Procuro detenerme en alguna de estas dudas porque no quiero que dentro de unos años, cuando esos seres humanos afectos a mirarse su propio ombligo mientras observan desde atrás de la cortina de un décimo piso pasar la realidad (a la espera de la confirmación de la beca para estudiar en Jarvar), se pongan a escribir en esos libros todos coquetos y de tapa dura, que cuando la patria estaba en decadencia, no hubo ni una sola persona en todo el territorio de la República que opusiera resistencia, ni una sola persona que se le parara enfrente al posmodernismo y le dijera: andate a la puta que te parió, ¿qué te pensás, que por bailar esas músicas ensordecedoras a lo loco (si es que a eso se le puede llamar música) y tupirme a pastillas te vas a quedar con mi país? ¿a quién se le ocurre ponerle pub a un bar, manga de cínicos? ¿qué te pensás, que por darle rienda suelta a la lujuria, por andar todos con todos no importando si uno es hombre o mujer o algo de eso, no importando que hay orificios que son de entrada y de salida vas a arruinar años de cimientos? ¿cómo te pensás que nacen los niños, posmodernismo? ¿pensás que los espermatozoides quedan prendidos en las patas de las abejas y cuando éstas descienden en los óvulos, hacen que el flagelado se introduzca en el mismo provocando el milagro de la reproducción? ¿no te parece que gracias a que existen las relaciones heterosexuales los niños siguen surgiendo? ¿o preferís que nazcan todos en un tubo de ensayo? Por si no lo sabés, para que exista la reproducción entre uruguayos, un uruguayo tiene que introducirse adentro de una uruguaya y punto. Uruguaya ¿entendés? ¿te suena? Con esto no estoy diciendo que ningún uruguayo se pueda entrometer en otro uruguayo, estoy diciendo que eso no se hace en una cama matrimonial. Eso otro se hace en el baño de un bar, en un vestuario visitante o en un cementerio, pero no en el lecho de bodas que es un lugar sagrado, como lo marca la constitución y las mejores normas, aquellas que dicen que la familia es la base de la sociedad. RESPETO. Mirá que este país no se hizo solamente tomando coñac ni jugando al críquet, ni al polo, ni falopiándose, ni mirando películas de Kevin Beicon, ni teniendo acciones en la bolsa de valores de Gual Strit; este país también se hizo a azada limpia, a piñazo limpio, y a tratados no tan limpios pero tratados al fin; este país se hizo con hombres, con jefes de hogar duros, rectos, que no les tembló el pulso para impartir castigo a mano abierta, sin mucha pregunta. Esos jefes que cuando un botija andaba torcido lo enderezaban como cuando se tuerce o se abolla cualquier cosa ¿cómo se hace, preguntarás tú? golpeando en sentido contrario del lado donde se dobló, sobre una superficie plana y dura hasta restaurarlo.
Y no es solamente porque se me antoja a mí, hay un pasado que respalda mis dichos, me gustaría que todos esos que manejan tantos archivos históricos, aquellos que lo único que saben hacer es revolver el pasado, que busquen en sus papeles e intenten encontrar a un solo adolescente que desde el año 1830 hasta 1985 haya consumido pasta base. No van a encontrar señores. ¿Magia? ¿Prestidigitación? Nada tiene que ver con sucesos sobrenaturales, es simplemente que antes había respeto: por los mayores y por las normas; y en el peor de los casos se terminaba respetando las represalias por quebrantarlas. Y hasta en eso permítanme agregar, los bares supieron ser un lugar donde aprender de respeto, de nacionalismo bien entendido; donde se discutía de política, de fútbol, de mujeres, de juegos de azar, de automovilismo, de aeromodelismo, de medicina, de educación, de familia y por sobre todo, se aprendía de respeto, que supo ser el bien más preciado de cualquier bar, por más humilde que fuera; porque vos podías agarrarte a piñazos mano a mano, o a arma blanca limpia, pero siempre mirándote a los ojos, siempre con esa piña madura y franca. Al bar iba también la gente para debatir entre copa y copa, y a decirse esas cosas que en completo estado de lucidez uno no se anima. Un lugar al que asistían hasta los políticos, lo que hacía que estuvieran empapados de la real realidad, viviendo en carne propia la inflación y la suba de los precios y donde el pueblo le podía decir en la cara acodado en el mostrador al lado del senador o diputado de turno, lo que pensaba de tal o cual ley o mismo entre copa y copa, preguntarle si no sabía de algún puesto vacante o si no precisaba chofer o secretario, o lo que fuere. Fue así como estos señores oficiaron de piedra fundacional de lo que a la postre se convertiría en empresas de colocación de personal. Hasta que en un momento al pueblo le agarró la miopía y empezó a demonizar que los políticos acudieran a estos recintos y empezaron pedir explicaciones sobre por qué pasaban algunos gastos de boliche como gastos de representación o como viáticos por ida al exterior o en algunos casos, como carga de combustible. Y como este país es tan conservador y tan “moralista”, lamentablemente la opinión pública apoyada por las ideas posmodernistas ganó la pulseada de la moral y logró ubicar en el lado negativo de la misma la concurrencia de los políticos al bar, dándole una connotación muy negativa a su comparecencia a los mismos. Pero ni así nos resignamos, ni así bajamos los brazos, porque creemos que esta mala reputación que le han cargado a los bares, se va a diluir como se diluye cualquier mentira con el paso del tiempo. Creemos que un día nos vamos a levantar de la cama, vamos a ir a trabajar y luego nos vamos a ir al bar de todos los días y vamos a encontrarlos llenos nuevamente, de políticos, de futbolistas, de curas, de proxenetas, de padres de familia, de personas de bien, y nos vamos a poner a conversar de todos los temas, sin tabúes y sin pelos en la lengua, y una vuelta traerá la otra y otra vuelta traerá un abrazo y un abrazo un te quiero mucho, un es verdad que apenas te conozco pero para mi vos sos como un hermano, venga un abrazo, te quiero mucho, no estoy mamao, ¿querés que haga el 4? te lo hago, mirá que estás cosas te las digo ahora porque estoy en pedo pero mañana también, vos sos un amigo, qué digo amigo, vos sos un hermano, gracias amigo, te llamo mañana.
Pero mientras ese día no llegue, todos aquellos que sabemos lo que significa la responsabilidad que tenemos de que el bar, propiamente dicho, no se extinga, y es a nosotros los que venimos de esta generación, los que los vimos erigirse en esos sagrados templos de cultura popular, los que nos toca la responsabilidad histórica de mantener estos recintos, que son si rascamos bien, las vigas que han sostenido en pie a este país y lo seguirán manteniendo, porque mientras haya mostradores de mármol, mientras haya una charla de mostrador de política que termine en lío; mientras haya una mesa redonda y un mantel verde con algunos billetes inocentes pasando de mano en mano, y cuatro compatriotas sentados alrededor jugando y termine en lío; mientras haya algún compatriota dispuesto a conseguirle a otro un puesto en la UTE y termine en lío, mientras haya una ANCAP destilando alcoholes para seguir manteniendo a un precio accesible para cada uruguayo ese gran líquido, para que cada ingesta termine en lío; y por sobre todo, mientras haya un ser humano como Aguirre Dumont intentando preservar esos valores que ya nadie hace nada por defender (convengamos que es una vergüenza que tenga que venir un extranjero para hacernos ver lo que valemos, para hacernos ver que no somos una manga de energúmenos antisociales por tomarnos unas copa de más) habrá país. Gracias querido Pascual por tu lucha, gracias por sacar del ostracismo y del oscurantismo a esos tan hermosos templos de ciudadanía, esas tan hermosas universidades de la calle donde graduarnos de sentido común. Por eso brindo hoy, por esos faros en medio de tantas tormentas, por esos clavitos que sostienen los marcos que sostienen las tan importantes pinturas, por esos trapecistas trabajando sin red que son los bares; y sin dudas que brindo por usted Aguirre Dumont, por el tiempo que compartimos, por las vueltas que ha mandado y por las vueltas que prometió mandar si le dedicaba unas líneas.
¡Salú!
Don Esteban Torterolo