Tras los atentados, una Francia irreconocible

Un himno nacional cantado con la mano sobre el corazón, legionarios armados por las calles, un presidente impopular ovacionado con frecuencia, un semanario en declive que lanza tirajes millonarios; golpeada por una serie de atentados, Francia se metamorfoseó en apenas una semana.

Actualizado: 16 de enero de 2015 —  Por: Redacción 180

Tras los atentados, una Francia irreconocible

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por Béatrice LE BOHEC, de AFP.

Antes de los atentados yihadistas que provocaron 17 muertos la semana pasada, de los cuales 12 en la sede del semanario satírico Charlie Hebdo, una policía municipal y cuatro judíos en un supermercado kósher, la población se dividía en cuanto a los medios de luchar contra la crisis económica, polemizando sobre una obra, "El suicidio francés", acusando a la inmigración de todos los males.

El 31 de diciembre, en su saludo de Año Nuevo a la nación, el presidente socialista François Hollande intentó recuperar una imagen calamitosa ante los franceses, que ha dado al partido de extrema derecha Front National durante las últimas elecciones todas las chances para poner en dificultades a los partidos tradicionales en las presidenciales de 2017.

Después, llegó el 'shock'...

Tocados en lo más hondo de su espíritu por los peores atentados en el último medio siglo contra tres objetivos muy simbólicos -la libertad de expresión con Charlie Hebdo, el Estado de Derecho con los policías y la diversidad con las víctimas judías-, los franceses se lanzaron en masa a las calles para defender los valores de un país abigarrado aunque, no obstante, campeón del automenosprecio.

"Je suis Charlie" (Soy Charlie), "Je suis juif" (Soy judío), "Je suis policier" (Soy policía): casi cuatro millones de franceses -un récord desde la Liberación en 1944- marcharon en París y en provincia en un ambiente de recogimiento inédito que sólo se quebró por canciones de Edith Piaf ("La vie en rose"), Charles Aznavour ("Emmenez-moi"), John Lennon ("Imagine") y el himno nacional, muchas veces ignorado.

'Somos un pueblo'

En tanto en octubre las fuerzas del orden sufrían el oprobio público tras la muerte en una manifestación de un ecologista opositor a la construcción de una represa, el domingo los policías fueron saludados, aplaudidos, abrazados. Algo jamás visto en un país marcado por la contestación.

Incrédulos, algunos policías inmortalizaron estos momentos sacando fotos con sus smartphone.

"Somos un pueblo", resumía con orgullo el lunes en su portada el diario de izquierda Libération, mientras que el de derecha le Figaro títulaba "Francia de pie".

Ante el "11 de setiembre francés", el mundo político se puso a tono para encarnar una unión nacional, incluso sorprendido por el giro de los acontecimientos.

El martes, en la Asamblea Nacional, el vibrante discurso del primer ministro Manuel Valls, anunciando "medidas excepcionales" para detectar mejor a potenciales yihadistas, fue acogido por una "standing ovation", desde los comunistas hasta el Front National.

Mejor aún: los diputados de todos los sectores observaron enseguida un minuto de silencio para entonar La Marsellesa en un hemiciclo repleto. Esto no ocurría desde el 11 de noviembre de 1918, para el armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial.

François Hollande, que había decretado una jornada de duelo nacional al día siguiente del atentado del 7 de enero contra Charlie Hebdo (hecho rarísimo en Francia), se convirtió de presidente criticado por su blandura en "Padre de la Nación" para numerosos comentaristas.

Rodeado de un espectacular y heteroclítico grupo de 50 responsables extranjeros -desde el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu manifestando a sólo algunos metros del dirigente palestino Mahmud Abas, hasta el jefe de la diplomacia rusa en situación similar con el presidente ucraniano- el jefe del Estado hizo de París "la capital del mundo" durante un día.

La lágrima de Mahoma

Olvidados los sondeos negativos e infamantes: he aquí a un Hollande ovacionado en cada uno de sus discursos, en cada aparición pública, incluso el miércoles en la inauguración de una nueva sala de música clásica en París, la Filarmónica. Olvidada la pulseada con Alemania sobre el déficit francés: desde un ángulo una foto deja creer que la canciller Angela Merkel hasta posó su cabeza en un hombro del presidente francés, en un gesto de aflicción.

"La onda de choque provocada por estos acontecimientos dramáticos cambiará muchas cosas, aunque la política retome su camino", profetizó alguien del entorno presidencial.

El miércoles, los "sobrevivientes" de Charlie Hebdo, con un Mahoma al que le saltaba una lágrima de un ojo en portada, volaba en los quioscos, obligando al distribuidor a un tiraje de hasta cinco millones de ejemplares, un récord en la historia de la prensa francesa. ¡Algunos clientes pusieron sus despertadores para que sonaran a las 03H00 de la mañana para hacer cola ante los quioscos! Antes de los atentados, Charlie, a la deriva casi en quiebra, tenía una tirada de 60.000 ejemplares.

En este período particular en un país que entró en "guerra contra el terrorismo", Francia ofrece también un nuevo rostro en materia de seguridad: legionarios, paracaidistas y artilleros patrullan frente a las escuelas judías, la Tour Eiffel, la policía protege a los medios de prensa...

Pero, aunque la sociedad civil llama a hacer perdurar "el espíritu del 11 de enero", voces disonantes se hacen escuchar cada vez más tras el "tsunami": críticas contra "la unanimidad emocional" y testimonios de quienes "no son Charlie" ganan terreno. Medio centenar de procesos judiciales por "apología del terrorismo" han sido abiertos ya con sus primeras sentencias anunciadas, se reportaron unos 200 incidentes en escuelas donde algunos alumnos se congratulaban en voz alta por los atentatos, las degradaciones de lugares de culto musulmán se multiplican...