Casas y Vázquez plantearon la importancia de actuar desde la prevención, sin generar desconfianza ni miedos en los niños sino educando la confianza y dándoles herramientas por si les toca enfrentar situaciones de abuso.
Plantearon cuatro consejos básicos para que los padres puedan preparar a sus hijos a desarrollar fortalezas emocionales que les permitan afrontar abusos.
Alberto Vázquez, psicólogo, logoterapeuta y coordinador de propuestas para la prevención de violencia, planteó como primer punto que es importante que el niño entienda que aunque se vea sometido a una situación de abuso, los padres no lo van a dejar de querer. “Como el papá, la mamá o un referente familiar, hay que comunicar la aceptación incondicional como primer punto. Eso va a transmitir al niño la fortaleza de que aunque el mundo se derrumbe hay alguien que lo va a aceptar más allá de lo que haga o le hayan hecho”, comentó.
En segundo lugar, Alicia Casas, psiquiatra y autora de propuestas educativas para la prevención de violencia, planteó algunos aspectos referentes a la afectividad y la sexualidad. Dijo que es importante que los niños puedan nombrar todas las partes del cuerpo correctamente desde que son pequeños. “Así como decimos codo o rodilla, podemos enseñar a decir vulva, pene o testículos con la misma naturalidad y respeto”, mencionó.
Agregó que mientras se habla de esas partes del cuerpo, se pueden introducir aspectos como que estas necesitan de cuidados especiales. “Se puede decir que lo lavamos de una manera especial porque es muy delicado, que tiene cosas muy importantes adentro, que le ponemos una ropita especial para que esté protegido. Y desde ahí pasamos al concepto de que si bien todo nuestro cuerpo es bonito, hay partes privadas que son solamente mías y que no está bien que ninguna persona grande juegue con ellas o las acaricie”, añadió. Casas también dijo que los términos “jugar o acariciar” son importantes porque tampoco es bueno que nunca se dejen tocar, como puede pasar, por ejemplo, si visitan una consulta médica.
Mencionó también que hay que aprovechar cuando entre los 3 y 4 años los niños empiezan a sentir pudor por que los vean desnudos o en ropa interior. “El entorno tiene que respetar eso. Si yo respeto ese pudor, cuando alguien no lo respeta, eso salta”, dijo.
Además, dijo que es importante educar a los niños para que puedan identificar y nombrar correctamente a las emociones, porque estas actúan como “radares” o “alarmas” cuando algo no le gusta. “Los niños pueden identificar distintos tipos de caricias, las que nos hacen sentir bien y las que no se mantienen en secreto”, agregó.
El tercer consejo es que “una de las principales barreras para el abusador es encontrarse con un ‘no’ firme del niño”, según dijo Vázquez. Indicó que se pueden promover las habilidades de los menores para la comunicación, entre ellas, la de decirle un no bien firme a un adulto, sabiendo que no será castigado por ello.
Por último, Casas mencionó el cuarto punto, que tiene que ver con los secretos y saber cuándo guardarlos. “Podemos ayudar a diferenciar entre los secretos que no tienen que guardarse y los que sí. Estos últimos son aquellos que cuando se descubren, todos van a estar contentos, como un regalo o una fiesta sorpresa. Los que no se guardan son los secretos entre adultos que lo hacen sentir mal, triste, raro o que lo hacen mentir. Eso aplica para cualquier rubro, no solo para el abuso sexual”, comentó la psiquiatra.
Casas dijo que estas herramientas se pueden practicar en situaciones de baja tensión, para que cuando le sucedan al niño y esté sometido a una mayor tensión, el niño ya tenga el camino hecho para comunicarlo con tranquilidad.