Diego Bello salió por primera vez en Carnaval hace 23 o 24 años, no lo recuerda bien. Son 24 años. Debutó en el 87 con 17 años en “Los patos crónicos”. Después, al año siguiente salió en una murga de jóvenes que se llamaba “La roquera rebelde” y quedó en el último puesto. Luego pierde el orden, “La nueva ola”, “Arlequines”, “La Gran Muñeca”, “Asaltantes con Patente” y paró en el 95. Tres años después volvió a salir en La Margarita, donde estuvo 10 años, y luego pasó a A Contramano, donde estuvo los últimos tres años. “Voy a extrañar, pero esta es una parada diferente a la anterior”, cuenta.
Igual su ausencia no será total como planeó en un principio. Dos amigos le llevaron propuestas diferentes y se sumó a escribir textos para los parodistas Los Muchachos y la murga La Clave de San Carlos. Además, conducirá todas las noches el tablado del Defensor Sporting, junto a Fito Galli.
En esta nota con 180, Bello cuenta cuáles fueron las razones que lo llevaron a no subirse al escenario.
¿Por qué no saliste este carnaval?
Necesitaba tomar un descanso de los ensayos y la participación encima del escenario. Los últimos años fueron de mucha actividad y cada vez empezaba el año más tarde. Este año tengo ganas de hacer cosas temprano, ya en abril o mayo. Estoy enfocado en otro proyecto. El carnaval es divino, pero es agotador en muchos sentidos, porque termina tan tarde que los chiquilines empiezan a ir a la escuela y nosotros todavía estamos haciendo tablados.
¿Cómo fue tu salida de la murga?
Fueron los primeros en enterarse. Me reuní con Pinocho Routin por todo lo que significó él para mí y después hablé con Gustavo Cabrera, el director del conjunto, y le dije que no me iba por un tema de dinero ni por otro conjunto. También pensé que A Contramano tenía que buscarle la vuelta por otro lado, porque si volvíamos a salir Pinocho y yo, uno de lavarropa y el otro de heladera, teníamos que hacer algo brillante para que no nos catalogaran de repetirnos o cosas así. El Carnaval es muy cruel en ese sentido, son poco los casos de repeticiones de fórmulas que la gente acepta sin cuestionar.
¿Cuál es ese proyecto personal en el que estás trabajando?
Tiene que ver con lo artístico. La idea es armar un espectáculo de humor, pero no puedo adelantar mucho. Estamos trabajando con una persona que admiro mucho y hace tiempo quiero hacer algo con él. Es un unipersonal o veremos finalmente qué forma toma, porque estamos en el proceso de armado. Esta es una parte que yo quería investigar un poco, bucear y buscarle la vuelta por otros lugares. El rótulo de stand up no le queda, porque es mucha gente la que está trabajando. Es una chance de tener un espectáculo a nivel personal y quiero ver si lo puedo lograr. Sería un espectáculo del género “gente que va a un lugar y paga una entrada para reírse un rato” (se ríe).
En el último tiempo habías encontrado un lugar donde te sentías cómodo, de complicidad con la gente. ¿Esto puede ser una búsqueda de exponerte a cosas nuevas?
Esa complicidad es divina y este año la voy a extrañar mucho. Pero busco dar un volantazo y acomodarme en otro lugar para ver si podemos seguir en el viaje. Es una necesidad de salir del lugar en que la gente me identifica y buscar cosas nuevas. Estoy buscando pegar el estirón.
¿En qué te apoyás para buscar material nuevo?
En cosas de todo tipo. Leo bastante a Juceca, que suele sorprenderme a medida que lo voy leyendo varias veces. Me parece que sus personajes son muy entrañables, tiene unos giros y recursos humorísticos que me llaman mucho la atención. Dos por tres me meto en algún cuento de Fontanarrosa para ver hacia dónde me dispara. Y después soy un consumidor diario de lo que pasa en el país y eso me dispara también para varios lugares. Igual en esta nueva experiencia voy a tener el apoyo de esa persona con la que hace mucho tiempo quería trabajar. Yo me voy a subir al escenario y voy a hacer lo que él diga. No tengo autorización para nombrarlo, pero es un conocido de la casa.
La decisión estaba tomada, no iba a salir ni participar del Carnaval. Sin embargo vino el llamado de dos amigos. Primero Marcel Keoroglian para escribir textos en La Clave y después Rafael Cotelo para colaborar con parodistas Los Muchachos. Bello asegura que aceptó porque eran amigos, aunque también peso un poco el tema económico.
¿Por qué cambiaste tu decisión?
Lo único que pesó fue la cuestión de amistad y el desafío tremendo de escribir para alguien más, capaz que como parte de esa investigación, de bucear por otro lugar. Las dos invitaciones llegaron con cinco o seis días de diferencia. Son dos personas que considero muy talentosas, con una gran capacidad de trabajo y eso fue lo que pesó. Tampoco hay que engañarse, hay una cuestión de economía familiar que hay que sostener. Nadie vive del Carnaval, pero sí te ayuda y te posibilita, por ejemplo, pintar tu casa. No tenerlo era una situación que yo había manejado, pero cuando llegó ese momento fue fácil decir que sí porque no eran demasiados requerimientos. Después esos requerimientos se fueron complicando, porque ni Marcel ni Rafael tienen mucho tiempo, pero por suerte y gracias a los mails logramos hacerlo.
¿Y tuvo un sabor diferente para vos escribir para alguien más?
Sí, fue rarísimo. Por un lado está buenísimo cuando se logra el cometido, pero por otro lado puede no salir y decís “yo no puedo haber escrito esta cosa tan fea”. Pero es parte de la búsqueda del humor, que en ese proceso suele ser bastante angustiante. Con Los Muchachos me pasó una vez que vimos el espectáculo entero y mi señora vino y me dijo “tal chiste lo escribiste para vos”. Y era así. El momento reconfortante es cuando los muchachos se sienten conformes con lo que están haciendo. Estoy aprendiendo a ver las cosas desde otro lugar.
El Carnaval es una parte importante de la relación con su hijo Martín de ocho años. Incluso Bello dice que antes de tomar su decisión de no salir en este Carnaval, Martín lo escuchó y le dio su impresión.
Cuando estaba en la duda de si salir o no, lo charlé con él. Lo primero que me dijo fue “por suerte te voy a tener un enero para mí”. Eso fue determinante. Después vinieron las preguntas de a dónde tenemos que ir, a quién vamos a ir a ver, por quién tenemos que hinchar y ese tipo de cosas. Pero él está mucho tiempo conmigo, vamos y venimos juntos. Ahora que se enteró que iba a estar en el Defensor Sporting conduciendo terminó cerrándole un Carnaval maravilloso, porque va a ver todos los conjuntos. No sé si me dejará volver algún día.
¿Pudiste ver algo en este carnaval, más allá de los espectáculos en los que participaste?
No pude ir mucho porque estuve enfocado en eso. Pero sí voy desde el último tiempo a ver conjuntos porque hay amigos y gente muy querida. No me importaba si estaban en la misma categoría o fuera de concurso. Yo me acuerdo que cuando empecé a salir en Carnaval estaba mal visto ir a saludar a otros conjuntos o también estaban los que te iban a saludar por yeta. Pasé mucho tiempo sin ir a saludar a nadie. Para mí era una situación enfermante y un día dije “por qué no voy a ir”. Cuando ganó la Catalina en 2008 y La Margarita salió tercera, yo fui a saludarlos al club Banco Hipotecario y les dije que los quería presentar, porque estaba el Rafa que es mi amigo y para mí estaba bien que hubiesen ganado. Es más sano vivirlo así.
Su trabajo de “todos los meses”, como Bello lo define, es editor de televisión desde hace más de 20 años. Trabajó en Canal 4, después estuvo 12 años con Mario Uberti, como editor y camarógrafo. Hizo algunas producciones y ahora hace siete años que trabaja como editor en Tenfield. Sin embargo, el año pasado pasó a estar enfrente de las cámaras, en el programa “Algo contigo” que conduce Luis Alberto Carballo en canal 4. Pero su salida fue rápida, porque el producto tomó un encare que a él no le gustó.
¿Cómo fue esa experiencia en televisión?
Ahí pasó una cosa un poco rara, se armó un cuadro precioso, con gente bárbara y al poco tiempo de haber arrancado cambió el rumbo de lo que se pensaba hacer. Mi participación fue un precioso fracaso (se ríe). Es un tema muy complejo, yo creo que es algo para discutir muchísimo. A mí me parece que las cosas mediáticas, de escándalos y chusmerío de peluquería no están buenas socialmente hablando. Pero es sólo una opinión que tengo y digo siempre. Si yo jugaba a ese juego, alguien me iba a decir ‘vos decís una cosa y hacés otra’. Y eso no está bueno. Lo único que me quedaba era decirles muchas gracias. Esos programas alimentan una cosa fea, pero son cuestiones para que charlen personas con otra capacidad y manejos sociales con otra base de conocimiento que el que tengo yo, que es en base a intuición. A mí me parecía que era traicionarme y también traicionar a la gente que paga la entrada en algún lugar para verme.