Este jueves el secretario de Presidencia, Alberto Breccia, confirmó que los restos encontrados en el Batallón 14 pertenecían al maestro Julio Castro. Según el informe de la junta médico-forense, el maestro murió de un balazo en la cabeza, fuertemente maniatado y con un alambre en los tobillos. La causa probable de muerte, según la junta, fue la ejecución.
Castro fue un referente de la educación en Uruguay, de la educación rural, estuvo en la fundación del Frente Amplio y del semanario Marcha, era un intelectual y sindicalista que no estaba vinculado a ninguna organización armada.
Como referente de la educación. El maestro Víctor Brindisi forma parte del movimiento Educadores por la paz, una ONG de docentes que trabaja a nivel sindical con la Asociación de Maestros del Uruguay y la Federación Uruguaya de Magisterio, con un perfil de derechos humanos. El eje de ese movimiento ha sido el pensamiento de Julio Castro. Se fundó en 1997 y ellos han impulsado la investigación de la desaparición de Castro.
Entrevista de Joel Rosenberg con Víctor Brindisi en No toquen nada, de Océano FM.
Joel Rosenberg: Brindisi, usted conoció a Castro.
Víctor Brindisi: Sí, nos conocimos. Había una diferencia de edad muy grande, pero siendo un joven estudiante, tuve ocasión de participar en algunas actividades en las que Castro se destacaba por su calidad, por su conducta, sus valores. Es un referente del sistema educativo uruguayo.
¿Usted qué edad tenía? ¿Era recibido?
Yo era estudiante de magisterio. Él fue el primer maestro que acompañó las misiones socio-pedagógicas del Centro de Estudiantes. Dos o tres años después yo me integré a ese movimiento de misiones y compartimos momentos de asesoramiento, de dirección, que fueron muy valiosos para el trabajo que hacíamos los estudiantes magisteriales cuando íbamos a los “pueblos de ratas”, como se llamaban los asentamientos con situaciones de vida tan calamitosas.
¿Cuáles eran las características de su personalidad en ese trato, tanto con ustedes como con el resto de la gente?
Era respetuoso de los muchachos, nos trataba con mucha afabilidad. Nos inducía a tener confianza en los esfuerzos juveniles, cosa muy importante para quienes empezábamos a trabajar en temas que eran muy delicados. Nos íbamos durante dos semanas a esos “pueblos de ratas” a convivir con los niños, con los maestros –o el maestro único– y marchábamos a cumplir una tarea que integraba a estudiantes de Agronomía, que asesoraban, ayudaban…
¿Y allí se instalaban en la propia escuela?
Sí, o en carpas, o en algún galpón o local que nos cedían para esa actividad.
¿Cómo lideraba esas tareas Castro?
Siempre con muy buen humor, muy buen talante, con una sonrisa fresca y empujando y entusiasmándonos a hacer las cosas. Era un convencido de lo que hacía. Tenía claro que la educación, y la educación en el medio rural, eran un elemento fundamental de desarrollo, pero que tenían que integrarse con un cambio sustancial de otros valores de la vida, como los de la salud, la alimentación, la vivienda.
En el avance de su trabajo y ante la situación de la escuela rural, que si bien mejoró, por momentos estuvo trancada en la historia del Uruguay, de hecho, hoy en día está en una situación muy compleja, ¿cuál era su ánimo? ¿En algún momento decaía por pelear por algo que no avanzaba todo lo que él quería?
No, no, por el contrario, creo que coordinaba y enganchaba la denuncia junto con la acción. Los escritos de Marcha referidos a estas actividades son documentos muy valiosos que señalan las características de un periodista consumado, de un maestro conciente de toda su responsabilidad y de un pedagogo con una visión muy importante del acto educativo. Y bueno, que luego de una etapa en la que vivió y trabajó en Uruguay, se desarrolló en el ámbito de América Latina, y también realizó actividades muy importantes en algunos países. Por ejemplo, en México fue director de un instituto que se llamaba Crefal, también en Ecuador, donde desarrolló y tuvo a su cargo una tarea de alfabetización de la población fundamentalmente indígena, que le valieron el reconocimiento de la propia Unesco y también de los países donde cumplía la actividad.
Hoy en día para ustedes los maestros, ¿qué representa la figura de Castro?
Lo primero es que su pensamiento supera la acción individual que cumplía, porque tenía un aspecto más desarrollado, un pensamiento activo y avanzado que ponía en los valores de las cosas que hacía hechos muy importantes. Me parece que en ese sentido hay que destacar la figura como un referente del sistema educativo nacional.
Que lo continúa siendo…
Sí, en nuestro movimiento de Educadores por la paz, el pensamiento de Julio Castro es un referente ineludible, junto con el del maestro Miguel Soler, que vive.
Ustedes obviamente sabían del secuestro y de la tortura, pero ¿cuál fue la sensación ayer al conocerse los detalles?
Primero fue de sorpresa, después de emoción, porque el movimiento venía trabajando junto a la familia de Julio Castro en condición de querellante en el juzgado penal de primer turno, donde se lleva adelante el juicio que está vigente, en busca de elementos que determinen las responsabilidades y de qué manera fue secuestrado, torturado y asesinado. Este elemento del reconocimiento de los restos confirman cosas que se intentaban poner en duda por parte, primero de la dictadura en aquella época y, segundo, en este proceso penal donde había imputados que venían a declarar.