La licenciatura en Ingeniería Biológica comenzó a implementarse en 2014 en las sedes de Paysandú y Salto de la Universidad de la República, a partir de la iniciativa de Ricardo Armentano, actual director del departamento de Ingeniería Biológica, y Juan Cardelino, director de la carrera, docente e ingeniero eléctrico.
Desde 2017, los primeros dos años de los cuatro que dura la carrera podrán cursarse en la Facultad de Ingeniería de Montevideo, mientras que 3º y 4º se deberán realizar en Paysandú.
Cardelino contó que desde hace más de 30 años existen carreras de ingeniería trabajando en función de las ciencias biológicas en otros países pero que en Uruguay era una materia que estaba en el debe.
En el sitio web de la carrera se define a la licenciatura como “una rama de la ingeniería que, utilizando métodos de ingeniería, ciencia y tecnología, se involucra en el entendimiento y la resolución de problemas de biología y medicina”. Añade que “el egresado será capaz de entender un sistema biológico y utilizar sus conocimientos de ingeniería para proponer mejoras a los métodos de diagnóstico o tratamiento”.
Según dijo Cardelino, la currícula tiene un 70% de carga de conocimientos ingenieriles y un 30% de aspectos biológicos, lo que explica la diversidad del cuerpo docente en el que se ven ingenieros en electrónica y computación, biólogos, físicos y médicos, además de bioingenieros que estudiaron en Argentina.
Un licenciado en Ingeniería Biológica tiene una salida laboral muy variada. Puede desarrollar productos médicos, desde aparatos de medición a software de ayuda al diagnóstico, o crear sistemas para mejorar el rendimiento agropecuario, asesorar al personal de un centro de salud en la compra, uso y mantenimiento de equipos complejos, entre otros aspectos.
Origen de la carrera
Cardelino dijo a 180 que apostaron a hacer una carrera que fuera original en la región del norte del país para invertir el proceso habitual en que los estudiantes deben viajar a Montevideo para estudiar.
“Udelar ha invertido bastante en el interior en los últimos años. Antes había cuatro carreras entre Paysandú y Salto y ahora hay 30. Sin embargo, la estrategia había sido replicar las carreras que ya existían en Montevideo. Nuestro plan fue algo distinto, buscamos ir a un modelo como el que hay en países más avanzados en esta materia en los que cada lugar tiene una especialidad. Si te da igual lo que estudiás, cursás donde vivís, y si te gusta mucho hacer algo, vas donde ese algo es bueno, pasa en Argentina, Brasil y Estados Unidos”, comentó Cardelino.
El resultado fue la apertura de esta licenciatura que no solo era original para la región sino que cubría la carencia de una carrera que faltaba en Uruguay. Cardelino contó que la idea de invertir el flujo de estudiantes hacia la capital es necesario ya que actualmente el 50% de los estudiantes de Udelar son del interior. Sin embargo, este caso y otros como el de la Ingeniería Forestal que se dicta solo en Tacuarembó, ayudan a crear una nueva tendencia.
Un profesional parado en la frontera
Cardelino dijo que Uruguay “está bastante atrás en temas legislativos en el área de la tecnología médica” y citó ejemplos en los que pareciera haber vacíos en la ley.
“Si mañana hacés un edificio, los planos te los tiene que firmar un ingeniero civil, es el que se hace responsable legal de que no se caiga. Cuando instalás un tomógrafo, ¿quién lo firma? En Argentina, por ejemplo, los evalúa o los instala un bioingeniero, sus hospitales tienen un departamento de electromedicina, que tiene un ingeniero biológico que se encarga de la seguridad, de instalarlos, de asesorar a los médicos en qué comprar, de darlo de baja cuando cumplió su ciclo. Por lo tanto, en los hospitales de aquí, los egresados van a tener un lugar, sin dudas”, comentó.
El director de la carrera también dijo que varios organismos gubernamentales serían ámbitos idóneos para que se desempeñe un licenciado en ingeniería biológica, por ejemplo, para validar la importación de un equipo. “No solo un médico lo tiene que mirar, tiene que haber un técnico de este tipo también ya que hay cuestiones de seguridad eléctrica o de mantenimiento”, añadió.
Cardelino reconoció que la amplitud de conocimientos de estos egresados paga un precio que es la poca profundidad. “La idea de esta formación es generar personal que esté en la frontera, que entienda la terminología médica y pueda ser un nexo entre la ingeniería y la medicina, por ejemplo. Quizás no sepa tanto de electrónica como un ingeniero eléctrico, pero la idea es que sea un interlocutor, que pueda hacer algo de electrónica y lo que no, lo hará un ingeniero electrónico. De la misma forma, tiene conocimientos de medicina, pero no tanto como para diagnosticar a un paciente”, explicó.
Actualmente, en los centros del norte del país, entre 1º y 3º año hay unos 40 estudiantes cursando y se espera que para 2017 el país tenga a su primer egresado de la carrera, en este caso, una estudiante que cursará 4º el año próximo.