Malena Muyala es una voz asociada indefectiblemente al tango. Sin embargo, en este disco se anima a profundizar un camino que ya había mostrado en trabajos anteriores y pasea por muchos ritmos: tangos, milongas, candombes, milongones, valses...
Ella cuenta que en estos últimos años se despojó de muchos miedos. Y, en ese proceso, surgen las canciones de “Temporal” que tienen una fuerte carga autobiográfica. En una alegoría casi perfecta, la artista también empezó a aprender buceo. Quiere ir al fondo.
Para este disco se reunió con Gustavo “Popi” Spatocco, un productor que admiraba desde siempre por su trabajo con Mercedes Sosa. Además, dos temas tienen arreglos de Juan Campodónico.
“Todo el trabajo que hice conmigo me permitió ir por ese camino y encontrar las canciones”, dijo Malena en diálogo con 180 antes de su concierto en el Teatro Solís, este jueves 29, a las 21 horas.
180: Siembra, uno de los temas del disco, es un candombe y está dedicado a tu hijo...
Malena Muyala: Si. El otro día hablaba con mi madre de esa canción y ella me decía que lo que le pasaba con ese tema, y que según ella le va a pasar a otras madres, es que aunque me adora, no le sale más palabras que “te quiero”. “En esta canción le estás vos diciendo a tu hijo cuánto lo querés pero de otras formas. Le estás agradeciendo que te haya elegido como madre, que no hay dolor que duela menos que el parir... Muchas madres te lo van a agradecer”, me dijo.
Yo no grabo desde el 2007, desde "Viajera", como disco de estudio. Estuvo el “Pebeta de mi barrio” y el dvd del Solís, pero no eran discos nuevos. Pasaron ocho años. Y ahora analizo que me animé a explorar otros lugares míos, de mi vida personal, cosas a las que le tenía temores o que no hacía. Creo que fui rompiendo esos temores y eso me permitió ir con mi forma de ver el mundo a lugares desconocidos.
Del ejercicio de “Pebeta de mi barrio”, de pedirle a la gente que cuente historias del barrio, salió Perfume, por mi recuerdo de Rosa Luna en San José. Fue un ejercicio que se nutrió de la gente. Pasa por estar atento, saber que sos un ser único pero parte de un todo y que probablemente lo que te está pasando a vos le está pasando de otra forma a otro.
180: Todas las canciones del disco son de tu autoría. ¿Qué pasó que te animaste a eso? Quizás te teníamos más como intérprete que como autora.
MM: Creo de todo un poco. En mi primer disco, “Temas pendientes”, hay dos canciones mías. En el segundo hay dos, en el otro cinco. Desde el inicio hubo una semillita que estaba pero que ni yo misma sabía qué iba a pasar con ella. Evidentemente tenía una inquietud con la composición.
Además me encontré con Gustavo “Popi” Spatcco, que es el productor del disco y yo lo admiraba desde siempre por sus discos con Mercedes Sosa. Por ejemplo, el arreglo de Razón de vivir en “Cantora”. Hacía viajes de 300 kilómetros y lo iba a escuchando todo el tiempo. El tipo es sutileza pura. Se dio por esas casualidades de la vida que una amiga mía fue a ver un concierto que él dirigía. Se animó a acercarse aunque es muy tímida y le dijo que era mi amiga, él me conocía y le dijo que le gustaba lo que yo hacía.
La presencia de Popi en este último período de mi vida, año y medio o dos años, fue sumamente enriquecedora porque yo tenía la inquietud de la composición pero me faltaba ordenarme, arrancaba un camino pero no sabía cómo seguirlo. Él me hacía comentarios muy acertados, como una guía. Y empecé a animarme.
La primera canción que le mandé fue Aquí, la tercera del disco, y me hizo una devolución divina. Me pidió que le mandara más. Y cada dos o tres días le mandaba una canción pero no porque lo hubiese digitado porque es imposible. Me empezó como a florecer algo. Atrás salió el vals Brisa y rescaté dos o tres canciones que tenía a medio escribir. Me fui a Brasil, entré a una catedral que se llama Don Bosco y salí cantando Confesión. Empezó a germinar, germinar, y en un proceso de seis o siete meses le mandé las 12 canciones que están en el disco.
180: Hablabas recién de Confesión. ¿Vos tenés un pasado religioso?
MM: Si, fui 13 años a colegio de monjas, Nuestra Señora del Huerto en San José. Yo era una niña extremadamente inquieta al punto que fui como a tres o cuatro escuelas y le pedían a mi madre que no me llevara más. Era inquieta, revoltosa, peleadora con los compañeros. Mi mamá como último recurso me llevó ahí y esas monjas tuvieron una paciencia infinita. Armaba lío, rompía todo... Me acuerdo de las hermanas para que me tranquilizara me decían: “Malena, todos tenemos un ángel en el hombro derecho y un demonio en el izquierdo. Siempre escuchá el ángel”. Ya cuando era más grande les decía: “Pero, hermana, yo tengo tendencia a la izquierda, ¿cómo hago?”
(risas)
180: ¿Seguís sintiendo esa dualidad, esa pelea interna?
MM: Creo que es una cosa inherente al ser humano. Eso está en Luz, la certeza y la duda. El tema es si te hacés responsable de la vida, de honrarla y decir que no viniste al santo botón.
180: Las letras son o al menos me suenan muy introspectivas. Se notan estos ocho años que te tomaste para hacer el disco...
MM: Yo pasé en mi vida por muchos temores, pánicos, temores a viajar. Ahora voy y vengo sola. Voy a bucear. Me pongo un traje de buzo y me meto abajo del agua respirando por un cañito. Lo hago con una tranquilidad... yo sé que todo está en cuán tranquila esté yo. Fue como que realmente me animé a ir al fondo. Uno es uno y esencialmente sos siempre igual, el tema es cómo manejás las cosas. Si vos sabés que hay determinados lugares oscuros, quizás tengas que convivir toda la vida con ellos. El tema es si te acorralan o no, si sabés vivir con ellos o no.
Todo el trabajo que hice conmigo me permitió ir por ese camino y encontrar las canciones. Hay cosas que digo en las canciones que me di cuenta que pensaba cuando las escribí. Es como que si hubiera alguien mandándote un mensaje.
180: Brisa habla de San José y de una niña que canta que sos vos...
MM: Es un ejercicio que yo hago habitualmente. Muchas veces me tiro un ratito al sol, después de comer, y hago el ejercicio de recorrer mentalmente mi casa de la infancia. La recorro, me acuerdo de todo. No desde el lugar de la nostalgia triste de que no va a volver, no. Eso ya está viviendo en mí.
Un día escribí una cosa, que no tiene nada que ver con la métrica de la canción, de mi abuelo. A él le encantaba estimularnos a mí y a mi hermano a ir a pescar, a sacar higos, cortar cañas. “Siempre que puedo vuelvo a subir con los ojos de mi abuelo”. Se sentaba en un banco blanco y nos miraba. “Cuidado”, “no toquen ahí...”
180: Les daba libertad pero con supervisión.
MM: Si. Es una cosa relinda que me pasó. También mi papá estuvo detenido en la dictadura y en Perfume puse “logro escaparme de la mano de mi madre”. Es una imagen muy contundente porque mi mamá, sobre todo cuando había multitudes, nos tenía agarrados. Ella vivía una realidad determinada de amenazas y otras cosas. También ahí está esa libertad. Internamente nosotros éramos niños muy libres pero nos cuidaban mucho.
180: ¿Hoy cómo sos como mamá?
MM: Tuve una etapa cuando Juan era niño en la que tuve que trabajar en ese aprendizaje que había hecho de mi madre de super cuidar. Me di cuenta rápido de que estaba repitiendo cosas que no estaban buenas. Hice todo un trabajo sin transmitírselo. Hoy tiene 20, ya es un hombre, estudia cocina. Es una persona divina.
180: Hiciste toda tu carrera con él creciendo. ¿Cómo lo manejaste? Para una mamá es complicado viajar, etc.
MM: Una familia divina. Esa familia contenedora que tuve de niña se mantuvo toda la vida. Si yo tenía que viajar mi mamá se venía de San José. Ella se hacía cargo. Juan le dice King Kong a la abuela, imaginate la imagen que tiene de ella.
180: La mano de King Kong es fuerte...
MM: Si... mi mamá le dice “el niño” hasta el día de hoy.
180: El tema es Brisa y el disco “Temporal”. ¿Qué sos vos?
MM: Creo que de base soy brisa pero me cuesta muy poco transformarme en temporal.
180: "Temporal" también puede aludir al tiempo, no al clima.
MM: Yo lo pensé más por ahí. Por todo esto que fui viviendo en un momento me di cuenta de que no somos atemporales. Viste que decimos “después veo”, “ya lo voy a hacer”... Tenemos la sensación de que nuestro tiempo es infinito. Y no. Yo tengo muchos proyectos, sueños, ideas pero aprendí que eso me empuja, es una luz, pero lo que tengo es esto (el presente) y lo que aprendí para atrás. Eso es lo temporal, tengo este tiempo, estoy acá, qué hago ahora, cómo puedo honrar este tiempo, ahora.
180: Barro une frases o títulos de tangos...
MM: Audacia, Pasional, El Ventarrón... están todas ahí.
180: ¿Cómo se dio? ¿Lo fuiste buscando?
MM: Estaba en mi casa un 2 de mayo. Había hablado con mi papá que me había dicho que estaría bueno hacer un homenaje al tango, que empiece con El Choclo, después La Cumparsita... Se ve que esa conversación quedó en algún lugar. Yo tengo muchos libros con letras de tango, miré y los agarré a todos. Empecé a anotar todos lo títulos, tenía como 600. Miraba esa hoja y empecé a hacer un juego, unir unos con otros, agarré la guitarra... Salió un tema que es muy simple, tiene tres acordes, con la simpleza de los tangos originales. Eso es lo que me encanta. Al final hay un cosa más Piazzolla, D'Arienzo y termina con una mínima cita a Malena.
Yo no canto Malena, pero al final dice “y no sé, si en la flor de una pena o en tu pálida voz, te siento más buena, más buena que yo”. Hace como ese guiño de que una Malena se lo dice a sí misma, que se siente más buena que ella misma. Es muy lúdico.
180: No cantás Malena...
MM: Me resulta raro eso de que “Malena canta el tango como ninguna...” Le encontré ese escape de que “como ninguna” no es ni mejor ni peor. Pero es raro y la gente me lo pide. A veces me dicen que me escucharon cantando Malena en no sé donde, y no me da como para contradecirlos. Está en su imaginario.
180: Barro también puede funcionar como una disculpa para quienes no encuentren todo el tango que esperan en un disco tuyo. ¿Tenías miedo a presentar otras cosas además de tango?
MM: No, para nada. No hay que atarse tanto. Son muy difíciles los límites entre el tango, la milonga, el candombe. Yo nací nutriéndome de mucha cosa y sería boicotearme. Yo venía de la BCG pero surgí a la vista de la gente ganando un primer premio de un certamen nacional de tango. Era un momento de desierto en el tango, no surgía nadie. Aparezco yo con 20 años, gano el concurso y además me llamaba Malena. ¡Yo sabía dos tangos! Enseguida me pusieron un vestuario que me lo cortaron a una medida que capaz que no era la mía. Me encanta el tango, adoro el tango y tengo una raíz muy fuerte en él. Pero nunca me sentí obligada a cantar solo tango. Me encanta esta fusión, que aparece un tango, una milonga, un candombe, un milongón, un vals, una samba, una cueca... ¿Dónde está el límite?