Era muy difícil sacar campeón a Peñarol este año. Esperaron siete años desde el anterior título cuando, justamente, fuiste vos el técnico. ¿Qué fue lo que te llevó en esos días, en que esperaban los hinchas y la dirigencia, a decir que no a continuar en Peñarol?
Me costó bastante. Así como sentía que era posible lo de Peñarol, cuando la opinión era que no tenía que agarrar y que era casi imposible revertir la situación del campeonato, en este momento sentí que cumplí con el gran objetivo al que llegué al club, de ganar el campeonato, el primer puesto, el que creía que podía ser. Y bueno, lo tomo como un final de una etapa. No me sentía con la misma fuerza.
¿Por qué? ¿Porque hoy en día no da para lo que pasó hace muchos años de intentar una Copa Libertadores? ¿No alcanzan los recursos?
Tal vez sí. Pero no iba tanto a lo futbolístico, sino que se había generado una nueva expectativa con Peñarol. Yo me cruzaba con la gente por la calle y decían: “Tenemos que ganar la Copa”. Parecía que habíamos dado vuelta todo y había que seguir de esa forma. El invicto de Peñarol y todos los partidos que ganamos fue algo increíble. También la forma en que lo conseguimos.
Pero vos considerás que no había recursos humanos, jugadores, como para ganar una Copa…
No, no tanto por ahí, sino que también veía como un momento de hacer una pausa y apostar al crecimiento profesional. Así como el fútbol es tan cruel y cuando perdés te quedás sin trabajo, no servís y nadie te viene a buscar, también está lo otro. Cuando tenés un éxito deportivo, quedás bien posicionado para otras cosas. Me dio un poco de todo eso. También estaba el gran esfuerzo emocional que habíamos hecho de estar en el día a día… fueron cinco meses muy intensos. Quería estar con mi familia, ver el Mundial, todas las cosas que se venían. Era lo que sentía.
¿Qué diferencia hay en un técnico actual respecto a los que vos tenías cuando jugabas en la década del 80? Me refiero a la forma de trabajo y las nuevas tecnologías. ¿En qué te ayuda Internet, poder grabar videos, editar?
Nosotros tenemos un programa, el software que hoy tiene la selección mayor. Lo conocí cuando estuve en la Sub-20. Eso fue un gran apoyo. Todo lo que es tecnología y apoyo extra para sumar al trabajo, bienvenido sea.
¿En qué se basa el programa?
A grandes rasgos, te analiza los partidos, el rival y a vos mismo. Por ejemplo, apuntando al rival ve por dónde juega más, por qué sector, qué jugador pasa más la pelota, dónde presionan, dónde recuperan pelotas, si cerca del área, si lejos... Después, editás todo el tema de pelotas quietas y de jugadas preparadas, y vas estudiando. Cuando tenés que enfrentarte a un rival lo ves, lo compartís con los jugadores y les das un pantallazo de lo que nos vamos a encontrar. Muchas veces te sirve para ganar partidos.
Sos de una familia grande, ¿no?
Sí, éramos siete hermanos, somos seis ahora. No está Rodrigo…
¿Es una familia de clase media, media alta?
Sí, familia de clase media. Nunca tuvimos dificultades. Mis padres eran laburantes, pero fuimos a colegios privados, aprendimos idiomas, esas cosas.
Vos decís “colegios privados, idiomas” que no es lo que te encontraste después cuando llegaste a Liverpool o a Peñarol.
No, no. Tal vez algún caso. Es algo que en Uruguay pasa mucho, los jugadores normalmente vienen de orígenes con más dificultades, humildes, sin posibilidades de estudio. Tal vez la forma que se les presenta para ganarle a la vida o a la pobreza es el fútbol.
¿Fuiste profesional desde qué edad?
Empecé a los 16 años. A los 17 ya jugué en Primera. Porque hacía mucho deporte, jugaba al fútbol, jugaba al rugby, jugaba al básquetbol…
¿Pero no te lo pusiste a los 12 como una meta familiar?
No, no. Ahora cambió todo eso. Antes era todo más tarde, después de los 15. No había la locura de que los captadores van a buscar a los chicos con 11 o 12 años. Ahora todo es más precoz.
¿Cómo ves ese fenómeno? Porque vos estuviste en juveniles, viste muchos jugadores que fueron captados.
Es parte de la realidad de hoy, no podés estar ajeno. Si no, no podés estar en esto. Tiene sus cosas buenas y otras que no son buenas.
Hoy el ídolo de Uruguay es otro jugador de clase media, Diego Forlán. Él fue a colegio privado, aprendió idiomas. No es que tengan que ser de ahí porque son mejores pero, ¿por qué hay tan pocos?
Yo creo que esto ha cambiado. Te puedo decir, en mi época, hace 20 años atrás, era más así. Ahora se busca una captación a todo nivel, también en los colegios privados. No importa el status social sino que importa encontrar el jugador. Aparte está confirmado y se sabe que el jugador cuanto más preparado está, más posibilidades puede tener de salir adelante o de insertarse en un fútbol europeo o de primer nivel. Por ejemplo en el proceso de selección donde yo estaba, en la Sub-15, había tres jugadores del Christian que habían sido captados directamente, no jugaban al fútbol, no tenían equipo, y fueron citados de ahí. Entonces, lo que quiero decir es que ya hay un movimiento a nivel de colegios y que hoy en día es difícil que se escapen jugadores a todo nivel.
Siempre se dice que en los vestuarios hay como líderes que hablan. En algún momento vos llegaste a cruzarte incluso con Morena, que lo nombraban como quien los guiaba sobre dónde invertir, en qué gastar. ¿Cómo manejás eso? ¿Te metés? Vos hablabas de estudiar, ¿pero cómo te parás cuando te cae uno con un auto cero kilómetro con el segundo sueldo?
A veces no te escuchan mucho. Pero en algunos casos de jugadores con los que generé cierta amistad, y tal vez no sean los jóvenes sino jugadores importantes, de alguna manera he intentado ayudarlos con algún contacto, alguna cosa, para que puedan invertir bien. Por tener más años o más experiencia traté de transmitirles alguna cosa, pero como que ahí no te metés.
¿Te choca o la vas llevando?
Cuesta. De no tener nada a los dos años te encontrás con jugadores que le pierden el valor al dinero, no saben realmente lo que es.
Y la diferencia de lo que ganan ellos con el resto de la sociedad.
No, no, no. Pasan de no tener nada a tener un auto de cien mil dólares. O a tener un reloj que vale como un apartamento. Son cosas complicadas. Y también es complicado que lo puedan entender porque es muy rápido y de un día para el otro. Hay que tratar de hablar, formarlos y ayudarlos. También hay que bajar porque el fútbol te da mucho pero también te quita muy rápido, y podés pasar a no tener nada otra vez.
¿Vos lograste hacer plata en Europa? ¿Lograste esa “diferencia”?
No, o sea, no es para llorar pero fue normal, normal. Después me ayudó que mi carrera continúa, no fue que dejé de jugar a los 34 años y puede decir “estoy tirado para atrás”. Eso pasa más hoy. En ese momento, no. Yo necesitaba seguir trabajando o produciendo.
En el año 2007 cuando falleció tu hermano decidiste dar la cara a los medios de comunicación en un momento muy difícil, seguramente el más difícil que te tocó vivir.
Sí, seguro.
Generalmente las familias ante esas situaciones tienen un problema que es cómo tomar fuerza, cómo reaccionar en ese momento cuando lo importante no es el reclamo. ¿Cómo hicieron?
Fue muy duro, un golpe terrible el de perder a tu hermano más chico, que era el más mimado. Un tipo bárbaro. Fue un golpe durísimo encontrarte con esa situación muy injusta y muy cruel que nos tocó vivir. Yo de alguna manera salí a los medios y hablé porque que yo fuera conocido hizo que el tema fuera más escuchado y tuviera más difusión. Son temas que han pasado y van a seguir pasando.
El anestesista fue procesado incluso por otro caso. ¿Cuál es la sensación cuando después en la justicia se llega en esta instancia?
Nada, nada, no sentís nada, no sentís nada. Tampoco te causa ningún tipo de alegría. “Ah, procesaron al anestesista. ¿Y…?” No hay remedio. Ni siquiera fue procesado porque nosotros lo pedimos, fue procesado porque la Española lo denunció. Como había un caso anterior…
Un caso anterior de una persona humilde anónima que no salió a luz.
Claro, que a raíz de esto fue preso, porque el caso que estaba en el cajón nunca hubiera salido.
Y hay otro juicio contra una empresa que es muy grande en Uruguay: la Asociación Española.
Hay un juicio civil, que llevará ocho años, no sé, no importa. En algún momento va a salir y sabemos que se va a ganar.
¿Tuviste algún temor por enfrentarte a una mutualista grande?
No, no. Después que vivís eso, temores no tenés. No tenés miedo a nada. Hacés cualquier cosa.
Hubo presiones, los denunciaron a ustedes…
Sí, hubo algunas movidas y cosas, y bueno, como todo juicio, muy duro, porque tenés que revivir todo, y de repente te acusan de cosas y se remueve todo.
Quizás el caso era muy paradigmático porque mucha gente que no tiene la fuerza, no tiene los recursos, va para atrás.
Claro, es como que te vencés, y decís “ta, ya está”. Pero nosotros no lo creímos así, y lo único que podés hacer es a través de la justicia buscar algo, pero no es por lo económico sino porque quede claro y demostrado, y que salga algo a favor de Rodrigo. Pero ya sabemos bien claro que no hay remedio, y es un tema que no nos gusta hablar y no nos gusta enfrentarlo. Simplemente lo hacemos como algo que hay que hacer. Punto.
¿Qué cosa cambiaron de tu vida?
Lo que pasa que te quedás triste y vivís el dolor de tus padres, de tus hermanos, muchos recuerdos, las fotos.
Yo tengo recuerdos de cuando jugabas, son muy familieros ustedes.
Sí, muy unidos. Rodrigo era mascota mía, cuando yo jugaba en Peñarol. Voy al Palacio Peñarol y están las fotos del cuadro campeón y él está. Éramos muy amigos, muy unidos. Y realmente era un fenómeno. Muy bien amigo, muy buen hermano. Y nos marcó porque fue un dolor terrible, un dolor que te deja como que no disfrutás de las cosas. Cuando no te pasa nada no te das cuenta, pero cuando te toca, cuando la vida te da esos golpes te hace pegarte contra el piso, y entiendo que muchas veces no se pueda salir o que caigas en una depresión o cosas muy fuertes, porque no le encontrás la razón. Te sentís peleado con el mundo, con Dios, con todo.
El gol del 87
¿Cómo te llevás con tus hijos y la era digital?
Bien… pero controlando. Tengo dos nenas, una de 13, otra de 10, y están empezando edades difíciles. A veces van con las computadoras para los cuartos y me da cierto miedo, lo veo un poco peligroso. Entonces como que no pueden tener tan fácil acceso a cualquier cosa. Hoy en día es apretar un botón y aparece lo que vos quieras.
¿Cómo lo resolvés?
Un poco con conversación, también con control. Poner las computadoras en lugares visibles. Charlar y darles una buena educación.
¿Cómo vivís aquello que te pasó siendo tan joven, de hacer un gol en una final para un equipo grande de América? Son pocos los tocados con una varita mágica… ¿Cómo lo vivís hoy? ¿Cómo se lo contás a tus hijos?
En el momento no te das cuenta nada. Porque sos un niño. Con 20 años recién estás arrancando la vida aunque te sentís hombre. Sabés que es algo importante pero después con los años lo vas valorando. También el hecho de que Peñarol no ganara más, como que lo hizo más grande al tema. Pero solo haber vivido ese momento, es como que todo valió la pena.
¿Lo viste con tus hijos alguna vez? ¿Qué preguntan? ¿Qué les decís?
Ellos lo ven, porque hoy en día metés en YouTube “gol de Diego Aguirre”... Tal vez yo no se los mostré, pero los amigos, todos se lo muestran. Y bueno, me marcó mi vida y me hizo ser parte de la historia grande de Peñarol. Hasta el día de hoy me siguen hablando de eso y entiendo que fui muy afortunado en ese momento. Es parte del juego pero de la forma esa que me tocó hacer el gol como que tampoco lo entendés.
Como que estabas en el momento justo en el lugar justo.
Sí, en el momento justo, pero faltando nada, en el minuto 120. Fue todo una cosa impresionante…
Capaz que se disfruta más algunas veces ahora…
Sí, porque ahora lo razonás de otra forma. Fue increíble cómo se me dio. No me gusta hablar mucho de la suerte pero es decir “qué suerte que tuve de vivir ese momento”, porque ese momento de alegría vale más que cantidad de cosas complicadas.