Enfermeros actuaron con “intención de matar” y no por piedad

Los enfermeros procesados por el homicidio especialmente agravado de 15 pacientes dijeron no recordar a cuántos pacientes mataron ni desde cuándo lo hacían. Según el juez Rolando Vomero la prueba incorporada “no permite considerar que estemos ante homicidios piadosos” y si permite, “sin esfuerzos, deducir la intención de matar”.

Actualizado: 22 de marzo de 2012 —  Por: Mauricio Erramuspe

Enfermeros actuaron con “intención de matar” y no por piedad

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Según el auto de procesamiento, el enfermero del Hospital Maciel y la Asociación Española Marcelo Pereira está procesado por 5 homicidios especialmente agravados ocurridos en el centro asistencial público. El enfermero de la Española Juan Acevedo fue procesado por 10 homicidios en la mutualista.

Sin embargo, ambos procesados reconocieron haber realizado ese procedimiento muchas veces más.

Pereira reconoció que le suministró “medicación que no estaba en la historia clínica a pacientes que estaban en etapa terminal”. El enfermero aplicaba sedantes como lidocaína y atropina en los pacientes, sin prescripción médica para realizarlo. Ese fue el caso de Santa Lemos, cuya muerte el 12 de marzo terminó de desencadenar los procesamientos.

“No recuerdo a qué otros pacientes lo hice. No niego que he dado sedantes a pacientes, pero no recuerdo el paciente. Recuerdo que eran pacientes que tenían un mal pronóstico vital. Son pacientes en los que no hay una resolución de vida. Eran pacientes que estaban sufriendo”, afirmó el enfermero.

El procesamiento del juez Vomero le imputa cinco muertes a Pereira. La conducta de este enfermero había despertado sospechas en varios de sus compañeros de trabajo. El procesamiento recoge el testimonio de varios de ellos en los que cuentan cómo actuaba.

Una enfermera contó que las sospechas surgieron por comentarios que hizo Pererira respecto a que en la Española se “mataba determinado tipo de pacientes”. “Se inician esos comentarios, dado que teníamos descompensación de pacientes con posterior muerte o pase al CTI, nosotros estamos en cuidados intermedios. La forma, lo que hace no lo sabemos, se supone que fuera medicación intravenosa. Lo que supuestamente le administra causa ronquidos, falta de aire y la bradicardia en el monitor, siempre es lo mismo y ocurre estando él solo en el sector del paciente y es él quien alerta de la situación...", contó la enfermera respecto a Pereira.

Luego agregó que esto se daba con “pacientes que dan trabajo, que se tiene que estar pendiente”.

Otra de las profesionales contó que hubo "'muertes en pacientes estables que de un momento a otro hacen un paro respiratorio, comienzan con bradicardia, o sea que baja su frecuencia cardíaca, hacen ruidos respiratorios, se pronan, es decir, hacen un giro de brazos y piernas y luego hacen un paro. Incluso esto ha pasado con pacientes que estaban planificados de alta”.

Todos los enfermeros coinciden en que el factor común en estas muertes inesperadas era la presencia de Pereira, solo junto al paciente.

Pereira contó al juez que “hay pacientes que son irreversibles y que muchas veces, no sé por capricho de quién, no se toman ciertas determinaciones como sedarlos y que por fin puedan descansar en paz. Ni siquiera descansar en paz, simplemente analgeciarlos para que, en ese momento, la persona no esté cabalmente conciente que no puede respirar. Eso es horrible y ese fue el fin de darles morfina o Dormicum”.

En la Española

La investigación llegó a Acevedo por un mensaje de texto que le había enviado a Pereira una enfermera que trabajaba en el Maciel y en la Española. Esa enfermera luego fue procesada por complicidad en un delito de homicidio.

En ese mensaje de texto, la enfermera contaba que Pereira le había inyectado medicación a un paciente que luego había muerto.

Una vez detenido e indagado por el juez, Pereira reconoció aplicarle directamente aire por vía intravenosa a los pacientes y no pudo determinar cuántas veces lo hizo. "Por medio intravenoso apliqué aire directamente a la vía del paciente", dijo. Contó que no lo hacía “al azar” sino que se trataba de pacientes en etapa terminal. “Él y la familia, según mi visión, estaban en un sufrimiento continuo” y entonces él se aproximaba al paciente “y con una jeringa de 20 centímetros le inoculaba los 20 centímetros de aire...", dice el fallo.

Consultado sobre cuántas veces practicó la maniobra dijo que “es imposible de contestar, porque no es una cosa para llevar la cuenta, lo hacía para, es contradictorio lo que voy a decir, pero lo hacía por humanidad". Luego arriesgó que podía estar haciéndolo hacía unos dos años.

Acevedo reconoció las fotografías de 10 pacientes a los que les aplicó este procedimiento.

El fallo de Vomero sostiene que “los indagados niegan su intención homicida”. Sin embargo, “en autos, la prueba incorporada al proceso permite sin esfuerzo deducir la intención de matar. Se trata de enfermeros con vastísima experiencia en su profesión que aplicaron sustancias que rápidamente llevaban a la muerte”.

“La prueba incorporada no permite considerar que estemos ante homicidios piadosos”, escribió Vomero. Para que se configure un asesinato piadoso deben existir súplicas reiteradas de la víctima. “No existe en autos ninguna prueba que dé cuenta de las continuas súplicas de la víctima”, afirma el juez.