Es una enfermedad estacional, viral, frecuente en niños pequeños. No es grave pero requiere reposo de, por lo menos, una semana, además de atención a la alimentación y la hidratación.
Se le llama así porque se caracteriza por la aparición de pequeñas llagas o ampollas en la boca, en las manos y los pies, además de fiebre. No se trata con medicamentos pero es necesario consultar al médico, de todas formas.
Se suelen dar brotes durante los cambios de estación, especialmente en otoño y primavera, aunque en esta época también se están viendo diversos casos.
Santoro dijo que no tienen cifras de que estemos en un brote porque el virus no es de notificación obligatoria. Sin embargo, contó que de la percepción de los pediatras se desprende que se está viendo un número mayor de enfermos.
Explicó que el virus es “altamente contagioso”, de forma similar a la varicela. “Cuando hay un caso en una guardería, rápidamente se contagia. Si los otros niños no tienen defensa, es probable que lo adquieran. Por eso es común detectar varios casos en los días sucesivos luego de que se da el primero”, señaló.
El contagio se da a través de las secreciones de boca y nariz, al tocar las lesiones y por la material fecal. “Como los niños usan pañales, es frecuente que los cuidadores de guarderías y jardines transmitan el virus a los otros niños”, dijo Santoro. Es menos probable su contagio a los adultos porque ya han desarrollado una inmunidad al virus.
De acuerdo a la jerarca, durante toda la primera semana de enfermedad, el virus se contagia. Cuando las lesiones se van, en los días siguientes se sigue excretando el virus por lo que el niño puede seguir contagiando.
El tratamiento al niño mientras tiene el virus es sencillo. Es necesario asegurarse de que se alimente bien y esté bien hidratado, a pesar de la molestia que generan las llagas en la boca. Se debe tratar de mantener baja la fiebre y también, extremar cuidados en manejos de pañales, usar guantes y lavarse las manos con asiduidad.