Niños y adolescentes con la camiseta uruguaya puesta caminando por 18 de julio cualquier día y a cualquier hora. Autoridades del gobierno y ex jugadores de fútbol mirando los partidos en el liceo del Cerro, en el Miranda o con los niños de ONFI en el Montevideo Shopping. El plantel entero participando en vivo durante el programa especial para recaudar fondos para Unicef con buena predisposición antes del viaje al Mundial.
Son cosas para destacar de una selección que merece lo que está viviendo. Lo mejor de ellos es que son medidos y centrados. Basta verlos festejar después de cada partido para darse cuenta que están más sacados los dirigentes que los verdaderos protagonistas. No venden humo y eso cuenta a la hora de valorarlos todavía más. Porque ya hay varias cosas para festejar.
Uruguay volvió al Mundial, ganó dos partidos de tres, terminó primero en su grupo, no recibió goles en contra y quiere más. Todo se logró con un señor calmo en el banco, que a veces se calienta ante las preguntas que le hacemos los periodistas y al que varios criticaron sin piedad y hasta el hartazgo. Lo hicieron en la Copa América del 2007, perdió la semifinal por penales con Brasil, lo hicieron en la Eliminatoria, clasificó después de la ausencia en Alemania 2006, y lo hicieron durante el Mundial, cuando realizó dos cambios previos al festejado 3 a 0 ante Sudáfrica. Ellos sabrán por qué lo hicieron. Lo cierto es que Tabárez es el técnico uruguayo más importante de los últimos 20 años. Le pese a quien le pese. Y encima es una persona honesta, derecha y con convicciones firmes.
Su llegada fue una bendición para la selección uruguaya que avanzó varios casilleros en cuanto a disciplina, humildad y trabajo en este período. Con futbolistas queridos por la gente que se entregan y dejan la piel por la selección. Destaca Diego Forlán, un jugador de verdadera clase que logró que los niños quieran ser como un uruguayo. Después de años admirando a europeos, brasileños y argentinos, ahora quieren ser “como Forlán”. Lejos de los ídolos que desaparecían en las difíciles, que se desentendían cuando Uruguay tenía un penal a favor y que eran el rostro de las derrotas permanentes, el del Atlético de Madrid es tan crack con la camiseta de su equipo como con la de la selección.
A partir de ahora, Uruguay tiene todo para ganar y nada para perder. Los jugadores y el técnico fueron a disfrutar del Mundial y lo están haciendo. Eso no significa que lo tomen con ligereza. Todo lo contrario. Compromiso le sobra a este plantel que intentará seguir haciendo su camino. Pero que ya recorrió un buen trayecto.