Los Teros construyeron su sueño

Los Teros están a dos partidos de meterse en el Mundial, algo impensado para una selección amateur que compite en un deporte cada día más profesional. Con orden, esfuerzo y un proyecto integral liderado por Pablo Lemoine, el rugby uruguayo vuelve a dar pelea. Este sábado jugarán el partido de ida ante Rusia por el último lugar para el Mundial.

Actualizado: 26 de setiembre de 2014 —  Por: Diego Muñoz

Dentro de varias escenas históricas de las películas de Hollywood, hay una que está marcada a fuego: Rocky Balboa entrena en la Siberia para su pelea con Iván Drago. Allí se entrena en una pequeña casa en medio de la nieve. Corre, hace abdominales, levanta leños, se mentaliza.

Rocky IV es la película que durante todo este tiempo miraron Los Teros. Es que, salvando las distancias, la historia real los desafía tanto como a Stallone. Este sábado a las cuatro de la mañana uruguaya, jugarán en la Siberia el partido de ida ante Rusia en busca del último lugar en el Mundial de Rugby. “Se motivan con Rocky los chiquilines. La miran y se mentalizan”, dijo antes de la partida un sonriente Lemoine.

El entrenador del seleccionado de rugby preparó la serie en el Charrúa, ese estadio que desde hace algún tiempo se convirtió en “La tierra de Los Teros” y en el que se encuentra buena parte de la explicación del salto de calidad que tuvo el equipo. Gimnasios armados por el preparador físico Santiago Alfaro, vestuarios para equipos y jueces, cocina y concentración. Todo a nuevo. Esto le dio al equipo instalaciones de buen nivel y un lugar con sentido de pertenencia.

“Esto fue remodelado con aportes de gente del rugby, del Estado y de la Internacional Rugby Board”, explicó Alfaro. “La IRB es muy seria, es una organización que tiene una prolijidad increíble y cuando se le pidió los fondos dijo: “Ponemos el 33%, pero solo luego de que veamos que el otro 66% está puesto y concretado””, agregó.

Rusia es el último escollo para llegar a un Mundial repleto de selecciones conformadas por jugadores súper profesionales. “Sería como que un cuadro de la Liga Universitaria representara a Uruguay y clasificara al Mundial de fútbol”, graficó Alfaro. Un sueño que parecía tan lejos hace cuatro años. Y que ahora está tan cerca.

El camino es la recompensa

“Hace cuatro años era difícil de imaginar. En el comienzo fue duro todo, incluso perdimos con Chile en el Sudamericano. Agarramos un equipo muy nuevo, en formación, con cosas que yo quería implementar en el rugby y que no estaban siquiera incorporadas en los clubes. Por eso fue una etapa de construcción de cuatro años”, contó Lemoine.

El técnico fue uno de los contados uruguayos que jugó rugby de manera profesional. En un país donde el deporte es amateur, Lemoine se destacó al punto de ser contratado por el Bristol inglés y el Stade francés. En Inglaterra logró el ascenso a la Premier y en Francia fue cuatro años campeón del Top 14 y jugó dos finales de Europa.

Cuando retornó a Uruguay se hizo cargo del seleccionado. “Quise armar un proyecto integral. No existe un proyecto deportivo separado de la política. Siempre quise que estuvieran relacionados, que todo estuviese alineado y fuera hacia el mismo lado. No nos servían que Los Teros estuvieran muy fuertes y que los juveniles fueran débiles. Nos servía un crecimiento en conjunto y eso es lo que traje de Europa e intenté implementar”, explicó el entrenador.

Tras superar a Hong Kong se comenzó a planificar el partido ante Rusia, un rival al que Los Teros vencieron en la última Nation Cup, logrando invertir el ranking para definir como locales. Dos días después haberle ganado a Hong Kong hubo reunión de staff y se comenzó a trabajar en el rival y en el viaje. “Es como dar la vuelta al mundo”, dijo Lemoine.

Para llegar a Krasnoyarsk, la ciudad en la Siberia rusa en la que se jugará el partido, el plantel hizo una verdadera travesía. Tras partir de Montevideo el 20 de setiembre, un grupo llegó a París mientras otros dos arribaron más rezagados vía Madrid. En la capital francesa entrenaron en el Centro Nacional de Rugby de la Federación Francesa para luego de tres días seguir viaje a Krasnoyarsk, donde llegaron tras 10 horas de vuelo y una escala en Moscú.

A la vuelta dormirán en tres ciudades diferentes porque no hay forma de conectar vuelos. A pesar de esta situación, el DT está convencido que el hecho va a despertar rebeldía en el equipo. “Esas cosas hacen fuerte a los grupos. No solo no creo que reste sino que suma”, comentó.

“Hay 12 horas de diferencia horaria, 15 grados de diferencia de temperatura, aparentemente no son muy serviciales y no son muy dispuestos con el inglés. Es un contexto difícil pero es donde nos sentimos más cómodos”, contó el DT, quién peleó la clasificación como jugador que recuerda cuando él jugaba en Los Teros y peleó la clasificación para el Mundial 99 en Marruecos: “Cuando llegamos nos pusieron en un hotel rodeado de boliches, la comida era un desastre y el equipo se hizo fuerte y terminó ganando un partido que no sé si en otro contexto lo ganábamos”.

Es que Lemoine fue integrante de Los Teros en los Mundiales de 1999 y 2003 y por eso sabe bien qué significa jugar un Mundial: “Es coronar tu carrera. El jugador de rugby que llega tiene un mérito superlativo. Y no es sacar bandera por el rugby. Entrenar toda la semana. Y llueve y se entrena, y hay que ir al gimnasio a las seis de la mañana y se va, y hay que complementarse y se hace. Y no es amateur. Es poniendo plata, pagando. Amateur es no ganar nada. Acá pagan. Y un tipo que desde ahí llega a un Mundial, como pasó en el 99 y el 2003, es una demostración personal y grupal de que se puede, a pesar de que peleas contra una corporación contra un sistema que es perfecto, profesional, súper armado. Es un premio individual y un triunfo para el rugby”.