La definición que le dio Kramer a 180 es la que más se ajusta a su último trabajo, Sostén. “Las canciones no tienen un género musical definido. Vendrían a ser algo así como un género canción, donde la letra manda y la música acompaña un concepto o una sensación”.
Terrible enredo / no se sabe quién es quién / cazadores y presas / todos se ven bien (...) Es los pies, tocándose en la cama / es mirarte y que estés mirandome.
Kramer se dice “incapaz” de modificar las palabras después de que la letra quedó escrita: es como le nace. “Por lo general las letras son un pensamiento en voz alta y, creo, es eso lo que las hace personales. Hay muchas preguntas y búsquedas de respuesta y conceptos que voy analizando de la vida. Por eso también hay mucho de amor y desamor y encuentro y desencuentro y todas esas áreas afectivas de la vida, porque son en las que más pienso”.
“Sostén es muchas cosas. Es el resultado de un filtro en donde quedan atrás las cosas que no quiero ser y se sostienen las que sí. Es lo que me significa la música, las canciones, la banda; que sostienen la parte más frágil de mi ser, la más expuesta y la hacen fuerte”, comentó. “Es lo que descubrí le generan a otros también mis canciones y ahí todo lo que significa salir a cantar cobra sentido. Y sí, tiene un doble sentido con el soutien, donde lo femenino y lo íntimo agarran más peso. Y esa sensación que me genera cantar, de cubrirme y mostrarme a la vez queda dibujada”.
Desde “Un par de intentos”, que se editó en forma independiente en el 2006, “pasó tiempo y en ese tiempo pasaron cosas”, resumió. “Es inevitable que eso modifique la forma de componer, de arreglar, de cantar, de escribir, de tocar y de enfrentar la realización de un disco. Porque los discos, entre otras cosas, son para mí un registro de momentos”.
“Crecí, liberé ciertas cosas de la composición, donde mirándome en retrospectiva era demasiado seria, me permití jugar más. Aunque por otro lado me comprometí más con mi parte cantante. Asumí más, o mejor, lo que significa decir y que otros escuchen”, comentó. “Y también me afirmé en una forma de hacer las cosas y fui experimentando y encontrando los lugares más cómodos para mí, los lugares en los que me siento más yo y por ende mi música se hace más propia”.
El librillo del disco trae varias fotos con la banda y dibujos de la misma artista, que buscan ser un elemento lúdico más, además de servir de apoyo conceptual a la letra que acompañan. “También abren como una dimensión irreal en la realidad, como un algo paralelo que sucede mientras suceden cosas”, consideró Kramer.
Una vez que se saca el disco de la cajita, hay un signo más de atrevimiento: una foto suya, en jean, sin soutien. “Esa foto sin sostén bajo el disco es en el mismo carril, es un juego: cuando quitás el sostén estoy en tetas. Hay una segunda verdad en esa foto: cantar es una gran exposición, entonces cuando sacás el disco para escuchar, de alguna manera yo estoy desnuda”.
De todas formas, Kramer asegura que esa foto surgió como un chiste. “Chiste que se le ocurrió justamente a esa parte de mí que piensa en el disco como una globalidad y en qué cosas le gustaría ir encontrando a medida que avanza en el recorrido del objeto”.
Patricia Kramer presenta su segundo disco, Sostén, en la Sala Zitarrosa, este sábado 18 de setiembre a las 21.30 horas. Las entradas están a la venta en Red UTS (locales del Palacio de la Música y de Redpagos), a 250 y 280 pesos.
La acompañan: en la batería Sebastián Pereira -“es el primer entendimiento, tiene como un diccionario emociones-sonidos y marca el pulso sobre el que irá el resto: aporta la tierra”-, en la guitarra, y demás, Mariana Vázquez -“toca cavaquinho, mandolina, acordeón, hace voces: aporta el aire a las canciones, su ser entero es música y los instrumentos pareciera que son una extensión de su cuerpo”-, en bajo Roberto Heredia -“es la bisagra rítmico armónica, sinergiza lo que toca el resto”- y en percusión, teclados y guitarra, Valentina Prego -“quien en verdad es cantautora”, aclara Kramer: “es quien aporta la última textura”.
“Me gusta pensar en la música como texturada”, resume la artista. “Como una sumatoria de cosas que van tejiendo una trama”.
“Y yo, que sería la última integrante de la banda, tocando la guitarra y cantando”, dice. “Y no sabría definir qué parte aporto, habría que preguntárselo al resto”.