“Un libro se escribe para trascender, un guión para vivir”

Fernando Schmidt es guionista, una profesión que entiende no tiene una dimensión artística. Actualmente trabaja en Terapia de pareja, en Canal 4. Escribió en carnaval, teatro, radio y buena parte de los éxitos de Antonio Gasalla. Apoya una ley de cuota pantalla y elogia que Canal 10 haga una comedia a pérdida.

Actualizado: 24 de setiembre de 2012 —  Por: Joel Rosenberg

“Un libro se escribe para trascender, un guión para vivir”

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Fernando, ¿vos te presentás como guionista?

Sí, vivo de eso desde hace mucho tiempo.

¿Te preguntan mucho de qué se trata?

“¿Qué hacés?”, claro. Lo más extraño es encontrarle una explicación a esta profesión en el medio nuestro. Entonces eso es lo que sorprende: “¡Pero eso está guionado!”.

Claro, se sorprenden de que detrás de un programa hay un libreto o un guión. Tampoco hay tanta costumbre de guionista en los medios audiovisuales de Uruguay, ¿o me equivoco?

No, no existe la figura del guionista, pero guiones hay. O sea, los programas se guionan, no siempre los genera un guionista. Por ahí esa estructura y ese texto preexistente a la hora de salir al aire proviene de otros lugares, de la producción, del conductor. Pero guiones hay sí.

¿Se nota la diferencia? Hay un oficio que no está presente allí cuando lo hace un productor o un conductor.

Y, se nota, pero también se nota cuando no necesariamente la presencia de un guionista mejora las cosas. Pero se nota, sí, que hay un trabajo de un profesional, de un técnico en la materia.

Los guionistas tienen un peso muy importante en las series de Estados Unidos.

Desde siempre. Desde siempre tienen peso donde existe la industria audiovisual. Si no es impensable una comedia de situación norteamericana que tiene una estructura rigurosa, que tiene 22 minutos de artístico diseñados de una forma formateada que no perdura si no es desde el trabajo, desde el ejercicio de un autor especializado.

O varios.

O varios, sí, sí.

¿Tener guionistas sería caro para los productos que hay en Uruguay?

Que se opte por los enlatados es un tema de recursos. Lo que pasa por televisión tiene como único objetivo vender. No digo la televisión estatal que tendría que tener otro tipo de pretensiones, pero todo lo que pasa por televisión, a diferencia de lo que pasa en el cine que sigue siendo de alguna manera un arte a pesar de que hay también una pretensión comercial, tiene como objetivo vender. Vender championes, vender casas, vender autos o vender alfajores… Pero todo contenido televisivo debe satisfacer esa demanda. Entonces en ese sentido se rige la grilla de televisión, y es muy difícil de empatar un contenido foráneo con un contenido nacional. Aquí a los canales les es muy barato comprar una ficción de estas que ponderábamos recién, como estas sitcom. Las consiguen por 400 dólares y es una producción que en su lugar de origen cuesta millones de dólares. En la última etapa de Friends, cada uno de los protagonistas cobraba un millón de dólares por capítulo, y esa misma producción que es tan costosa, como se cotiza de acuerdo al mercado, a Uruguay le cuesta muy barato adquirir los contenidos de ese nivel.

Ese contenido sería imposible empatar. Es caro generar televisión nacional y es caro emular esos formatos que hacen tan bien en otros lugares. Aquí es muy caro generar una tira, generar una miniserie, generar una sitcom. Pero podemos atizar el ingenio y hacer otros formatos que nos reflejen y que estén más cerca de lo que podemos hacer nosotros, también con guionistas.

¿Y cómo se le entra entonces? Vos tenés muchos años de experiencia con muchos productos diferentes. ¿Qué receptividad hay para diferentes cosas?

Mirá, hay varias lecturas. Ahora hay algo que a mí me ilusiona que es la ley cuota pantalla, que le va a permitir a contenidos nacionales tener otro tipo de presencia en la grilla televisiva. Me dicen que ya hay canales que lo cubren con periodísticos, pero no me importa, que haya programas nacionales. Tendría que ser al revés, lo que se tendría que regular es la presencia de productos extranjeros no de productos nacionales.

“Máximo: 30% de productos extranjeros”.

Claro, porque es raro que a uno le hagan un castigo…

Sí, 50% de productos nacionales.

Ya partimos mal. En Chile, por ejemplo, que hay una televisión desarrollada, existe la industria, el 100% de los contenidos son oriundos de Chile, pero es un tema de elección del receptor, no es porque sean más caritativos los empresarios de la televisión chilena que los de la televisión uruguaya o norteamericana. Ocurre que la elección del receptor apunta para ahí, entonces a ellos si les gusta Los exitosos Pells, no compran la lata, compran el guión y lo hacen ellos, lo “chilenizan” y lo hacen a su manera. Y no hay algo que lo regule, lo regula esa “excalibur”, esa espada que es el control remoto. O sea, lo regula el receptor cuando dice “yo quiero ver productos chilenos. Yo quiero verme, quiero ver algo que me identifique”. Son otras industrias, se me dirá, pero también hay una actitud, un ejercicio; nosotros históricamente consumimos productos de la televisión argentina, productos de la industria norteamericana, de menor o peor calidad, y no tenemos ese hábito de aceptar lo nacional sin pasarlo por ese rigor y esa exigencia como si esos contenidos provinieran de una televisión industrial. Aquí no podemos ser tan crueles de medir con la misma vara lo que se genera aquí con un presupuesto irrisorio con lo que viene de cualquier lugar donde haya una industria audiovisual.

Con la cuota pantalla que es bastante polémica, vos mismo lo comentás, ¿no se puede también generar una cantidad de productos que tengan que incluirse por obligación?

Y a mí me gusta que sea así, porque no va a ser de otra manera. Porque va a seguir siendo un mal negocio. Hoy el Canal 10 tiene una ficción en pantalla que les está dando un rédito lindo a nivel de audiencia pero que va a ser, probablemente, una de las pérdidas más grandes en la economía del canal. Sin embargo, les da ese prestigio, ese orgullo de hacer una ficción como no se hizo antes a nivel de realización. Entonces si nosotros no obligamos a que ese tipo de contenidos tenga pantalla no va a surgir muchas veces esas iniciativas. ¿Cuántas veces está dispuesto Canal 10 a perder 400 mil dólares en una ficción?

400 mil dólares para este medio es mucha plata.

Es el presupuesto que tiene Canal 5 para resolver todo su año de programación. Son números que asustan. Más que asustarnos, que no debería asustarnos como receptores de todo esto, lo que nos hace es contar cuál es el escenario que se mueve.

¿Cuántos años trabajaste con Gasalla? Como quince años.

Sí, sí. Desde el año 93 hasta… Bueno, seguimos en una perfecta relación que estoy deseando se restablezca a partir de que baje de su éxito.

Porque el éxito este del teatro nuevo no es tuyo.

Claro.

¿Y en cuántas obras de teatro participaste con él?

De él todas excepto esta, “Más respeto que soy tu madre”.

Esta última, un éxito.

Su éxito, así que obviamente…

¿Qué significaba trabajar con Gasalla?

Y para mí fue profesionalmente ha sido lo más agradable que me ha deparado esta profesión, lo que me ha enriquecido más y me ha acercado a esta profesión y a pretender mejorarme como autor de guiones para televisión.

¿Cómo lo conociste?

Lo conocí en el año 92, le envié al canal donde él trabajaba, a Televisión Oficial de Argentina, un sobre con mis guiones, una carpeta con lo que a mí más me divertía de lo que había creado.

¿Por correo desde acá?

Sí. Antes me lo encontré a él en un teatro, en una sala desaparecida acá en el centro de Montevideo. A la salida lo encaré, le expresé mi admiración, el gusto de conocer su laburo y las ganas de que evaluara mi trabajo. Y me dijo “mandame una carpeta a Canal 7 a mi nombre”. Lo mandé por un correo privado, llegó la carpetita y a los quince días conseguí su teléfono y lo llamé. “Gasalla, yo soy…” Me dijo que me tenía presente, había leído el material, le había gustado y me preguntó si estaba por viajar… “Sí, estoy por viajar”. Entonces dijo “bueno, llamame y nos vemos”. Viajé y cuando llego me tenía el pedido de escribirle para la maestra y para Cacho, era un director de televisión.

Pero después escribiste para casi todos los personajes más famosos de él, ¿no?

Claro. Eso me puso como una prueba. “A ver cómo te sale esto, yo preciso que me guionen esto”. Entonces yo me volví a Montevideo, lo escribí, se lo mandé, y volvimos de la misma manera. No estaba la Internet desarrollada, estoy hablando del año 93. Lo vuelvo a llamar y me dijo “venite que arreglamos”. Entonces cuando viajo, en lugar de reunirme en su casa, nos vemos en el canal, y ese día estaban grabando uno de los sketch que yo mandé como prueba, o sea que eso fue para mí una linda sorpresa, porque iba a que me dijeran qué tenía que corregir del guión…

Y estaban grabando.

Ya estaban grabando.

Pero después la relación creció. Vos creaste algunos personajes: Yolanda y Kika.

Yolanda es de una obra que yo escribí. Kika también, de una familia disfuncional. Creo que le puse “Bichito mío” a ese ciclo.

¿Personajes oscuros?

Sí, algunos sí.

Más que oscuros, muy malas personas. ¿De dónde salen?¿De dónde sale esa maldad? Porque hay un dato que quizás muy pocos saben que es el origen del nombre de Yolanda, ¿no?

No, pero eso está mal.

¿Está mal? ¡No! Estás mal vos. Porque Yolanda es un personaje odioso, muy gracioso, y se llama igual que tu madre.

Claro, yo lo blanqueo a esto pero ya no me salva nadie. Yolanda se llamaba Grisel al principio, y él quiso que hablara con la Y griega, entonces me dice “mirá que le cambié el nombre a Grisel”.

Ah, lo cambió Gasalla. Decís vos eso.

Y bueno…

¿Qué dijo tu madre cuando vio ese personaje nefasto asqueante como es Yolanda, fumando en silla de ruedas, tomando whisky?

Halagada. Digamos que sí.

Te preguntó, ¿no? “¿Fuiste vos, Fernandito?”

Ella me creyó que no lo puse yo.

Vos dijiste en una entrevista “No me considero escritor sino guionista. El escritor busca que su obra perdure mientras que el guionista pretende que su creación se convierta rápidamente en un producto audiovisual“. ¿Cómo te llevás con eso de lo efímero?

Justamente es lo que me anima a seguir escribiendo y a tener una revancha semana a semana.

Claro, pero un libro o cualquier otro texto, como que perdura. Vos trabajás con lo efímero. ¿Por momentos hay una sensación de que te lleva puesta esa adrenalina, de que se va todo tan rápido? Una semana de trabajo se va en cinco minutos interpretando el guión.

Sí, sí, por eso uno se encariña menos con lo que genera y es menos rehén de esas esencias literarias y del peso de la palabra. Cuando uno escribe literatura, cuando uno escribe su libro, lo hace para trascender. Cuando uno escribe un guión lo hace para mantenerse, para vivir. No le demos una dimensión artística porque no la tiene. Los guiones son otra cosa. Aquí lo que uno tiene que hacer es entretener, cautivar, seducir…

Bueno, pero tiene algo artístico.

No, hay contenidos que son muy disfrutables y pueden tener algún tipo de virtuosismo, pero no es el producto del guión. El guión se escribe varias veces, lo que uno entrega es luego desescrito por la interpretación del director y luego por el editor, y por lo general cuando vos entregás un guión y llega a esas instancias no es lo que vos quisiste decir sino lo que pudiste en determinado tipo de contexto. Y entonces por eso es mejor no encariñarse tanto con el producto de su trabajo.