Calor y luz de Cuba en el Hospital de Ojos

En el Hospital de Ojos vive una brigada de 22 cubanos. 180 recorrió las instalaciones y conversó con el jefe del equipo, Orestes Mariño. “Trabajamos en un hospital que hoy lo sentimos como nuestro a pesar de que está en Uruguay”, afirmó. ¿Cómo es el día a día del equipo que devolvió la visión a más de 50.000 uruguayos?

Actualizado: 23 de agosto de 2014 —  Por: Lucía Gutiérrez

Orestes Mariño llegó a Montevideo en enero del 2013 para formar parte de la brigada de médicos cubanos en el Hospital de Ojos. Con 33 años, dejó a su esposa e hijos en Cuba y se asentó en Uruguay, para desempeñarse como oftalmólogo y jefe del equipo.

En Cuba la medicina se rige por el principio de ayuda mutua en el que todos los médicos deben estar a disposición para trabajar en otros países, en programas que impulsen que la salud sea gratuita. En este caso, los médicos cubanos vienen a Uruguay por dos años, aunque algunos extienden su contrato a tres.

La brigada se compone de 22 cubanos que viven en una residencia dentro del hospital. Seis de ellos son médicos y el resto completa los recursos humanos necesarios, entre los que hay internistas, laboratoristas, enfermeras, administrativos, cocineros, etcétera.

La residencia cuenta con un área común de esparcimiento, cocina, baños y habitaciones, que pueden ser particulares o dobles. Sin embargo, la mayoría de los médicos vienen a trabajar sin su familia, a excepción de aquellos casos en los que ambos desempeñen tareas dentro de la brigada.

En conversación con 180 el doctor Oestes Mariño contó que vivir en el hospital es una “ventaja” para ellos, ya que evitan el tema de los traslados, por ejemplo. Sin embargo “la mayoría del tiempo nos la pasamos trabajando”, confesó.

Si bien el hospital no funciona con urgencia en la noche por lo que no tienen que hacer guardias, los fines de semana se turnan para viajar al interior del país a hacer las pesquisas. “Los que se quedan hacen pesquisas dentro de Montevideo, en la Asociación de Jubilados, en Onajpu, Aebu, Pit-Cnt, o en la dependencia donde esté coordinado. Y los otros se encargan del posoperatorio”, explicó Mariño.

Viajan una vez al año a visitar a sus familias, que por lo general coincide con el período en que se realiza el mantenimiento de todo el equipamiento en el hospital, que es en diciembre.

Desde que abrió el hospital las brigadas rotan año a año. “Todos los años hay recambio, aunque no se cambia toda de un golpe ni se trae una nueva, siempre permanecen personas que una vez que tienen el entrenamiento y conocen el sistema logran dar una continuidad, y recibir al nuevo personal”, aclaró el oftalmólogo.

“Trabajamos en un hospital que hoy lo sentimos como nuestro a pesar de que está en Uruguay”, expresó Mariño y agregó que la diferencia de temperatura entre La Habana y Montevideo se compensa “con el calor que brinda el personal” en el hospital.

El nivel de la oftalmología en Uruguay

“El personal médico uruguayo creo que está muy bien capacitado, quizás no adaptado al ritmo de adquirir un volumen muy grande de casos”, señaló Mariño.

Consideró que la fragilidad del sistema se da en el interior del país. “Cuando uno viaja al interior del país se da cuenta que tiene mucho déficit de personal especializado y de instituciones que puedan aplicar estos tratamientos”, destacó.

Además, Mariño manifestó que la tasa de incidencia de catarata senil, glaucoma crónico, retinopatía diabética e hipertensiva “es altísima” y el programa del Hospital de Ojos, que este mes alcanzó las 50.000 operaciones, permite revertir la situación al darle la oportunidad de operarse sobre todo a personas que no pueden pagarlo.

“Son enfermedades invalidantes, el paciente que llevaba años sin ver y con la cirugía vuelva a ver, se reincorpora a la sociedad, vive, vive como persona, porque no es fácil estar sentado en una silla donde todo es oscuridad”, aseguró Mariño.