Media hora antes de que la caravana pase por la Rambla y 21 de setiembre la gente no aguanta más. Un joven utiliza su muleta de mástil y mueve la bandera uruguaya. Es una más entre las miles que hay en la calle y en los balcones de los edificios. También abundan los trapos celestes con inscripciones como “Gracias campeones”, “Gracias por revivir la gloria”, “Gloriosa celeste” o “Ahora la esperanza es de color celeste”. También se ven globos, tapas de diarios, fotos en primer plano del equipo y mensajes a los jugadores. El más llamativo: “Ruso sos un espartano”.
La calle está tomada por hinchas entre los que destacan un grupo de liceales del Liceo Alemán con el uniforme de la institución. Algunos escuchan la radio como para saber a qué altura viene el ómnibus como si la caravana multitudinaria y ensordecedora pudiera tomar a alguien por sorpresa. Otros se descalzan, arman dos arcos en la arena y juegan un picado mientras alguien hace explotar unos fuegos artificiales. “Son los primeros fuegos artificiales que veo de día”, le comenta un joven a su amigo que le responde: “el boludo podría haber esperado y tirarlos cuando pase la selección”.
Cuando la caravana aparece, la gente enloquece. Entre los hinchas está el ex jugador Fernando Picún, vicecampeón de América en el 99 con Uruguay, quien filma todo acompañado de su hijo.
El ómnibus “Orgullo celeste” viene a paso de hombre entonces muchos hinchas se abalanzan sobre él. Dentro, el capitán Diego Lugano le pide a la gente que tenga cuidado al tiempo que toma papeles que firma y devuelve. Tiene una bandera como bufanda. El maestro Tabárez parece un niño chico. Sonriente como nunca, saluda, recibe regalos y se emociona. Hace fuerza para no llorar pero sus ojos están rojos. Diego Forlán levanta el pulgar, agradece con la cabeza y filma. El resto también está gozando. Todos tienen cara de que no lo pueden creer.
Se ven hinchas trepados a los semáforos, otros que corren por la playa para volver a encontrar el ómnibus y gente que sale a los balcones para saludar. Destaca un señor mayor que llora en el tercer piso de un edificio. Llora sin parar mientras aplaude el paso del ómnibus.
Un par de horas después los jugadores llegan a la escalinata del Palacio Legislativo Son recibidos por Mujica, quien eufórico dice que los uruguayos nunca estuvieron "tan unidos". El presidente explica que va a hacer de "maestro de ceremonia" y lanza un mensaje de agradecimiento. "Por emoción, por cariño, un agradecimiento a todos los muchachos. Nunca hemos estado tan unidos por encima de las clases sociales, de los colores políticos, nos han dado una cuota de coraje y juventud. Gracias muchachos en nombre de todo el pueblo uruguayo. Esto es de ustedes, esto se lo ganaron. Esta es la pequeña patria que les reconoce que no solo son guapos sino que son valientes, porque mantuvieron compostura y altura y nos dieron la esperanza de soñar. Gracias en nombre de todo el pueblo uruguayo", señala.
Mientras todos los jugadores filman la multitud, comienza a sonar el himno nacional. Luego habla el presidente de la AUF, Sebastián Bauzá, que agradece a jugadores, técnicos y dirigentes.
Es el turno del maestro. La ovación a Tabárez es conmovedora. El DT toma el micrófono inalámbrico, se para en el medio del escenario y habla. "Estamos sorprendidos, asombrados, impactados, emocionados. Pero sobre todo agradecidos. Muy agradecidos. Estos muchachos merecían un reconocimiento pero esto ha superado todo lo imaginable. No hay palabras para definir lo que hemos presenciado", dice y reflexiona: "Está muy bien festejar partidos ganados y triunfos. Pero quizá no nos tendríamos que quedar solo con el resultado sino valorar lo que se hace. El éxito no son solo los resultados sino las dificultades que se pasan para obtenerlos, la lucha permanente, el espíritu de plantearse desafíos y la valentía para superarlos. El camino es la recompensa. Gracias, gracias, muchas gracias. Uruguay nomás".
El capitán Diego Lugano, también se dirige a la gente para contar lo que sienten. "En Sudáfrica nos contaban la algarabía pero nunca nos imaginamos esto. Comentamos con los muchachos que esto que nos están regalando es mucho más de lo que merecemos porque apenas hemos hecho lo que cualquier jugador de este país hace: dar la vida por esta camiseta", comenta. Agrega que fueron con un sueño "fundamentado en el trabajo" de traer la copa del mundo. "Acariciamos la gloria pero no se dio y al volver nos encontramos con una copa mucho más allá de lo que podíamos imaginar. Ver al Uruguay unido, exteriorizando el orgullo de haber nacido acá. Gracias a la gente por este momento que estamos viviendo", expresa. Antes de finalizar le pide a Mujica y a todos los políticos presentes que entre todos colaboren para que "este día no pase al olvido, para que la ilusión de la gente no sea efímera, para que clasificar entre los cuatro mejores no sea una hazaña sino una obligación, para que los Forlán, los Suárez y los Fucile que hay en este país puedan desarrollarse".
Tras la palabra de Lugano, Sebastián Abreu toma el micrófono. Saluda a algunos de sus compañeros. Menciona a Fucile, a Suárez y recuerda a todos los jugadores que pasaron por la selección durante los cuatro años. “También es de ellos”, dice. Lo reafirma el Ruso Pérez quien da un paso atrás pero vuelve para agradecerle a Tenfield "que siempre está con el fútbol uruguayo", mención de la que se burla algún compañero que le grita "mamadera". Abreu retoma el control y se refiere "al orgullo más grande que tenemos todos, que fue la frutilla de la torta, tener el mejor jugador del mundo". El público explota cuando Forlán se dispone a hablar.
Centrado y analítico, el mejor jugador del Mundial agradece a "toda la gente". "Era impensado el día que nos fuimos y en un país tan rico de historia como el uruguayo, lograr unir a todo el país es algo increíble", manifiesta. También hace referencia al premio. Cuenta que lo tomó por sorpresa pero que más la sorprendió la forma que lo festejaron sus compañeros. "Pero lo logré gracias a ellos", dice y agrega que fueron "cuatro años de trabajo humilde y respetuoso". Sobre el final lanza un mensaje: "Trabajando con humildad y respeto, haciendo las cosas bien se puede llegar lejos. Estuvimos en la semifinal del mundo y es un ejemplo para los niños, el darnos cuenta que es un país chico pero que no solo en fútbol sino que también hay abogados, doctores y otros profesionales que están en los primeros lugares".
Después todos los integrantes de la delegación reciben sus medallas y terminan cantando. Lugano pide el micrófono y recomienda: "Terminemos con el grito de guerra nuestro". Entonces comenzó el "soy celeste...", que cantan arriba y abajo del escenario.