Como el gas pimienta o los pendorchos amarillos que caen de los plátanos, la sobrepoblación de peluquerías es una realidad que rompe los ojos.
En cualquier cuadra medianamente transitada nos espera al menos un cartel que anuncia a un coiffeur, un afiche de una mujer con una permanente ochentosa que nos devuelve la mirada y un laberinto de espejos con interminables tijeras, shampuces, geles, lacas, diplomas de academias, sillas, caballitos y pelos, muchos pelos.
Estudiantes de la Universidad de Columbus (EEUU) acaban de presentar un trabajo en el que promedian 2,3 peluquerías por cuadra, lo cual coloca Montevideo como la ciudad con más peluquerías por cabeza.
“Lo que nos llevó a investigar el fenómeno fue un encuentro con estudiantes de la Facultad de Humanidades uruguaya en un foro internacional en Porto Alegre” afirmó Jessica Gray, una de las académicas que llevó a cabo la investigación. “Pasamos varios días con doce peludos de 40 años que estudiaban filosofía y nos llamó la atención que en pleno siglo XXI haya un país donde las ideas de Mao sigan vigentes, la gente demore 30 años en terminar una carrera y no existan las peluquerías. Cuando llegamos a Uruguay nos dimos cuenta de que por suerte los peludos de Humanidades solo representan a los peludos de Humanidades, no solo en sus ideas y en su capacidad para no recibirse sino también en su calidad de peludos: en un país donde hay más peluquerías que temas viejos en disco nuevo de Jaime Roos hay que hacer mucha fuerza para no cortarse el pelo” señaló Brandon McCarthy, quien también formó parte del grupo de investigadores.
¿Cómo puede ser que tengamos tantas peluquerías en la ciudad? ¿Hay público para todas? ¿Alguien le da bola a los libros de fotos de cortes de pelo? ¿Es cierto que con los pelos recogidos de todas las peluquerías de Avenida Brasil en un día se podría hacer un cordón que absorbiera toda el agua radiactiva que avanza por el Pacífico desde Japón? Según confió a 180 Darwin George Clinton, otro de los investigadores, el proceso sociocultural que provocó el esparcimiento de estos centros estéticos es complejo y diversos factores influyen en ello; pero confiar ese tipo de conceptos a 180 darwin es como confiarle un corner a Muslera o una tarjeta del BROU a la empleada de Tabárez, nos cuesta manejarlo, nos ponemos nerviosos y nos mandamos cagadas, así que le pedimos que fuera directo al grano: “El uruguayo es un pueblo culto, decente y feo como la mierda. No lo digo por tener un ideal de belleza anglosajón ni por discriminar: yo tengo una amiga uruguaya, no la toco ni con un palo, pero la quiero y respeto un montón. Hay que aceptar que uno sube a un ómnibus montevideano y se quiere pegar un tiro en los ojos: un desfile de gente fea, sin gracia ni criterio, con una desidia estética que desgarra cualquier alma sensible. Eso sí, son cultos y educados. Y la arena de Pocitos es preciosa. Ahora, con respecto a las peluquerías, el mecanismo es igual al de los préstamos: el uruguayo se sabe feo pero como tiene garra quiere dar vuelta ese partido estético y entre otras cosas va a la peluquería, mientras más va a la peluquería, como cuando saca préstamos, más genera dependencia y no hace otra cosa que prolongar su fealdad, ¿por qué? El síndrome del Cara a cara.”
“¿Qué es el síndrome del Cara a cara?” preguntó el cronista de 180 Darwin para justificar su presencia en esta nota y en el portal, ya que hace cuatro meses que no sube un artículo.
“El síndrome del Cara a cara es un estado especial en el que entra una persona después de la peluquería: como los personajes del juego de mesa, su rostro no se corresponde con su cabello. La persona se mira al espejo y no se reconoce, no puede saber si el corte le quedó bien porque siente que hay dos fuerzas extrañas luchando por adueñarse de su cabeza. En cada persona varía el lapso en que se reconcilian ambos y deja de tener cara de otro, a veces pueden ser 24 horas pero en otros casos puede durar semanas, lo peor es cuando alguien interrumpe ese proceso yendo de nuevo a la peluquería: comienza un circulo vicioso de brushings, permanentes, baños de cremas y tinturas que la pueden convertir eternamente en una extraña ante su pelo, un alma en pena que no puede parar de ir a la peluquería buscando la quimera del corte preciso. Y los peluqueros hacen chilenas.”
PELOS URUGUAYOS EN EL EXTERIOR
A este polémico estudio se suma la noticia de que la FIFA nombró a Uruguay como "El país con peor pelo en ganar un mundial", una distinción que dejó un gusto amargo en la AUF porque si bien se nos reconoce como parte de ese grupo selecto de países que levantaron alguna vez la Copa del Mundo nos deja como un escracho ante el resto del mundo futbolístico. Y principalmente porque es un galardón que no le deja un peso a la AUF.
Tres eminencias en la materia contratadas por FIFA reconocieron la falta de criterio capilar de nuestros futbolistas: "Es cierto que tienen a Forlán y a Lugano, pero atrás hay un batallón de Palitos Pereiras y Locos Abreu moviendo melenas impresentables por Uruguay y el resto del mundo".
