“Me pregunto todo el tiempo si podré volver a jugar”

A los 34 años Leandro García Morales se rompió los ligamentos cruzados. Ya operado de la peor lesión de su carrera, el mejor jugador del básquetbol uruguayo recibió a 180. “Si leo que esto le pasa a cualquier jugador de a mi edad, pienso 'capaz no juega más'”, dijo. Ahora que le toca a él cargará con “la incertidumbre” hasta que vuelva a una cancha y avisa: “No quiero cambiar mi forma de jugar por la lesión”.

Actualizado: 22 de agosto de 2014 —  Por: Diego Muñoz

“Me pregunto todo el tiempo si podré volver a jugar”

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En el living del apartamento del quinto piso hay una play, varias fotos con su hija, algunos cuadros, un cómodo sillón de tres cuerpos, un plasma contra la pared y un home theatre. Afuera, en el balcón cerrado con una red, mira con cara de bueno Manu, su dogo de Burdeos que por estos días sale menos de lo habitual.

El dueño de casa recibe a 180 de short, remera negra y championes de básquetbol. Camina con dificultad y su barba está un poco más tupida de lo habitual. Contra la pared, descansan las muletas que se niega a usar.
“Hace tres días me operaron y la verdad es que prefiero renguear”, cuenta.

Leandro García Morales pasa por su momento deportivo más difícil. Pero no baja los brazos. Y más allá de su cautela para declarar y de sus miedos lógicos por la recuperación, su cabeza está centrada en volver. Y una vez que vuelva, su objetivo será desnivelar como lo hizo siempre.

Por eso, no hay tiempo que perder. El sábado de mañana le abrieron la rodilla “de cinco cuchillazos” y menos de 24 horas después que el doctor Motta le había reconstruido los ligamentos cruzados, tras sacarle una parte de otro ligamento y colocárselo en la zona lesionada con unos tornillos biodegradables, estaba trabajando en su recuperación.

¿Cómo estás?

Ahora mejor, tranquilo. Esperando poder ir sumando cosas de a poco.

¿Es tu peor lesión?

Sí. Y uno de los momentos más duros de mi carrera deportiva. Nunca había tenido una lesión grave, por eso había podido jugar tantos años y seguidos, porque físicamente venía muy bien. Más allá del desgaste del día a día, hasta ahora nunca había tenido ninguna lesión de más de tres o cuatro semanas de recuperación.

Aparte una lesión así de grave con 34 años complica porque tenés chance de no volver a jugar. Ni hablar de volver a estar al mismo nivel, te hablo de participar de un partido. Son cosas que yo cuando lo leo por ahí que le pasa a otro jugador pienso “capaz que no juega más”.

Y te pasó por la cabeza eso a vos.

Y sí. Sí. Me pasa todo el tiempo por la cabeza si podré volver a jugar. Es una incertidumbre que hasta que no vuelva a jugar la voy a tener. Por más que tengo algunas cosas a favor y otras en contra, no hay mucho registro de un jugador que haya vuelto a un nivel como en el que estaba. Sobre todo físico, porque si jugás bien, jugás bien, aunque te quedes sin piernas, pero desde el punto de vista físico es distinto.

La lesión

¿Cómo te rompiste?

Me rompí en una jugada normal. No la he vuelto a ver pero fue normal. Una penetración, intenté hacer un cambio de dirección y se me fue la rodilla, o me torcí. No fue siquiera una jugada de falta. Pasé a mi hombre y quise cambiar de dirección para tirar del otro lado y cuando apoyé la pierna sentí una torcedura.

¿Te diste cuenta enseguida que era algo grave?

Sí. Sentí que algo había pasado adentro de la rodilla. Además, yo considero que un poco lesionado tenés que jugar igual, para no poder jugar más tenés que estar realmente mal y la verdad no me pude ni parar.

O sea que ya lo intuías.

El tema de la rodilla tiene examinación muy clínica que después comprobás con algún estudio. Me pusieron la pierna para atrás y se me iba todo para adelante y me dijeron “listo, te rompiste los ligamentos cruzados y seguramente los meniscos”. Porque siempre que te rompés los ligamentos arrastrás algo más.

No recuerdo que hayas tenido vacaciones largas. Terminabas un torneo en un país y te ibas a jugar a otro lado. ¿Eso pudo influir en el desgaste?

En Europa juegan temporadas de ocho o nueve meses de forma muy espaciada, un partido o dos máximo por semana. Pero de este lado del mundo tenés dos opciones: jugar una Liga y descansar cinco seis meses, lo que implica también estar ese tiempo sin cobrar, o jugar todo el año. Y son 10 meses, 11 de competencia a lo que se le suma la selección. Entonces hacés año corrido, con un par de semanas sin actividad entre un equipo y otro, y ese equipo y la selección.

¿Eso cuánto hace que lo hacías?

Sacando algunas lesiones, hace nueve años de forma profesional. Y antes también lo hacía cuando estaba en el básquetbol universitario.
Pasa que es la forma que tenés de hacer la diferencia económica y también deportiva, porque si estás cinco meses parado la verdad es que tenés que volver a empezar de cero después. En estos últimos años incluso yo no paré aunque no tuviera trabajo porque si no es muy difícil.

Vos ya habías firmado contrato con Aguada. ¿Tuviste que rehacer el contrato?

Son años para tratar de hacer una diferencia en este sentido y es como que te digan “retrocede 10 casilleros”. Hay que empezar de nuevo.

Habíamos firmado dos años más con Aguada, un contrato excelente, y el día que me lesioné lo primero que hizo el Pata (Claudio Pereira) fue llamar a Flavio (Perchman) y decirle que rompíamos ese contrato y empezábamos de nuevo. Obviamente llegamos a un acuerdo y si vuelvo a jugar va a ser en Aguada, pero el tema económico se complicó bastante.

La recuperación

El protocolo médico habla de seis meses como mínimo de recuperación. ¿Vos crees que va a ser el tiempo que te va a llevar o tenés ilusión de volver antes?

Yo espero que sean seis meses. Pero no sé cuánto me va a llevar. Voy a hacer todo lo posible para que sean seis meses, pero hay procesos biológicos del cuerpo que no se pueden apurar más. Por eso el mínimo de recuperación te lo ponen en seis. Pero pueden ser 12 meses, o 14. Si marcha todo bien, el protocolo diría que en seis meses estás apto para competir a alto nivel. Menos creo que es imposible. Creo que no tengo ni siquiera el alta médica para intentarlo. Si el día de mañana en cinco meses me siento bien y quiero entrar tendría que jugar sin consentimiento médico.

Pero vos no vas a arriesgar.

El día que esté para entrar me voy a meter. El día que yo me sienta para jugar. No voy a arriesgar y entrar igual por decir, “van ocho meses y tengo que jugar”. Por suerte no tengo que hacer eso y puedo tomar la decisión de entrar en el momento en el que me sienta bien. Si no estoy bien y van 12 meses, no jugaré. Esperemos que no pase.

¿Los objetivos cuáles son?

El objetivo primario es caminar sin renguear primero. Caminar normal, recuperarme de lo que fue la intervención, que fueron cinco puñaladas en la rodilla, y eso demora en solucionarse. Después recuperar el músculo, después empezar a hacer ejercicio y una vez que esté para jugar supongo que me marcaré objetivos más ambiciosos.

Más temprano hablabas del tema físico. ¿Eso es lo principal?

Eso es lo más importante. Sentir que mi cuerpo responde. Yo sé que el reflejo de jugar al básquetbol no lo voy a perder, voy a estar fuera de forma en el juego pero eso lo agarro jugando. Me va a costar pero lo agarro. Lo otro es lo principal, porque necesito estar tranquilo que las piernas me responden. Siempre pensé que el día que no me respondieran las piernas dejaba de jugar. Si siento que no puedo terminar un partido o si no voy abajo del aro porque no tengo piernas para saltar, tengo que cambiar mi forma de jugar. Y eso no lo quiero.

Uno de los puntos salientes de tu juego es el nivel físico que exhibís y eso es lo que querés recuperar.

El físico me permite estar a la par de jugadores que están en picos de rendimiento con 27 o 28 años. Y es lo que me permitió mantenerme. No he llegado a jugar en un nivel superior porque soy chiquito. No tengo tamaño, el básquetbol tiene esa limitante. No pasa por la edad. En el fútbol podés medir 1.40 y romperla. En el básquetbol hay uno que la rompe. No hay lugar para muchos.

Ahora en Puerto Rico, que es de las ligas más importantes de esta parte del mundo, iba todas las noches contra uno cinco, seis, siete años más chico que yo. Y yo siempre me acuerdo de pensar “este tiene cinco años más que yo, lo paso por arriba”.

¿Cómo va a ser la recuperación?

Voy a trabajar seis veces por semana y con distintos profesores, dependiendo los días de la semana y las cosas que hay que trabajar. Todo supervisado por el profe Guillermo Souto y por Santiago Alfaro.