Da Costa mencionó que una investigación del centro PEW de Estados Unidos mostró en 2014 que en Uruguay había 10% de ateos (más del doble que el país que le sigue en América Latina, que es Argentina, con 4%) y 3% de agnósticos.
Para Da Costa, el ateísmo “se pasa de familia en familia, tiene pautas culturales y existe una institucionalidad atea en Uruguay”. También dijo que “es un fenómeno estable” que no saben cómo se comportará en el futuro “pero que es parte de la cultura uruguaya”.
Un grupo de investigadores del Boston College, la Universidad Católica uruguaya, la de Córdoba y la de Perú, realizaron un artículo de investigación titulado "Religión vivida en América Latina, la búsqueda de la trascendencia de los latinoamericanos". A propósito del mismo, el doctor en sociología contó que tuvieron dificultades para encontrar ateos en el nivel socioeconómico bajo en Uruguay, y que eso se debe a que “el ateísmo es masculino e ilustrado en Uruguay mayoritariamente, lo que no quiere decir que sea así exclusivamente”.
También, dijo que existen categorizaciones de ateos en el país. “Están los que nunca tuvieron ningún vínculo con lo religioso en su vida, que vienen de familias ateas y que cuando escuchan lo religioso le suena raro; y aquellos que tuvieron un pasado creyente de algún tipo de religiosidad y después se convirtieron al ateísmo”.
Por otra parte, mencionó que encontraron otros dos tipos, mirando el tema desde otra perspectiva: la actitud hacia lo religioso. “Está el ateo militante institucionalizado, que milita contra la idea de la existencia de Dios como una cosa estúpida, absurda o de gente ignorante; y está el ateo indiferente, el que dice yo no creo en Dios pero lo que crean los demás es problema de ellos”, dijo.
Consultado sobre si existe una importancia histórica de los ateos del Uruguay, Da Costa dijo que “hay una noción un poco desdibujada, y es que Uruguay tiene miedo a preguntar por la religión en el censo”. Mencionó que aunque en varios países latinos se realiza esa consulta, en el último censo nacional se optó por dejarlo afuera poniendo sobre la balanza lo que cuesta cada pregunta y el impacto que podría tener esa información a la hora de hacer políticas públicas. La última vez que se preguntó por la religión de la población en el censo fue en 1908, aunque en 2006 se lo hizo en la Encuesta Continua de Hogares del Instituto Nacional de Estadística.
La tradición del ateísmo nacional se veía desde el censo de 1908, donde 37% de la población se definió como atea, agnóstica o evolucionista, una categoría que ya no se utiliza. En encuestas privadas realizadas con posterioridad, en la de 1964 hubo un 5% de ateos y 11% de creyentes sin religión; y en 2001, los ateos fueron el 12%.