Es lunes al mediodía. En un café de Punta Carretas se reúnen los referentes de la selección de básquetbol. Primero llega Martín Osimani. Con termo y mate y cara de cansado. “Aproveché para dormir todo lo que pude pero sigo muerto”, comenta. Minutos más tarde, entra Leandro García Morales. Vestido de equipo deportivo y, también, con cara de cansado. “Desde que llegué ando vestido de equipo”, cuenta. Mientras Leandro pide un café con leche con medialunas, desciende de una camioneta la enorme figura de Batista. Cruza la calle y un chofer de un ómnibus le toca bocina. Esteban levanta su mano. Ya dentro del local, saluda a sus compañeros. Se saca los lentes. Tiene cara de recién levantado. “El martes salgo para Turquía y el viernes nos vamos para Croacia”, dice. “Ahí sí que no hay problemas de infraestructura”, bromea Osimani.
La mesa está contra una ventana que da a la calle. La gente pasa y mira para adentro. Antes de que cada uno comience la temporada con sus equipos, Osimani y Batista viajan este martes, los tres aceptan el encuentro dispuestos a hablar de los temas que se le propongan y con ganas de decir sus cosas. Ninguno parece estar incómodo con la presencia del otro a su lado. Por el contrario.
García Morales y Osimani por un lado y Batista por el otro, reconocen que no son amigos pero coinciden que esta situación no perjudica a la selección. El base y el ayuda, dejan claro incluso que lo que sucedió con el pívot durante el torneo no fue el motivo de la eliminación.
Leandro inicia la charla. “Más allá que no conseguimos el resultado, en los tres torneos que participó este grupo se consiguieron resultados que no se habían conseguido en 20 años”. A García Morales le molesta que “se hayan metido con cosas que se quedan en el grupo y no son para andar hablando por ahí. Es injusto que traten de buscar una persona como si fuera la responsable del resultado porque eso no es así y es sacar de foco el verdadero tema”.
Batista admite que en la tarde previa al partido contra Canadá, estuvo en su habitación haciendo “cosas personales” y da su explicación. “Me hago cargo de eso. Era a las seis y media de la tarde, una hora en la que no había nada programado, y a Ney Castillo se le ocurrió hacer una reunión. Tenía mis cosas programadas para bajar a las nueve y veinte porque los que habíamos jugado el día anterior podíamos ir o no a hacer pesas. Yo me había programado mi tarde para mis cosas. Es como si Castillo hubiese ido y yo estuviera caminando por la peatonal porque necesitaba pensar. Estaba haciendo cosas personales. Alguno lo quiere tomar como un acto de indisciplina”, dice Batista y agrega: “En ese momento estábamos en un horario libre. Cada uno podía hacer lo que quería. No teníamos un reglamento interno que dijera que no se podían hacer determinadas cosas”.
El capitán de la selección se defiende. “Esa situación no se dio a las cinco de la mañana, ni yo caí con una botella de whisky. Fue a las seis y media de la tarde. No fue que yo jugué mal el partido con Canadá por esa situación”, comenta.
Osimani también habla sobre el tema: “Todos tenemos nuestra responsabilidad. Está bueno que Esteban hable de su situación con Ney pero no está relacionada con el resultado. Quizá sí tengamos que poner arriba de la mesa el tema de actitud que tuvimos en la cancha. Ese sí es un tema. Pero Uruguay no queda afuera por lo que pasó con Esteban la noche previa al partido con Canadá. La realidad del torneo marcó lo que hoy en día pasa en el básquet. Capaz que a nosotros no nos gusta y la cancha marca los resultados. Como país, en básquet estamos en este lugar: entre el sexto, séptimo u octavo puesto. La realidad es esa. Después se puede achicar el margen. Pero la realidad marca esto y no tiene sentido intentar buscar cabezas cuando la realidad nos marca esto”.
La preparación
Los tres coinciden que la preparación fue mala y admiten que, cada vez que se inicia un proceso, esto los fastidia y les quita energía.
“La preparación no fue buena y a nosotros cada vez nos cuesta más escuchar que armaron una sala de pesas de primer nivel y ver que armaron un vestuario y le pusieron un piso de goma. Entonces son cosas bastante ridículas”, explica García Morales. Señala que el grupo no encara estas situaciones de la mejor manera. “Eso es real y lo hemos hablado. Llegar y no tener ropa te saca las ganas y no entrenás con esas ganas que tenés que entrenar”, dice.
“Ahí es donde nosotros tenemos que hacer el mea culpa y aceptar que es nuestra realidad y que el plan de apoyo económico que hay para la selección no es ni cerca del ideal de lo que se necesita. Llegó el punto en el que nuestra generación tiene que entender que no puede esperar más. Esa es la realidad de nuestro país y tenemos que entender que si aceptamos venir tenemos que dejarlo de lado” opina Osimani.
Batista reconoce que se frustra con estas cosas y admite errores. “Yo soy el que más me frustro, el que más me desmotivo y el que tengo reacciones de llegar un minuto antes de la práctica. Ese es un error. Como dice Martín, si vamos a hacerlo vamos a hacerlo, no podemos esperar absolutamente nada. A mi me desmotiva porque la selección está peor que un club acá en Uruguay. Y ahí empieza la desmotivación. Y no voy con la cabeza que tendría que ir”, comenta. Agrega que es “un error” que no lo hace conciente.
Osimani cuenta que es “entendible” que todos se desmotiven ante este tipo de cosas. “Hicimos una carta y los dirigentes te dicen que ahora sí y al final no pasa. Entonces es una doble molestia”, explica.
García Morales interviene para comentar que “si te dicen antes que es lo que hay, podés decidir qué hacer. Pero cuando te dicen, sala de pesas de primer nivel y ves lo que hay y ropa de primer nivel y ves lo que hay, eso genera la doble molestia. Nos venden algo que no se da”.
“Tampoco pedimos el Staplees Center para entrenar. Solo queremos un estadio en el que no nos caguemos de frío y con agua caliente”, dice Batista. “Claro, pero cuando nosotros pedíamos un estadio sin goteras, y parece una ridiculez, los dirigentes lo buscaban y no lo encontraban. Ahora se ha resuelto”, contesta Osimani.
Osimani, García Morales y Batista (adhoc Foto©Javier Calvelo).
La convivencia
La charla avanza. Los niños de los Maristas salen de clase y ven a los jugadores a través del vidrio. Ingresan al café y piden autógrafos y fotos. Se van felices. Osimani, García Morales y Batista retoman la charla para hablar de la convivencia.
“Es real y también lógico que haya discusiones y que tengas más feeling con uno que con otro. Si vos te peleas con tu familia, a los que amás con todo el corazón, en esta situación en la que no elegís estás más expuesto a eso. Compartís un grupo que tratás de que tenga química pero con el que vivís situaciones hiper tensas. Es lógico y sano que en un grupo humano se generen diferencias. Que en 10 años no haya diferencias es una mentira”, opina Osimani.
Leandro apunta que “si alguien se quiere agarrar de que este grupo no se lleva bien para explicar una derrota está totalmente equivocado, porque no pasa por ahí”.
“Es que el feeling no fue mejor ni peor que en años anteriores. Fue el mismo. Yo con Martín y con Leandro no salgo a bailar o no voy a sus cumpleaños pero comemos en la misma mesa, hablamos y nos reímos. Y también podemos discutir de básquetbol por formas de ver o de ser”, dice Batista.
Osimani agrega que “lo que vale” es poder sentarse en una mesa a decirse las cosas y repite que el tema “es no pensar que por eso” el equipo rinde más o menos dentro de la cancha. “Cierto que alguna vez tenía para darle la pelota a Esteban y no se la pase, porque encontré que estaba la defensa de una manera o la vi para tirar y me la tiré mal. El tema está en pedirle perdón y después del partido mirarlo para corregir errores”, agrega.
“En ningún momento pienso que Martín no me la pasa porque soy yo, como tampoco yo voy a dejar de cortinar a Leandro porque era Leandro”, aporta Batista.
Leandro interviene y es categórico. “Es que si no, no podríamos jugar. Si nosotros no estamos en la misma sintonía, perdemos todos los partidos por 30. Es ridículo que uno no le da la pelota a otro porque no son amigos”, señala.
“A mi me sacan esos comentarios. Yo llamo a la jugada mal, Esteban no lo cortina a Leandro o Leandro no la pasa una vez, pero porque pasa en la cancha”, dice el base. El pívot agrega: “De hecho en un partido nos puteamos y todos los periodistas se agarraban la cabeza y cuando llegamos al vestuario se terminó la calentura”.
Batista aclara la situación que generó varios comentarios, cuando Uruguay remontó el partido ante Canada con él sentado en el banco. “En la remontada yo aplaudo. Lo que pasa es que no me levanté a revolear la toalla. Pero en ese momento la frustración era muy grande conmigo mismo y yo siempre reaccioné igual en mi carrera porque mi lenguaje corporal es ese. Pero no porque quiero que el tiro de Martín no entre o que la bandeja de Leandro salga”, cuenta.
Batista admite que “llegar sobre la hora o tarde a entrenar es algo que evidentemente tengo que cambiar. Es un error. No tiene la culpa ni Castillo, ni Jauri ni mis compañeros. Es un error mio”. Dice además que no lo hace para generar malestar en sus compañeros. “A muchos les molestará y les romperá los huevos o no. Yo no lo hacía para joder a nadie. Te pelotudeás porque tenés tus cosas y que son errores mios que reconozco. Eso y otras cosas pueden generar malhumor”, agrega.
La relación con el técnico y los dirigentes
Batista se muestra disgustado con el técnico de la selección, Gerardo Jauri. “Con Jauri el relacionamiento era normal pero me quedé un poco desconcertado cuando dijo que quería echarme y no lo dejaron. Él no me lo dijo nunca”, dice. El jugador también comenta que el equipo “tiene las mismas jugadas planificadas desde hace 10 años”.
Osimani marca distancia de las declaraciones de su compañero. “Tengo una buena relación con Gerardo. Aprecio las oportunidades que me dio en la selección”, señala.
García Morales prefiere comentar la relación con el presidente de la Federación Uruguaya de Básquetbol. “El diálogo es prácticamente nulo. Alguno se junta con él para arreglar los viáticos y después no lo vemos más. Ningún dirigente va a las prácticas”, cuenta.
Batista agrega que el día que no entrenaron por falta de ropa no le contestó el llamado. “Yo lo podría haber tomado como un acto de indisciplina de él”, dice
“Con Ney yo he tenido diálogo, siempre he podido hablar con él. También debemos reconocer que la vida para un dirigente de básquet acá las cosas son difíciles. Es una parte de la realidad que también hay que ver”, participa Osimani.
“La dirigencia no está al nivel que tendría que estar. Porque ellos no trabajan de esto. Ellos tienen su trabajo y lo hacen de onda, porque les gusta. Pero acá mientras los jugadores somos full time, los dirigentes e incluso los entrenadores no son full time. Cada uno tiene su trabajo. No digo que no le metan todas las ganas el rato que están pero no es lo mismo ir a trabajar y después pasar por la cancha a ver si está todo en orden que levantarte, desayunar e irte para la cancha a vivir de esto”, opina Leandro.
El futuro
Los jugadores tienen claro que hay cosas para mejorar. Osimani y García Morales creen que lo primero es tener una mejor comunicación con las otras partes. “Primero que nada, limpiar el aire entre nosotros. Entre todas las partes. Con el cuerpo técnico, ya sea Jauri o quien sea, porque ahora dicen que se corta un ciclo, hablar con los dirigentes y también entre nosotros. Sacar las conclusiones para saber en qué nos equivocamos, primero como jugadores individuales y luego como parte de un equipo. Y después ver qué se puede hacer para que ciertas cosas en la preparación no se repitan. Después es muy difícil que nosotros cambiemos la realidad de nuestra dirigencia”, explica Osimani.
Batista piensa distinto. “Lo único que pienso desde antes del torneo es que o me la fumo como está o no vengo más, porque de ciertos dirigentes no podés esperar nada. Capaz que para estar frustrado, de mal humor y no ser del todo positivo, no debería venir más. Además, hoy por hoy, soy un palo en la rueda”, comenta.
“Hay que tener claro que venga un técnico serbio o un uruguayo, va a tener para elegir entre 15 jugadores. Somos los que estamos por lo menos un ciclo más y los dirigentes se deben dar cuenta de que es importante que traten de que estemos bien. Yo me frustro constantemente aunque no pensé en no venir más”, confiesa García Morales.
Reflexivo, Osimani cierra la charla con un matiz respecto de sus compañeros. “Tenemos que pensar que esto es una selección que representamos a mucha gente. Esto es mucho más grande que nosotros y debemos pensar que va a seguir más allá de nosotros. Tenemos que generar un precedente de convivencia y diálogo para los que vengan después. Tenemos que pensar también que tenemos una responsabilidad con el básquet. Yo entiendo la situación de Esteban pero no comparto que piense en renunciar. Sería rendirnos ante la situación. No es una actitud de vida. Debemos encontrar un punto medio para que cuando nosotros no estemos, haya quedado un precedente. Yo pienso así. Estar en 15 años mirar por tele y decir qué bueno este grupo que se armó por esto, por esto y por esto. Es el punto al que tenemos que apuntar como generación”, concluye.