Los cascos azules después de siete años en Haití

Más de 10 mil militares y policías de 20 países están hoy en Haití cumpliendo con la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas (MINUSTAH). Entre las bases militares hay ocho que son de Uruguay. Fernando Guillade, coronel uruguayo al frente de Morne Cassé, habló con No toquen nada sobre el rol de la misión en la actualidad y la posibilidad de que Haití se haga cargo de la situación. El presidente Michel Martelly reiteró que quiere un ejército local.

Actualizado: 03 de octubre de 2012 —  Por: Emiliano Zecca

Los cascos azules después de siete años en Haití

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Estados Unidos intervino Haití en 2004, luego de la crisis desatada por enfrentamientos entre los partidarios del entonces presidente Bertrand Aristide y sus detractores.

Los estadounidenses justificaron su ingreso con el objetivo de proteger su embajada y brindar seguridad. Luego se fueron y quedó en su lugar la MINUSTAH, con un periodo inicial de seis meses, pero aún hoy la misión sigue allí.

Una de las bases uruguayas de Naciones Unidas está en el norte de la isla, en Morne Cassé. Quien está al frente del lugar es el coronel Fernando Guillade. Esta es su segunda misión, ya que antes estuvo en el periodo 2005 - 2006 y según recuerda fue el momento más complicado, porque hubo enfrentamientos de ONU con grupos armados.

En ese momento, Naciones Unidas pidió "a las autoridades haitianas, en especial a la Policía Nacional de Haití, y a la MINUSTAH que establezcan una coordinación óptima a fin de combatir la delincuencia y la violencia, en particular en las zonas urbanas". Según Guillade, había "un mini imperio en cada barrio". "La inseguridad era muy grande, había delincuentes comunes que se adueñaron de los barrios carenciados, los cercaron e hicieron zanjas de dos metros por tres de ancho. No entraban vehículos, ni entraba y salía nadie. La misma población era asesinada si salía del barrio, porque suponían que llevaban información para afuera. A su vez, la gente se sentía segura en el barrio, porque los gánster se encargaban de suministrarles comida y agua, con tal de que no salieran", explicó.

Durante la crisis de 2004, hubo antiguos militares que se rebelaron contra el gobierno de Aristide. Los defensores del gobierno, también armados, salieron a la calle a dar pelea. También hubo manifestaciones pacíficas y el símbolo era mostrar la mano abierta con los cinco dedos, por los cinco años del periodo que debía completarse.

El conflicto comenzó en Puerto Príncipe, pero se extendió a varias ciudades en todo el país. El 29 de febrero de 2004 las tropas estadounidenses sacaron a Aristide del país. "Yo no me fui de Haití porque quería, me forzaron a salir. Fue un secuestro. Si pudiera volver, lo haría ahora mismo", dijo Aristide en ese momento, cuando fue entrevistado por Amy Goodman, en el programa Democracia Ahora de Estados Unidos. Fueron los estadounidenses quienes lo sacaron para "brindarle seguridad".

En Haití, el 80% de la población vive en la pobreza y la miseria. Los ricos están en los barrios altos, pero en los barrios bajos están los pobres y ahí estaba la gente de Aristide.

Uno de esos barrios es Bel Air. En ese lugar hoy funcionan mercados mayoristas. Es una zona pobre, con calles de tierra, donde se ve mucha suciedad. Se encuentra desde ropa vieja y pedazos de tela tirados en la calle, hasta cáscaras de frutas, chaperíos y entre medio de eso hay campos de refugiados y casas a medio hacer. También está la cárcel, que se derrumbó durante el terremoto de 2010 y se escaparon 10 mil presos.

El barrio de Bel Air hoy

Allí se dio la pelea contra grupos armados del narcotráfico. "Nos enfrentamos a ellos por el capítulo siete de la carta de NU, que es la imposición de la paz. Se trabajó de forma coordinada entre los batallones sudamericanos. Fuimos avanzando, se restringieron los movimientos de los grupos y se logró la paz en esos barrios. La gente festejaba como si fuera navidad, con bombas. Caminaban de noche por las calles, algo que antes era imposible. Empezaron a verse comercios nocturnos y se logró sociabilidad en esos barrios, algo que no existía", recordó Guillade.

Hoy la misión sigue en el capítulo siete, pero en las calles ya no hay conflictos armados. Lo que se ve es pobreza y falta de recursos para la población, por eso la gente se manifiesta.

La MINUSTAH hoy

La MINUSTAH desembarcó en Haití con más de 8 mil efectivos, entre militares y policías. La cantidad fue aumentando año tras año y alcanzó su pico en junio de 2010, luego del terremoto, donde se llegó a 13.331 efectivos. Allí se agregó a sus cometidos el apoyo en las tareas inmediatas de recuperación, reconstrucción y estabilidad del país.

Guillade dijo que en ese momento el país estaba en una etapa de transición, que aún hoy continúa, pero el terremoto los golpeó de nuevo. "Haití es uno de los países más corruptos. Si bien, por lo que pude hablar con personalidades de acá, la faja de política está muy bien preparada. Es gente que ha estudiado en Europa y Estados Unidos, pero hay una carencia de gente preparada en la faja de gerencia empresarial. Normalmente, los políticos son los grandes acaudalados de Haití, por lo tanto se presta a la corrupción, porque ellos tienen todo el poder, político y económico. Son dueños de grandes empresas y a su vez son parlamentarios. Esa situación ha cambiado y la misión también, se está en un proceso de que Haití empiece a manejarse por sí mismo, pero es muy difícil porque en 2010 vino el terremoto. Es un pueblo sufrido que siempre le pasa algo", señaló.

El actual presidente de Haití, Michel Martelly, prometió durante las elecciones restablecer el Ejército haitiano y sustituir a la MINUSTAH. En enero de 2012, habló con la BBC y reiteró su idea. "¿Por qué tener un Ejército extranjero y no tener el nuestro? Eso garantizaría trabajo para los jóvenes haitianos. Ahora se le ofrece trabajo a extranjeros y no a jóvenes haitianos. Muchas personas le temen a la palabra 'ejército' porque revive las cosas del pasado, pero creemos que se trata de crear las fuerzas armadas más adecuadas y para eso estamos pidiendo ayuda a nuestros aliados", señaló.

Ejército, escuelas y bendiciones

En el Ejército también hay una división que se llama Área Civil y Militar, cuya función es estar en contacto con la población. Van a orfanatos para donar alimentos y agua potable. Además, hacen lo que ellos consideran "obras de alto impacto social", como por ejemplo escuelas.

Una de esas escuelas estaba en construcción en el barrio Cicar, una zona pobre de Fort Liberté. Los salones se levantaban en el patio trasero de la casa de un pastor. Eran salones pequeños, que todavía estaban a medio hacer porque faltaban materiales que había donado una ONG alemana.

"Se trata que los papeles del terreno estén bien, pero la escuela queda abierta para todos los niños que quieran venir. Tiene una capacidad estipulada para 359 niños, son tres turnos. Las escuelas acá son pagas, pero esta no va a tener esa cualidad. El tema después es conseguir el dinero para pagar a los profesores, que a veces sale del bolsillo de los padres o de los directores, porque acá el gobierno no paga a los profesores", dijo a No toquen nada el Mayor Daniel Regalado, quien está al frente de esta área.

Los pastores piden a la MINUSTAH ayuda ante la ausencia de recursos. Durante una recorrida por los barrios, un pastor se acercó a Regalado y le contó que oraba para que ellos le consiguieran los materiales para construir una escuela. "Aparte de tu misión aquí como persona que da seguridad, por eso mi familia ora por ti, si tú pudieras encargar ese trabajo sería una bendición mi hermano. Yo sé que tú estás sufriendo y que te preocupa, por eso estoy orando por ustedes y su familia", dijo.