó en las instalaciones del Club Neptuno, con un recorrido determinado de antemano.
El ejercicio sólo pudo ser realizado en la primera oportunidad, con lo cual carece de sentido su registro. Para la segunda vez el grupo ya estaba bastante mermado. El mecánico sordo se perdió en las instalaciones del club Neptuno, su condición de sordo lo hace incapaz de escuchar el llamado de los científicos e informar acerca de su ubicación, y como Neptuno está semi-abandonado y la gente usa sus instalaciones de manera anárquica, sin organización alguna detrás, no se ha podido dar con él hasta el día de hoy. En cuanto al resto del colectivo experimental (compuesto por Gustavo Trelles, 4 ratas y un papagayo), el efecto de la marihuana consumida vía oral –mezclada en las comidas- despertó el hambre voraz de Gustavo Trelles, quien terminó con sus compañeros de grupo.
“En china le dan a esto, no sean cerrados culturalmente, hay que ser open minded. Lo que se viene es el mundo de los chinos, abran esa cabecita“, fueron las palabras de Trelles ante el reclamo de los cientificos, mientras masticaba su manjar.
El único en salvarse fue el papagayo centroamericano, pero fue imposible convencerlo de bajar del techo para realizar las pruebas, hasta tanto Trelles no se hubiera retirado del salón.
CONCLUSIONES
Pudo comprobarse disminución cognitiva en el grupo 1 y 2, a medida que la experiencia avanzaba, casi al mismo nivel. Sin embargo, en la tercera oportunidad, luego de 11 días de encierro, un integrante del Grupo 1 completó el ejercicio, mientras que en el grupo 2 nadie realizó la tarea encomendada.
1 a 0 el Grupo 1. (Nota: no es posible evaluar al Grupo 3 en el desarrollo de esta dinámica por el percance acontecido)
El director del equipo que realizó el estudio cerró la presentación con la promesa de más: “En nuestro próximo estudio seguramente agreguemos un grupo más, un cuarto grupo de gente que recibirá golpes en el cráneo con un adoquín cada 45 minutos. Creemos que pueden estar por encima del Grupo 1 y el Grupo 2 en capacidades cognitivas y motivación al terminar la semana.”.