Valmaggia fue director de las colonias Etchepare y Santín Carlos Rossi en el 2005. Además, fue cuatro años presidente de la Sociedad Panamericana de Psiquiatría. Llegó con ideas nuevas para desarrollar en el primer gobierno de Tabaré Vázquez. Pero no pudo con las resistencias de los funcionarios y nueve meses después renunció por falta de apoyo político para llevar adelante esos cambios que creía imprescindibles.
"Renunciamos todos porque sentíamos que no teníamos apoyo. No queríamos cerrar la colonia, queríamos hacer transformaciones internas que podrían modificar el funcionamiento. En general sentimos que no tuvimos apoyo, eso es real, lo sentimos así. Es un tema de política asistencial, por eso habría que tener un interés político de modificar la situación. No lo hubo en estos dos gobierno del Frente Amplio. No se trató la internación a largo plazo para modificarla, para mí hay una forma sencilla de modificarla: que no ingresen más pacientes a la Colonia Etchepare. Eso va a modificar a largo plazo la situación de los pacientes psiquiátricos. Creo que en este tema la atención de salud mental renguea, porque en la parte de psicofármacos, los pacientes tienen acceso a todo, en ASSE o a nivel mutual. Eso es inusual en América Latina, pero la internación de los pacientes, que generalmente son de ASSE, es a largo plazo", afirmó.
No toquen nada conversó con Valmaggia como parte de un trabajo periodístico sobre salud mental y las colonias que comenzó cuando Glenn Close visitó Uruguay en febrero de 2014. La actriz dio una charla sobre salud mental y lo recaudado fue donado a las colonias Etchepare y Santín Carlos Rossi.
El ex director de Salud Mental, Hebert Tenembaum, denunció en ese momento la contradicción del evento, ya que la fundación de Close trabaja para reinsertar al paciente en la comunidad y las colonias "no trabajan en ese sentido". Son un "modelo que no funciona" y que tienen un costo millonario para el Estado.
Valmaggia publicó un trabajo en este sentido: “Deconstrucción de los supuestos teóricos que sostienen la existencia del asilo mental. Una mirada desde los derechos humanos”. Allí menciona a la declaración de Caracas, aprobada el 14 de noviembre del año 1990, como puntapié para reestructurar la atención en salud mental.
Para modificar la situación actual, dice la declaración de Caracas, serían necesarias distintas acciones, entre las que está sustituir los hospitales psiquiátricos.
Valmaggia dice en su documento que para lograrlo es necesaria la "voluntad política", pero cuando fue director nunca pudo plantear una sola idea. Alfredo Silva, ex director de ASSE por los trabajadores, era funcionario de la colonia y estaba al frente de las negociaciones en ese momento.
"En ese querer transformar cerramos un pabellón que estaba en muy malas condiciones. El cierre fue resistido, pero realmente estaba en una situación muy mala y redistribuimos a los pacientes en otros pabellones. Durante los treinta días siguientes fueron seguidos uno a uno para ver en qué situación estaban, 'acá no me pegan', 'acá estoy mejor'. Sin embargo, los funcionarios estaban enojados. Yo trabajo en un lugar del interior y hubo una funcionaria que me dejó de saludar. Cuando en otro momento cerramos un pabellón para arreglarlo, había un pabellón vacío en Santín y quisimos llevar unos 20 pacientes se opusieron al traslado. Voy a contar un anécdota, tengo una fotocopia del parte diario de los funcionarios oponiéndose al traslado y diciendo que cualquier traslado debía ser avisado al señor Alfredo Silva para que se haga presente en la institución. Lo puedo decir porque no tengo intereses en nada, simplemente, me parece lamentable que una situación transformable no se haga por situaciones ajenas a la enfermedad mental", expresó.
Valmaggia destaca en su trabajo que las dos colonias tienen un presupuesto mensual de un millón de dólares para unos 900 pacientes y unos mil funcionarios. Además, se pregunta si en Etchepare o Santín Carlos Rossi se puede hacer "una verdadera rehabilitación". "El promedio de estadía es de 20 años y es imposible pensar que alguien se rehabilite lejos del medio social. Queda demostrado que lejos de ser un lugar de rehabilitación es para la mayoría un lugar para toda la vida, o hasta que la muerte venga a liberarlos de la pesadilla", afirma.
"Hay un centro de rehabilitación que es hermoso, los pacientes almuerzan ahí, hay olor a comida como en cualquier casa de vecino, hacen pinturas, cosas vinculadas con carpintería. Pero lo hacen y lo hacen y lo hacen, al año siguiente también, y están siempre en lo mismo. No hay algo de transición que salen de ahí y aprenden algo. Eso me parece que es la principal falacia, decir que van a la colonia para rehabilitarse. A veces se quiere unificar a todos los pacientes y se piensa que son todos iguales, pero no es así. Hay 20 que son peligrosos y no pueden vivir en la comunidad, pero el resto está demenciado, otros con un retardo mental, hay alcoholistas, esquizofrénicos, todos con grados de severidad muy diferentes. Las patologías vinculadas al alcoholismo son más sociales, es gente que no tiene dónde vivir y que podría tener otra alternativa. Es llamativo que en Uruguay, donde hubo una política de derechos para toda la población, los pacientes psiquiátricos que ingresan a la colonia son incapaces. El curador es el director del hospital, ellos no votan, no tienen derechos", dijo.
El psiquiatra afirmó que la internación de pacientes en este centro no se da por la enfermedad mental en sí, salvo en algún pequeño número de casos. La internación a largo plazo se da por motivos económicos.
"Todas las internaciones a largo plazo son por motivos económicos, a nivel mutual no se ven pacientes que terminen internados en la colonia Etchepare o Santín Carlos Rossi, en mi experiencia de 40 años de trabajo he visto pocos pacientes del sector mutual internados ahí. Más allá de los costos, si la decisión política se toma, habrá que buscar la forma de hacerlo de la mejor manera. Dicen que la colonia es la fábrica para Santa Lucía, a mí me suena terrible eso, porque sea un motivo económico para el lugar, que lo es, porque la alimentación se compra ahí, la ropa generalmente también, la mayoría de los trabajadores son de la zona. Pero bueno, el gobierno tendrá que ver qué fuentes laborales alternativas existen al cierre de la colonia para que el impacto sea menor", sostuvo.
Además de voluntad política, para Valmaggia es imprescindible convencer a todos los trabajadores de la salud mental y a la sociedad.
En una parte de su trabajo, resume de la siguiente manera su idea: "Pensamos que una perspectiva desde los derechos humanos permite comprender mejor la necesidad del tratamiento dentro de la comunidad. Finalmente queremos resaltar al estigma como uno de los elementos necesarios a modificar a nivel de la comunidad ya que el miedo, rechazo, enojo, llevan al aislamiento, a la incapacidad para insertarse en el medio laboral y la institucionalización. Estos cambios en el modelo de atención son imprescindibles para superar la injusticia, la desigualdad y la exclusión social de las personas que padecen trastornos mentales".
Según el psiquiatra, todo esto es parte de una discusión que todavía no se dio en Uruguay, pero que sí avanzó en otras partes del mundo.
"En salud mental hubo cambios, cuando yo me recibí los pacientes psiquiátricos no tenían derecho a la internación en el mutualismo. Hoy tienen todos los derechos, hay cambios, tienen todos los medicamentos, tienen psicoterapia. Pero para este grupo con enfermedades más grande y crónicas hay una deuda muy grande. Acá hay una ausencia de discusión, hubo un grupo que trabajó en la ley de salud mental, pero las resistencias vienen de muchos lados", dijo.