Joel Rosenberg

Lacalle y la estrategia circular

Luis Lacalle fue hasta las elecciones internas un candidato “por la positiva” que hacía alarde de su programa: llevaba a todos lados las cuatro agendas que contenían sus principales ideas de gobierno. Pero en los últimos tres meses Lacalle apostó solo por una parte del libreto: eligió “por la positiva”.

Actualizado: 10 de setiembre de 2014 —  Por: Joel Rosenberg

Lacalle presentará su programa el lunes 15, solo 40 días antes de las elecciones, casi sobre la hora. En ese momento se verá si cambia o si continúa por la senda de repetir una y otra vez cómo encara con alegría la lucha electoral. Porque la estrategia de Lacalle no es llevar adelante una campaña “por la positiva”, la estrategia es explicar una y otra vez que la campaña es por la positiva.

En la mayoría de los actos y las entrevistas no se escuchan un montón de propuestas acompañadas por una sonrisa. Lo que se escucha es la explicación de cómo es el encare de la campaña y un montón de frases repetidas como “preferimos no tener un voto antes que descalificar”.

Esta estratagema de explicar cómo se afronta la campaña se refuerza desde el equipo de prensa que elige, en general, enviar a los medios el fragmento del discurso donde Lacalle muestra su cara positiva.

La estrategia tiene sus trampas muy obvias. Lacalle dice que no contesta los agravios cuando en realidad sí los contesta con el mismo método, con la explicación de su forma de encarar la campaña. Lacalle responde y explica cómo y por qué responde así, con alegría.

Un ejemplo claro de sus respuestas fue cuando se dio el episodio de la prueba física en la que Lacalle hizo “la bandera”. Lacalle toreó a Tabaré Vázquez para que realizara esa prueba y sabía que se venían las críticas. Al día siguiente grabó un video donde pidió “perdón por la alegría”.

Pero toda estratagema tiene límites, también la de responder todo con alegría e ironía. Y ese límite llegó cuando el PIT-CNT molestó a Lacalle con las acusación de que tirará abajo todos los logros del sector obrero. El 28 de agosto, en un acto de la lista 404, el diputado Álvaro Delgado, uno de los dirigentes más cercanos al candidato le respondió al PIT. Y Lacalle no se quedó atrás, responsabilizó a Vázquez de la efervescencia y el caos de la campaña.

En ese momento, por primera vez, luego de tres meses de aguante, el candidato perdió el hilo conductor, el de responder explicando la estrategia.

Pero fue solo un instante. Lacalle y sus asesores tienen bien claro cuál es la fórmula que les dio éxito: la sonrisa de la positiva. Y ahí vuelven. Dos días después de salirse de cauce Lacalle volvió a explicar la estrategia en San Luis, Canelones. Allí dijo que por la positiva “también es criticar”. Y enseguida todo el canto: el encare con la alegría, que no va a contestar agresiones, que a los demás le sorprende la campaña que hace el Partido Nacional.

Esta estrategia, obvia hasta el hartazgo, cuenta con Vázquez y Bordaberry de aliados. Ninguno de los dos supo cómo entrarle a esa coraza que armó Lacalle. El candidato nacionalista siempre tiene una respuesta del manual para ellos. Puede ser “es muy difícil desmentir la mentira” o “no vale cualquier cosa en campaña electoral”. Incluso: “yo sé que a veces el silencio como respuesta es atronador, pero no tenemos nada que decir de los demás”

Por ahora, las encuestas dicen que Lacalle va bien, crece. Pero deberá decidir si en la recta final, en los momentos decisivos, sigue por el mismo camino de explicar una y mil veces la alegría o si sale a proponer ideas y contestar.
Si se queda en el trillo cómodo de contar “la positiva”, si sigue con la estrategia circular de una estrategia basada en la explicación de la misma, corre el riesgo de girar como un trompo, de naufragar en la superficialidad.



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